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Otras formas de ser felices son posibles

Soy Jana, vivo en una comunidad rural en el campo, en un espacio que es bastante hippy: practicamos el nudismo en verano, compartimos recursos y tareas, hacemos mucha vida en común... Yo trabajo de guarda forestal en el bosque, llevo aquí tres años y soy muy feliz. Ahora que estuve de vuelta en casa por Navidad, mis padres y hermanos aprovecharon para hablarme de sus miedos por el estilo de vida que llevo. Están muy preocupados porque no tengo pareja estable con treinta años, porque no tengo hijos, porque no estoy trabajando en una empresa, porque no sé lo que es pagar facturas, porque estoy muy delgada desde que me hice vegana, porque estoy tirando por la borda tantos años de estudios (soy ingeniera agrónoma), porque creen que me estoy saliendo del sistema y luego no voy a poder volver a entrar en él. Les escuché con mucho amor sin interrumpirles, y traté de explicarles por qué soy feliz haciendo lo que quiero. Pero no lo entienden. No logran entender por qué siempre aparezco en las fotos con chicos distintos, por qué nunca traigo ninguno cuando vengo a la ciudad, por qué no quiero tener hijos (ni ahora ni después), y me quedo sin argumentos. Me angustia verles angustiados; ellos dicen que quieren verme feliz... Pero ¿cómo les explico que estoy en uno de los mejores momentos de mi vida, haciendo lo que me gusta, rodeada de gente que me gusta y que no necesito a un hombre en mi vida para ser feliz?, ¿cómo hacerles entender que para nada estoy sola y que mi meta en la vida no es construir una familia feliz, que ya me siento en familia con todos los amigos que tengo por todos lados? Me siento un poco culpable, pero tengo claro que, si hiciera lo que ellos creen que debo hacer, no sería feliz. Me gustaría que me dieras argumentos para convencerles. Mil gracias, Coral.
Jana

Jana, la verdad que tendría que bastar tu palabra para que te creyeran. Eres tú la que mejor sabes cómo te sientes, qué necesitas para estar bien, qué es lo que no quieres en la vida, qué es lo que quieres. Te entiendan o no te entiendan, tienen que respetar tu estilo de vida, tus elecciones y decisiones, con sus errores y aciertos. En este momento de tu vida estás así, en unos años puedes cambiar, pero lo cierto es que, hagas lo que hagas, ellos solo pueden aceptar y respetar.

La culpa es un arma muy poderosa del sistema para tenernos a las mujeres sumisas y obedientes. Tú piensa que tienes que ser fiel y leal contigo misma, con nadie más, y que la felicidad de tus seres queridos no depende de ti: nunca lo hacemos bien para todo el mundo; los reclamos y las críticas pueden durar toda la vida, y da igual lo que hagamos, siempre nos van a pedir más.

Quizás si les invitas a pasar unos días en la comunidad y te ven allí con tu vida normal, eso les ayude a entender por qué valoras tanto vivir y trabajar en el campo, por qué te gusta vivir con gente y por qué eres feliz allí. No sé qué tan abiertos son para ello, pero sí pienso que les puede ayudar a entender que el amor de pareja no es el único amor, que hay muchas formas de relacionarse y de quererse, que cada cual tiene que pensar en lo que quiere y no en lo que quieren los demás para ti, que lo importante es ser consecuente con el estilo de vida que has elegido, que en realidad no afecta a nadie ni perjudica a nadie, y a ti te está sentando de maravilla. Quizás estando allí se den cuenta de que no hay una forma normal o correcta de ver la vida, que hay muchas maneras de vivirla, y que hay gente que no puede ser feliz dentro de una oficina, pagando facturas y sin tiempo para disfrutar del dinero que gana. Creo que cuando abres tu horizonte y ves otras formas de relacionarse y de organizarse, es cuando te das cuenta de que no hay un modo único de vivir la vida, que cada cual tenemos unas necesidades y unas apetencias diferentes, que la gente que asienta la cabeza y monta una familia feliz no siempre es feliz, y que hay muchas maneras de crear una familia además de la tradicional.

Prueba a ofrecerles una visita, seguro que se les quitan todos los miedos y las preocupaciones. Y si no pueden, lo que sí tienes que pedirles es que te acepten tal y como eres, porque todos y todas necesitamos sentirnos aceptadas y queridas en nuestras familias. Estoy segura de que con el tiempo entenderán que, aunque no sigas los mandatos sociales (o precisamente por ello), eres feliz siendo como eres.

Coral Herrera

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