¿Cómo forrarse legalizando?
La relación directísima entre los financieros y los políticos en el poder ya no se molesta en desmentirla nadie. Y si no que le pregunten a cualquier presidente de un país -éste donde nos han tocado sobrevivir, sin ir más lejos- de quién dependen sus decisiones.
Pues todavía no saben cómo hacerlo. Últimamente están muy ocupados buscando el modo de forrarse legalizando lo que ellos llaman drogas. Y ellos son los de siempre. Ya se sabe, los bancos y los gobiernos a sus órdenes. Y creo que no es necesario ponerse más alambicado para decir lo que resulta evidente. La relación directísima entre los financieros y los políticos en el poder ya no se molesta en desmentirla nadie. Y si no que le pregunten a cualquier presidente de un país -éste donde nos han tocado sobrevivir, sin ir más lejos- de quién dependen sus decisiones.
Utilizando ese insoportable lenguaje característico suyo hecho para engañar, responden indirectamente que de los mercados, o el Banco Central Europeo, o incluso del Fondo Monetario Internacional. Con recordar que de este último organismo fue gerente uno nuestros explotadores más próximos, Rodrigo Rato, basta para entender cuáles son los objetivos de esos nidos de ladrones. ¡Ah! La coincidencia de su apellido con el mío es una puñetera casualidad.
Llevaban decenas de años empeñados en una gran cruzada contra las drogas. Influidos por americanos del tea party antes de que se llamase así a la peligrosa manada de carcas defensores de las buenas costumbres, la ONU e instituciones dependientes, tipo Organización Mundial de la Salud, imponían la prohibición. Detenciones, cárceles, multas y centros psiquiátricos en el mejor de los casos, forman parte de su arsenal. Con él librarían al mundo de la terrible plaga de la drogadicción. Así que más policía, más informes delirantes y malintencionados de científicos a sueldo de multinacionales sobre los terribles efectos de semejante calamidad; más asociaciones en defensa de los ciudadanos decentes que no quieren que sus hijos sean víctimas del espantoso vicio. Algunas presididas por reinas. La de España, por seguir con aquí cerca.
Hay que hacer algo, porque además las estadísticas indican que gran parte del personal, consumidor o no, se muestra contrario a la prohibición.
Y de pronto se les cae el sombrajo. Un sombrajo que cotiza en Bolsa, no se vaya a creer. Los miles de millones -marea imaginar esas cantidades-, que planeaban ganar resulta que van a manos de irresponsables narcotraficantes. Sí, por supuesto que los bancos no tienen reparos -el dinero es ajeno a la moral- en lavar las ganancias de esos peligrosos delincuentes. Pero empiezan a protestar personajes con gran proyección pública. Vargas Llosa, un premio Nobel no especialmente dado a salirse de madre, es uno de ellos. Hacen públicos manifiestos denunciando la escasa eficacia de la guerra contra la drogas. Cuesta mucho y consigue poco. La gente se sigue drogando aunque los medios empleados para ganarla aumenten cada vez más. Hay que hacer algo, porque además las estadísticas indican que gran parte del personal, consumidor o no, se muestra contrario a la prohibición.
Es más, desafiando a la burocracia que ha establecido los tratados globales, en algunos sitios, como Uruguay o los estados de Colorado y Washington, se legaliza el consumo de marihuana. Y no sólo para uso médico. También para que uno se lo pase bien usándola. ¡Alarma!
Una llamada Commission on Narcotic Drugs (“Comisión sobre las drogas narcóticas”) dependiente de la ONU se reunió en Viena el mes de marzo pasado. Aunque bastantes exaltados insultaron a los gobernantes de esos lugares desobedientes -gritaban, literalmente, que eran unos “piratas”-, la opinión general de los funcionarios fue más moderada. Y reconoció que las “sanciones criminales no son benéficas”. Quedaron en volver a reunirse en 2016 con objeto de volver a tratar el asunto.
Por los datos sobre los problemas que están teniendo en Colorado para aplicar la resolución adoptada democráticamente, uno sospecha que los bancos y los gobiernos no encuentran modo de forrarse en tal circunstancia. Buscan el modo de ganar con impuestos -prohibiendo el cultivo para el autoconsumo, faltaría más-; y con los beneficios económicos que eso les pueda suponer, lo que pierden con la supresión del narcotráfico a gran escala. En cuanto lo averigüen, y si no al tiempo, los organismos internacionales se pronunciarán a favor de la legalización. Y a hacer caja, que es lo suyo.
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