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No encuentro la felicidad

Todo el tiempo leo que la felicidad está dentro de mí, pero yo no la encuentro por más que la busco. Me mudé a Bélgica hace un año y al principio estuve muy a gusto leyendo mucho, paseando, haciendo excursiones en bici, practicando yoga y aprendiendo a tocar el ukelele, y lo disfruté un montón. Pero ahora que ya he aterrizado un poco más, me siento muy sola. Cuando salgo con los compañeros y las compañeras del trabajo me aburro mucho; siempre hablamos de lo mismo: el clima, la política y las cosas del trabajo. Les encanta quejarse, y no les veo contentos con la vida que llevan: siempre están soñando con tener más y se amargan la vida pensando en lo que no tienen. No sé si es porque soy más joven que ellos, pero el caso es que cuando estoy con ellos me siento todavía más sola. Aún no he podido encontrar a nadie que sea capaz de desnudarse y hablar de su vida; todo el mundo se queda en la superficie. Echo mucho de menos a mi gente de Extremadura y estoy pensando en volver, porque siento que, sin la gente a la que quiero, la vida es como un café sin azúcar, como un pan sin sal. Mi padre dice que es una locura, que aquí no hay futuro, que lo importante ahora es mi carrera, pero yo no lo siento así: lo importante para mí son los cuidados que doy y recibo de mi familia, de mis amigas y amigos, de los vecinos del pueblo. También siento que necesito el sol y estar al aire libre; esta ciudad gris de gente tan seria se me hace demasiado grande. Me chirría lo que me dice la autoayuda, porque parece que no soy feliz porque no encuentro la felicidad dentro de mí. Pero por más que la busco dentro de mí, es que no la encuentro. Yo soy feliz ayudando a mi gente cuando me necesitan, comiendo paella con mis padres, haciendo excursiones a la montaña con mis amigos, haciendo el amor con mi pareja, yendo al cine con mi primo, saliendo a bailar con mis amigas. Siento que soy feliz con los demás. Y por eso me pregunto: ¿se puede ser feliz estando tan sola y echando tanto de menos a tu gente?, ¿tú qué opinas?
Graziella

La verdad es que creo que no, Graziella, que la felicidad no está dentro de nosotras, que solo existe en relación con el mundo que nos rodea. Pero más que una opinión es un sentimiento: yo me siento feliz en relación con las demás. Para mí la felicidad está en las experiencias y los momentos que comparto con mi gente querida. A mí también me gusta mucho estar sola, y algunas de mis pasiones son muy solitarias, como leer y escribir, pero también necesito compartir con mi gente, reírme a carcajadas, parar los relojes, ver atardeceres, bailar y cantar toda la noche, tener conversaciones largas y profundas que me rompan los esquemas, aprender cosas nuevas... Y siento que esos momentos mágicos que vivo con ellos y ellas son los que hacen que la vida merezca la pena. La felicidad es siempre colectiva, y es un asunto político, además: si a mi alrededor la gente está sufriendo, yo no puedo ser feliz; si los demás me hacen sufrir, tampoco puedo ser feliz.

Por mucho que nos digan que solas en casa podemos ser muy felices, no es cierto: estamos aislados y aisladas, y cada vez más. Y nos dicen que la felicidad está en nosotras para que aprendamos a estar solas y nos acostumbremos a hacernos compañía a nosotras mismas. El capitalismo no nos deja tiempo para disfrutar con nuestra gente querida, por eso estamos todos tan solos y solas, produciendo y consumiendo sin parar, cumpliendo con los horarios y cada uno en su mundo.

Creo que la única forma de disfrutar sola es cuando tenemos vínculos hermosos con los demás y elegimos estar solas porque nos apetece. Así que entiendo que tengas ganas de volver a ver a tu gente y de recuperar tu vida social y afectiva: es tu pequeño tesoro y, para casi todo el mundo, tener una red de amor alrededor es uno de los mejores antídotos contra la tristeza y la soledad: la pandemia del siglo xxi.

Coral Herrera

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