Un mundo sin parejas

He leído que las mujeres cada vez aman más la soltería, y muchas han dejado de buscar a su príncipe azul. Y yo no paro de hacerme esta pregunta: ¿qué pasaría si los humanos dejáramos de vivir en pareja?, ¿qué cambios experimentaría nuestra sociedad?, ¿se acabaría el mundo tal y como lo conocemos hoy?
Qué pregunta tan interesante, Noa. Es cierto que cada vez más mujeres eligen vivir solas, y que ahora se llevan más los amantes, y la estructura del “tú en tu casa, y yo en la mía”. Antes los hombres no podían vivir solos y dependían completamente de su criada, pero ahora por fin están aprendiendo a cuidarse a sí mismos y a cuidar sus hogares. Ante la escasez de siervas domésticas, los hombres están aprendiendo las tareas básicas para la supervivencia y están trabajando en su autonomía. Y esto les está haciendo más libres porque ya no tienen que encerrarse en la jaula del amor ni sentirse atrapados en la cárcel del matrimonio.
También es verdad que algunos se resisten y están pidiendo a voces un regreso al pasado, pero solo sería posible volver a confinar a las mujeres al espacio doméstico ejerciendo una violencia y una represión descomunal sobre ellas. Para poder someter a las mujeres y usarlas como siervas, sería necesario instaurar una religión muy violenta y autoritaria, al estilo de lo que está sucediendo en Afganistán.
Los cambios sociales son imparables, por mucho que se resistan los hombres tradicionales. Si las mujeres seguimos trabajando en nuestra liberación, en el futuro solo podrán tener éxito reproductivo los hombres que se adapten a estos cambios sociales. Los hombres cuidadores y autónomos resultarán mucho más atractivos que los hombres machistas, así que los que deseen emparejarse y tener hijos e hijas tendrán que quitarse la corona y renunciar a sus privilegios.
El florecimiento de los hombres cuidadores tendría también un impacto muy positivo en la infancia y en la salud mental de la población adulta, porque desaparecerían los padres ausentes y los abandonadores. Los niños intentarían imitar a sus padres cuidadores, y esto tendría un impacto muy positivo en la masculinidad, porque los hombres ya no educarían a sus hijos en el miedo contra las mujeres ni les empujarían a mutilarse emocionalmente a sí mismos para poder sobrevivir.
Los índices de violencia caerían en picado, dado que las estructuras de relación ya no estarían basadas en la dependencia mutua, sino en la libertad y en la igualdad. Podríamos construir relaciones libres de abuso, de explotación y de violencia, basadas en el compañerismo y el apoyo mutuo. Al cambiar nuestra forma de relacionarnos, cambiaríamos también nuestra forma de organizarnos, y estoy segura de que podríamos trabajar mano a mano en la construcción de una sociedad mejor.
¿Qué pasaría si los hombres que cuidan siguen siendo minoría, como sucede hoy? Que las familias serían cada vez más diferentes y diversas. Las mujeres seguirán relacionándose sexualmente con los hombres, pero ya no compartirán techo ni proyecto de vida en común. La tendencia actual es permanecer soltera y crear comunidades con otras mujeres, y si los hombres no se adaptan a los cambios, entonces se quedarán fuera de las nuevas estructuras sociales.
Todas las crisis son una oportunidad para el cambio: desde que los hombres perdieron su rol principal de semental y proveedor, muchos están viviendo una crisis de identidad. Por un lado están los que se trabajan a sí mismos para poder estar a la altura de lo que buscan las mujeres en un compañero. Y por otro lado, los hombres que se resisten con uñas y dientes a los cambios.
Cuando las mujeres nos hayamos liberado del todo, a estos últimos les va a costar mucho encontrar pareja. Las mujeres somos cada vez más selectivas, y esto está teniendo un impacto muy profundo en los hombres: la pelota está de su lado. Les toca a ellos hacer el cambio, y los que más tarden en evolucionar se quedarán fuera del juego.
Si en el futuro la pareja heterosexual se convierte en un fenómeno menos común que ahora, no creo que nuestra sociedad se derrumbe. Los humanos nos hemos organizado siempre en estructuras grupales, no duales, así que sobreviviríamos perfectamente formando otro tipo de familias y de comunidades.
Aunque la pareja romántica parezca una estructura eterna, no lo es. Todas las sociedades evolucionan y van cambiando sus formas de relacionarse, de amarse, de organizarse social, política y económicamente hablando. La buena noticia es que los humanos tenemos las habilidades, los conocimientos y la tecnología necesaria para mejorar nuestras estructuras sociales, emocionales y relacionales. Y que las mujeres ya estamos trabajando a fondo en esas mejoras: solo falta que se nos unan los hombres.