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Salir de fiesta: ahora me toca a mí

Llevo cuidando toda la vida a mi compañero, que me ha dado muy mala vida. Ha tenido muchísimos problemas que me han afectado a mí: problemas con su alcoholismo, problemas con su negocio y con las deudas, problemas con sus ex, problemas con sus hijas, problemas con el control de la ira, problemas de todo tipo. Ha sido siempre un hombre muy atractivo y me ha puesto los cuernos mil veces, así que me ha tocado sufrir mucho con él, por sus constantes mentiras y porque sus amantes me han hecho daño, hasta han venido a mi casa a llorar. Yo he sido la que he sacado adelante a nuestra familia (tenemos dos hijos), con un salario muy pequeño, y aunque él me decía (cuando le iba bien en los negocios) que dejara de trabajar, me siento muy aliviada de no haberlo hecho nunca, porque él lo mismo estaba forrado, que caía en bancarrota, y de las peores hemos podido salir gracias a mi dinero y a mis ahorros. A él no le ha faltado nunca de nada: siempre ha tenido su ropa planchadita, la comida preparada, la casa en orden, la nevera llena... Vamos, que ha vivido como un rey. El tema es que cuando mi hijo pequeño se independizó, yo me lancé como loca fuera de casa y empecé a hacer todo lo que no había hecho durante todos estos años. Me apunté a clases de baile y ahora tengo un grupo de gente maravillosa con la que bailo los fines de semana, donde he conocido a mi nuevo amor. Ahora que estoy más feliz que nunca, resulta que me tengo que volver a encerrar con él en la casa porque el tío ha tenido un ictus que le ha dejado paralizada la mitad del cuerpo. Puedes imaginarte cómo me sentí cuando los médicos me hablaron del cuadro que tiene mi marido, que, además de ir en silla de ruedas, tiene diabetes, tres venas del corazón obstruidas y la cuarta que le funciona al treinta por ciento. Y él ni sabe tomarse la medicación (son muchas pastillas al día). 

Total, que tengo una contradicción enorme porque por un lado quiero vivir mi vida, siento que ahora me toca a mí, que ya le cuidé demasiado, que mi última etapa la quiero vivir para mí, que me lo merezco. He hablado con sus hijas, que tampoco le quieren cuidar, y me han dicho que no me quede encerrada en casa con él, que lo meta en una residencia, y que ellas aportan cada mes, porque mi marido no tiene pensión, nunca quiso cotizar como autónomo. No pensaba envejecer, ni mucho menos enfermar, nunca se preocupó por su salud ni por su futuro. 

Yo me jubilo en dos meses, y mi pensión va a ser muy pequeña. El problema es que cada vez que veo en el telediario cómo tratan a la gente en las residencias, me pongo mala, porque me doy cuenta de que a mí no me gustaría acabar en una, no en esas condiciones. Ahora mi marido está deprimido por su situación, y nos trata a todos fatal, es insoportable estar a su lado, y no agradece nada a nadie. Nos trata mal a todos, incluso a sus hijos cuando vienen a cuidarle los fines de semana para que yo me pueda ir con mi amante. Ellos me dicen que lo mejor es que se vaya a una residencia, sobre todo desde que ha empezado a meterse conmigo porque me voy los fines de semana. Está cada vez más gruñón, más agresivo y más estúpido. El otro día dijo que se quiere morir y nos amenaza con quitarse la vida. Está rabioso y creo que es que sospecha que tengo un amante, que por cierto es un hombre que me cuida, me quiere, me trata genial, y con el que el sexo es una maravilla. Yo no quiero que mi marido se sienta mal, pero lo que no voy a hacer es renunciar a mi vida. Mis hijos y sus hijas trabajan mucho y no pueden ni quieren hacerse cargo de él, porque él nunca les ha cuidado. 

Yo mi cuota de cuidados ya la tengo más que cubierta. El otro día mi amante me dijo que quiere dejar de estar en la clandestinidad, que quiere formar parte de mi vida, y que me vaya a vivir con él. Pero yo la verdad es que me siento muy mal pensando en mi marido, me da mucha pena verle así, y creo que si le dejo será un duro golpe para él. ¿Tú qué harías? 

Denisse

Yo me iría con mi amante, sin ninguna duda. Tu marido no sembró, así que ahora no tiene para cosechar. No cuidó a nadie, así que ahora nadie quiere hacerse cargo de él. A ti te toca pensar en tu felicidad, no en la de él. En tus necesidades, no en las de él. En tu propia vida, no en la de él. Él no pensó nunca en ti, y encima en vez de sentirse agradecido, te trata mal y se permite el lujo de ser insoportable. Si te quedas a cuidarle, no te lo va a agradecer, y además no es tu responsabilidad, sino la de sus hijas y sus hijos. Son ellos los que tienen que pagarle la residencia, y tú, ahora que te jubilas de un trabajo, tienes que aprovechar para jubilarte del otro trabajo y echar a volar. Te lo mereces, es un tema de justicia social: tú ya has cuidado bastante de él, él ha pasado muchos años de fiesta, y ahora te toca disfrutar a ti. Cuidar a una persona dependiente que no te quiere es una tortura; piensa que pueden ser muchos años y que cuando él se vaya, tú te quedarás hecha polvo, sobre todo si dura muchos años. No dejes que la culpa te encierre con un tipo que no te quiere, no te cuida y no te trata bien: te mereces poder vivir tu historia de amor y disfrutarla. Son millones de mujeres las que están en tu misma situación, o parecida, pero muchas no pueden escapar: hazlo por ellas. Tienes el apoyo de tu familia. ¡Suelta lastre y echa a volar! Un abrazo enorme, amiga. 

Coral Herrera

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