Tu utopía del amor
Pues qué buen tema me planteas; la verdad es que depende del día en que me pilles. Hay días en que pienso como tú, y días en que despierto con una gran fe en la humanidad. Hay días en que percibo cambios en la gente, y me da esperanza saber que hay barcos en el Mediterráneo con gente que salva vidas a diario. Veo a mi vecina Carmen, tan empoderada, solidaria y luchadora, y a su sobrina aprendiendo de ella, y pienso que claro que podemos. Hay días en que pienso que cuando nos vean en el futuro pensarán: “Pobrecillos, qué primitivos andaban aún en el siglo xxi”. Otras veces, cuando veo los telediarios o cuando leo los informes sobre cómo le va a la población, me hundo en la miseria pensando: “no avanzamos, estamos condenados a nuestra propia estupidez y nos extinguiremos llenos de dolor y haciendo sufrir mucho a los demás seres vivos”. Mi cabeza me dice que el tema del poder es sobre todo cultural y que, en la medida en que nos replanteemos nuestra relación con el poder y nos atrevamos a imaginar otras formas de utilizarlo, podremos cambiar también nuestras formas de relacionarnos y de organizarnos social, económica y políticamente. Ahora mismo creemos que lo normal es explotarnos los unos a los otros, porque nos creemos que el capitalismo es la única realidad posible, pero en la medida en que podamos imaginar otras realidades, otros sistemas, otras formas de relacionarnos, podremos ir avanzando. A veces siento que es una tarea colosal despertar a la gente para empezar a pensar colectivamente porque estamos anestesiados, nos encanta escapar de nuestras realidades en lugar de trabajar para crear otras, y queremos que nos lo den todo hecho: queremos las fórmulas mágicas para disfrutar del amor sin tener que trabajar en nuestra propia transformación. Es decir, el mito del milagro romántico frente a la realidad de tener que trabajártelo a fondo. Yo he optado por ponerme a lo mío en primer lugar y en juntarme con gente que se lo está trabajando como yo: entiendo que esto también es un fenómeno de contagio y que, a falta de referentes sobre otras formas de ejercer el poder y de relacionarnos, tendremos que inventar sobre la marcha, investigar y probar a ver qué nos ayuda a estar mejor y a vivir mejor. La verdad es que la pandemia a mucha gente le ha ayudado a comprender el valor de los cuidados, lo que no sé es si seremos capaces de juntarnos masivamente para ponerlos en el centro de la vida y de la agenda política. A mí me ayuda tener esa utopía en el horizonte. Porque la utopía es un camino, como decía Galeano, y yo voy hacia ella, y ella también avanza hacia delante. Entonces pienso que se hace camino al andar y que el trabajo que yo hago conmigo misma puede servirle a los demás, ahora o en el futuro, y que sería hermoso si pudiésemos contagiar a los demás con estas utopías colectivas, ahora que todo el mundo prefiere utopías personalizadas y customizadas. ¡Seguimos! Un abrazote.