¿Es posible quererse sin luchas de poder?
Estoy en una guerra permanente con mi chico. Él es muy dominante y yo no me dejo someter, así que está siempre al ataque y yo a la defensiva. Me dice que el problema es que siempre quiero llevar la razón en todo, y que yo también trato de dominarle a mi manera. Pero mira, lo que pasa es que, siempre que propongo algo, él dice que no a todo, por sistema. Y solo a veces cede, después de mucho insistirle. Yo le imagino más a gusto con una mujer más sumisa, que le diga a todo que sí y a la que le parezca siempre fantástico todo lo que él proponga. Él dice que no, claro, que me quiere tal y como soy, y que en el fondo le gusta que yo sea una mujer rebelde.
Estoy un poco harta; se nos va mucho tiempo y mucha energía en discutir y en reconciliarnos. Nos cuesta mucho tomar cualquier tipo de decisión, porque siempre queremos lo contrario de lo que el otro quiere. Es verdad que en el sexo todo es fenomenal y que nos queremos mucho, pero nos pasamos horas discutiendo. Ya llevamos muchos años así. ¿Tú crees que es posible quererse sin luchas de poder?, ¿hay alguna fórmula mágica?
La verdad es que es difícil, Marquesa, porque todas las relaciones están atravesadas por luchas de poder. Las relaciones con tus hijos e hijas, con tus padres, hermanos, etc., son difíciles porque siempre estamos batallando para evitar el abuso de los demás y para satisfacer nuestras necesidades y deseos, que a menudo entran en choque con las de los demás. Cuando nuestras apetencias afectan o perjudican al resto, lo normal es que haya conflicto. A todas nos encanta tener la razón, nos gusta que las cosas salgan como las planeamos, como las soñamos. Nos encanta ejercer el poder, y el problema está en la estructura en la que nos relacionamos, basada en la dominación y la sumisión.
Esto es muy evidente en las relaciones familiares y en estructuras como la iglesia, el ejército, las fuerzas armadas, la escuela y la empresa privada. En las jerarquías, a veces nos toca abajo y otras arriba, según si nos relacionamos con los de arriba (gente con más poder y rango que nosotros) o con los de abajo (gente con menos poder y rango que nosotros).
Creo que solo las relaciones de amistad son las más igualitarias, pero ni siquiera entre iguales desaparecen las luchas de poder. La única manera de relacionarnos sin dominar es tratarnos de igual a igual, aprender a dialogar y a escucharnos, y aprender a negociar. Se trata de trabajar el egoísmo para aprender a relacionarnos pensando en el bien común de la pareja. Se trata de entrenar para llegar a acuerdos, y para eso es imprescindible aprender a hacer autocrítica, a admitir errores, a ceder cuando se pueda, a decir que no y a poner límites.
Los conflictos se pueden resolver sin hacernos daño: se trata de cultivar la empatía y llegar a acuerdos que sean lo más justos y equitativos posibles. Y que haya un equilibrio en las cesiones y ganas de solucionar los problemas para que nos vaya bien a los dos. Lo más difícil es controlar el enfado y la rabia, pero una vez que se logra la comunicación es más fácil y la resolución de los conflictos, también. Si veis que no funciona, podéis pedir ayuda a alguna terapeuta de pareja. Y si sigue sin funcionar, lo que tienes que pensar es si quieres vivir toda tu vida batallando sin descanso. Ánimo, Marquesa, te mando un gran abrazo.