Follo divinamente
A ver si puedes aconsejarme porque no sé muy bien qué hacer. Me enamoré muy platónicamente de una mujer, pero no me atreví a decirle nada durante dos años y la idealicé mucho. No me lo podía creer cuando ella me invitó a tomar una cerveza a su casa. Echamos unos polvazos bestiales, como nunca en mi vida, y los primeros meses nos los pasamos follando como locos en cualquier rato que teníamos libre.
El tema es que, ahora que la conozco más, según ha ido bajando la pasión, me he ido dando cuenta, aunque me ha costado, de que no tenemos nada que ver; es una mujer muy conservadora, muy tradicional y vota a la ultraderecha. Así que lo nuestro no puede ser: realmente su forma de ser no me gusta, sus valores y principios me repugnan, pero me pone muchísimo.
Hace poco me dijo que va a empezar una relación seria con un chico, el hijo de unos amigos de sus padres, que están muy ilusionados (no ellos, sino los padres de ambos). Y que no me preocupase, que seguiríamos follando porque se me da divinamente, pero ya no en su casa, sino en la mía, y ya no todos los días, sino de vez en cuando, “cuando se pueda”.
Yo le dije que no quería ser su amante, que cómo se le ocurría engañar así a su nuevo novio y que cómo era capaz de decirme así a la cara que me bajaba de rango en su escala de prioridades. Me contestó: “Mira, hay chicos para follar y hay chicos para casarse. Tú no eres el chico ideal para ser mi marido, pero como follas tan delicioso y nos lo pasamos tan bien, no veo por qué hay que dejarlo. Tú y yo no podríamos ser pareja; yo no soporto a los hombres de izquierdas. Pero como follador eres un fenómeno”.
Me sentí halagado por un lado y humillado por otro. Es tan práctica en todo, que ni se le ha pasado por la cabeza que yo pudiese estar enamorado de ella. Y no es que esté enamorado, pero me duele y tengo claro que no quiero estar en un segundo plano ni quiero una relación clandestina. Sé que debería dejarla, pero nunca he disfrutado tanto en la cama, y no quiero renunciar a los encuentros con ella, aunque ahora sean menos. Ahora la veo con su novio y tengo que actuar: le saludo como si fuese una vecina más. Y no tengo celos, pero me da rabia que engañe así al otro y que yo no pueda decidir nada sobre nuestra relación. Y, al mismo tiempo, estoy deseando que me llame y venga a verme. Me siento un poco confuso, ¿qué me aconsejas?
Te diría que no te preocuparas, que en realidad no estás enamorado. Disfruta de esta relación mientras dure, porque irá bajando la pasión sexual y, cuando ya no quede nada, podrás por fin ser libre.
Lo importante es que ella te trate bien, porque a ti te toca estar en el papel más difícil, y que lleves bien lo de esperar a que pueda o quiera verte. Ella tiene más poder, porque tú no has podido negociar qué tipo de relación quieres, simplemente te ha tocado aceptar la que ella te ha propuesto. Es una pena que te vea como un chico solo para follar, no para compartir la vida, pero es verdad que en esto ella está siendo realista y práctica: se siente atraída por el buen sexo que tenéis, pero cree que no cumples los requisitos para marido (apellidos ilustres, contactos, propiedades, etc.).
Así que no te ve como a un igual, de su clase social, solamente como a un compañero de cama y de juegos, y si tú no aspiras a más, puedes disfrutar hasta que te canses del papel que te han asignado o hasta que se canse ella. Eso sí, si en algún momento te enamoras y empiezas a pasarlo mal, tienes que cuidarte, dejar la relación y, a otra cosa, mariposa. Un abrazo, Aitor, mucho ánimo.