Estoy convencida de que con una renta básica universal (RBU) nuestras relaciones serían más igualitarias y menos interesadas que ahora. Muchas de nuestras relaciones de pareja se sostienen por la falta de autonomía económica y la precariedad de los cónyuges: aunque hace muchas décadas que existe el divorcio en España, lo cierto es que muy poca gente puede divorciarse, porque estamos empleando un salario entero en el alquiler o en la hipoteca. Solo tendremos relaciones en libertad y en igualdad cuando no tengamos que estar unidos por la necesidad económica y tengamos autonomía plena, especialmente las mujeres, que cobran casi un veintitrés por ciento menos que los hombres. 

A quienes más beneficiaría tener unos ingresos dignos garantizados es a las mujeres. Todas las que quisieran divorciarse podrían hacerlo. Teniendo en cuenta que las propiedades del planeta están en manos de los hombres (las tierras, los edificios, los medios de producción y de comunicación, los bancos, las empresas más poderosas) y que unos pocos acaparan el poder (banca, Iglesia, ejército, lobbies, narco, mafias) y los bienes y recursos comunes, entonces la RBU nos podría otorgar autonomía económica y liberar de golpe de tener que trabajar para los hombres, tanto en la fábrica como en la casa. Las que quisieran seguir emparejadas, tendrían mucha más fuerza que la que tienen hoy para negociar el reparto de tareas y evitar el abuso de sus compañeros. 

Podrían vivir solas y tener amantes, podrían vivir con otras mujeres y podrían elegir con mucha más libertad si quieren tener hijos e hijas y a qué edad querrían tenerlos. Las que quisieran criar a sus propias crías podrían hacerlo. 

Los hombres sin pareja no podrían contratar, como hoy, a mujeres para la explotación doméstica, sexual y reproductiva: millones de mujeres, al salir de la pobreza, podrían liberarse de la explotación y el negocio de compra-venta de bebés y de alquiler de mujeres se desplomaría por falta de mercancía. 

Con una renta básica universal, las mujeres follaríamos más porque no estaríamos angustiadas por los gastos y los ingresos, no tendríamos tanto miedo al futuro y podríamos salir de la precariedad. Podríamos liberarnos del agotamiento, que nos tiene empastilladas a todas. Una vez que dejemos de trabajar gratis para los hombres, tendremos más tiempo para dormir, para descansar y para disfrutar de la vida. 

Con los ingresos básicos garantizados, tendríamos muchas más ganas de gozar en la cama y más tiempo para recrearnos en el placer sexual, porque el sexo dejaría de ser un medio para conseguir otras cosas y pasaría a ser un fin en sí mismo, para ser disfrutado como a cada una le apetezca y con quien le apetezca. 

Estos ingresos garantizados nos permitirían vivir una vida más acorde a nuestras apetencias, a liberarnos de la angustia y del estrés, y a tener relaciones más libres y más igualitarias con los hombres. Y estoy segura de que también con las mujeres, puesto que sería más fácil crear estructuras de cooperación y apoyo mutuo, en la medida en que dejaríamos de competir entre nosotras por un marido o por un puesto de trabajo. 

A los hombres también les vendría bien la RBU: les permitiría liberarse de la explotación laboral y  trabajar menos horas. Con más tiempo libre y más descanso, también tendrían más ganas de tener relaciones sexuales. Es cierto que se quedarían sin asistentas y que tendrían que aprender a tratar a sus parejas como compañeras, pero les vendría muy bien para ser por fin autónomos y para aprender a cuidarse a sí mismos y a cuidar sus relaciones. 

Todo son ventajas con la RBU, como ves. Y cada vez somos más las personas que estamos apostando por ella como uno de los métodos más rápidos y efectivos de acabar con el sufrimiento que causan la pobreza, la explotación y la violencia.

Si nuestras vidas son mejores, también mejorarán nuestras relaciones sexuales y sentimentales. Si trabajamos menos, seguro que follamos mucho más. Te mando un abrazo muy grande desde Málaga.