Pasar al contenido principal

No quiere ser mi amigo

Llevo casada con mi compañero diez años, pero en realidad llevamos juntos más de veinte. Nuestro enamoramiento duró tres años, y después pasamos a ser buenos compañeros de vida. Pero en estos dos últimos años me he sentido a su lado muy aburrida. Ahora, con el confinamiento, los dos hemos estado teletrabajando en casa y no nos hemos podido airear en verano: durante nuestra relación, todos los veranos hemos tenido el mes de vacaciones en agosto, en el que cada cual se iba solo o con amigos y amigas de vacaciones. Pero este año ha sido imposible por el nivel de volumen de trabajo que hemos tenido, y el ambiente en casa está como viciado, como si no abriéramos las ventanas. Pasar santísimas horas juntos nos ha hecho a los dos muy mal, porque nos irrita todo del otro. Nos hemos vuelto los dos maniáticos, pero solo con el caos del otro, y tenemos muchas cosas que nos cabrean y nos hacen discutir, cosa que jamás había pasado. Creo que es porque antes de la pandemia ambos teníamos mucha vida social: él estaba en un sindicato y yo en un grupo feminista; él participaba en un huerto urbano y un taller de reciclaje de bicicletas, yo en una biblioteca popular y un club de lectura, y además los fines de semana siempre teníamos planes: paseos a la Sierra, fiestas en centros sociales, exposiciones, conciertos, charlas literarias, y coincidíamos poco. Así era fácil quererse. Ahora siento que no le soporto y que él no me soporta a mí, y estamos pensando en dejar de vivir juntos pero seguir con la relación. Aunque yo me planteo si después de veinte años de relación no deberíamos mejor separarnos y empezar una nueva etapa, cada uno por separado, y convertir nuestro amor en una relación abierta o en una amistad. Porque yo noto que tengo ganas de tener otras relaciones, de enamorarme de nuevo. El problema es que él me ha dicho que no quiere una relación abierta y que, si nos separásemos, no querría ser amigo mío. Y yo no quiero que se vaya de mi vida, quiero seguir disfrutando de él, solo que sin vivir juntos. Por más que insisto en lo de la amistad, no cambia de opinión, así que estoy pensando que igual lo mejor es seguir la relación, porque es un buen compañero y a veces pienso que no voy a encontrar otro igual, pero no sé si es por comodidad, por pereza o por miedo, ¿cómo lo ves tú?
Irati

Irati, te entiendo porque también he tenido relaciones largas en las que me ha pasado lo mismo. Es una enorme contradicción la que se genera en nuestro interior: ganas de seguir, ganas de soltar. Ganas de empezar una nueva etapa y, a la vez, una tremenda nostalgia del pasado. Es normal que nos dé miedo salir de la zona de confort, y a la vez es normal que nos entren unas ganas tremendas de romper la barrera y descubrir nuevos mundos amorosos. Por un lado sabes que estás al final de una etapa, y que eso es la vida: una sucesión de etapas en las que nos habitan personas diversas que nos dan su amor y a las que amamos. Vamos solas por la vida, caminando de la cuna a la tumba, y en el camino se van uniendo personas que nos acompañan, a veces unas horas, a veces unas semanas, a veces unos cuantos años. Nos resulta muy duro despedirnos de los seres queridos que se nos van muriendo, pero también de aquellos que quisimos con todo nuestro corazón y deciden seguir su camino por su cuenta o con otras personas. Cuando nos ocurre a nosotras, esa necesidad de separar los caminos, es duro también: por un lado queremos conservar a esa persona en nuestras vidas y por otro queremos echar a volar. Y es lindo volar, ampliar horizontes, conocer el mundo desde otras perspectivas, atreverse a aprender, a explorar, a vivir cosas nuevas, a tejer nuevos afectos y nuevas redes sociales. Sería maravilloso si tu chico quisiera ser amigo tuyo y seguir formando parte de tu mundo cotidiano, pero si no quiere, no puedes hacer nada excepto aceptarlo, decirle adiós con mucho amor y seguir tu camino. Lo que es seguro es que ninguno estáis bien en la situación actual, así que tendréis que negociar la transformación de vuestra relación, o el final, si no hay acuerdo. Lo importante es hacerlo con mucho respeto mutuo, empatía, escucha amorosa y comunicación: tanto cambiar como separarse requieren toneladas de amor y cuidados.

Coral Herrera

Suscríbete a Cáñamo