Creo que tienes razón. A mis amigas y a mis amigos que se han separado con custodia compartida les veo más felices que cuando estaban juntos. A mis amigos no les ha costado nada volver a follar y a tener relaciones, y ahora pueden vivir como papás ejemplares una semana, y otra semana como chicos jóvenes sin cargas familiares, libres como el viento. La verdad es que les veo muy bien a todos, pero es porque son hombres autónomos que saben cuidarse y llevar su propio hogar. 

Los que no son autónomos lo que hacen es buscar sustitutas: acuden a sus madres y hermanas para que les ayuden en la crianza, pagan a una mujer para que les limpie la casa y les cocine, buscan una novia para tener sexo fijo y acaban volviéndose a casar y a repetir la misma estructura de relación. 

También tengo amigos y amigas atrapadas en su relación de pareja que no se separan principalmente por el tema económico, porque todas están destinando un salario entero a la vivienda. Al final viven un poco como compañeros de piso, tratando de equilibrar el reparto de tareas. 

En las parejas que sí pueden separarse, los hombres se quedan la mayor parte de las veces por comodidad. Puede ser una lata tener una compañera que te está montando broncas todos los días, pero quieras que no la vida es más fácil cuando tu mujer se encarga de todo y tú solo ayudas. La vida es mucho más fácil cuando te cuidan y se preocupan por ti. Tener una cocinera, enfermera, secretaria, psicóloga, niñera, limpiadora gratis es una razón de peso para no separarte. 

La vida es más fácil cuando tu pareja resuelve los problemas, toma decisiones y lleva el timón del barco. Así tu puedes dormir la siesta, disfrutar de las vistas, charlar con tus amigos, contemplar los atardeceres y las noches estrelladas, y salir a nadar de vez en cuando. 

También es verdad que hay muchos hombres que les gusta tener un freno de mano, una mujer que ejerza de madre y les ate en corto, que les obligue a actuar con sentido común, que les ayude a autocontrolarse, que les guíe en la senda del camino correcto, que les regañe cuando se descontrolan, que les perdonen cuando hayan cumplido con su castigo. Hay hombres que afirman que, sin sus mujeres, estarían todo el día de fiesta con los amigos, así que les viene bien cuando su mujer baja al bar para obligarle a subir a casa. Anhelan la libertad, pero son como los pájaros, que, cuando ven abierta la puerta de la jaula, prefieren quedarse dentro porque tienen miedo a lo desconocido, y están más a gusto entre rejas. 

Es cierto que, cuando tu compañera se convierte en tu madre, es como volver a ser adolescente, y por eso muchos de los hombres no acaban de conquistar su autonomía y de convertirse en adultos funcionales. Muchos se pasan todo el día burlando la vigilancia y desobedeciendo normas, y disfrutan viendo a su esposa madre cabreada, porque al final viven en una eterna lucha de poder con ellas. Y aunque a veces quisieran salir corriendo, se quedan porque prefieren la guerra que la soledad. Y se conforman con las escapaditas. 

Ahora bien, ¿qué pasa cuando las que se hartan de tanta bronca son ellas? Piensa dos cosas: nosotras no podemos hacer escapaditas, así que la olla a presión estalla antes. La mayor parte de las demandas de divorcio las ponen las mujeres, lo que significa que somos nosotras entonces las que damos el paso. Así que es probable que tus amigos estén resignados a vivir así porque saben que igual no encuentran otra que aguante tanto. O quizás están simplemente esperando a que les dejen. Siempre es más cómodo que lo hagan ellas. 

Estoy segura de que los hombres serían más felices si fueran más valientes y más autónomos. Pero la mayoría son muy dependientes y no saben vivir solos. En el fondo les da miedo la libertad, aunque muchos se pasen la vida soñando con salir de la jaula y echar a volar.