Ni olvido ni perdón
Pues pienso lo mismo que tú: el perdón no sirve si la otra persona no se arrepiente y trata de reparar el daño que ha hecho, y si además ese perdón le hace sentir impune para seguir haciendo lo mismo a su víctima o a otras víctimas. Generalmente, quien no tiene responsabilidad afectiva sobre sus relaciones tampoco la tiene después de ser perdonada, así que el perdón no puede servir para absolver a alguien del daño que ha hecho. Hay cosas que se pueden perdonar y otras que no, y cada cual tendrá que ver si la persona que le ha hecho daño es perdonable o no. Puedes perdonar una mentira, por ejemplo, pero no que te mientan todo el tiempo. No tienes por qué perdonar una agresión sexual, porque no hay nada que repare una violencia así, pero lo que sí puedes hacer es liberarte del rencor dejando atrás ese episodio para que no te amargue la existencia.
Eso es lo que realmente funciona: no permitir que el daño que te hicieron te marque para toda la vida, no dejar que esa persona consiga el objetivo de destrozarte por dentro y de seguir teniendo poder sobre ti, dentro de ti, para siempre. Cuando logras dejar atrás un episodio traumático y tu rabia se va calmando, entonces la persona que te hizo daño desaparece de tu vida. Y esa es la única reparación posible: no tener que verla nunca más.
Así que estoy de acuerdo contigo: perdonar no nos hace bien. Lo que nos hace bien es no quedarnos hundidas, no atascarnos en el rencor y tirar para delante: en la medida en que nos liberamos de las emociones que sentimos por quien nos hirió o nos violentó, somos más libres. No tenemos por qué olvidarlo; ese dolor va a estar siempre ahí. Pero que no se convierta en el centro de nuestras vidas, que no esté presente en nuestro día a día, para que no pueda destruirnos ni tener poder sobre nosotras. ¡Un abrazo enorme, Amina!