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Altas dosis de ketamina pueden “apagar” el cerebro temporalmente, dice un estudio

Científicos que están buscando un tratamiento para la enfermedad de Huntington puede que hayan descubierto de manera accidental qué es lo que produce el conocido como “K-hole” de la ketamina.

En el estudio publicado en Scientific Reports, identificó dos fenómenos cerebrales únicos que podrían ayudar a explicar exactamente cómo la ketamina afecta al cerebro. Investigadores de la Universidad de Cambridge en Inglaterra realizaron inicialmente este estudio para descubrir cómo algunos medicamentos afectan a las personas diagnosticadas con la enfermedad de Huntington, un trastorno genético que causa la descomposición progresiva de las células nerviosas en el cerebro.

Como bien saben los veterinarios, la ketamina se ha utilizado durante años como analgésico. Desde hace un tiempo, comenzó a probarse la ketamina en tratamientos contra el Síndrome de estrés post-traumático o la depresión. Sin embargo, los autores del texto aseguran que rara vez se ha estudiado los efectos de la ketamina en el cerebro.

Debido a que los efectos de la ketamina son similares en los mamíferos y en los humanos, los científicos testaron la droga con ovejas. No es capricho: las ovejas se consideran que tienen un sistema nervioso parecido al nuestro y sirven como pre-modelos clínicos adecuados antes de probar las medicinas con humanos.

Seis de las ovejas recibieron una dosis alta única de 24 mg / kg de ketamina, mientras que los otros seis sujetos recibieron una dosis más baja. La actividad cerebral de cada animal se midió mediante electroencefalografía (EEG), que puede registrar cambios inmediatos en las ondas cerebrales. Todas las ovejas fueron colocadas en cabestrillos veterinarios, evitando que se caigan o se lastimen mientras están sedados. Este último detalle, pese a que poco relevante, seguramente aliviará a los animalistas.

Después de recibir la ketamina las ovejas se quedaron dormidas. Cuando fueron despertando se observó un fenómeno especial. Las lecturas de EEG comenzaron a saltar desde las frecuencias bajas a las altas, comenzando con intervalos irregulares pero que llegaron a ser regulares pasado un tiempo. Lo interesante aquí, según el estudio, es que las ovejas muestran esa irregularidad en el EEG en el mismo momento en el que los humanos que toman ketamina suelen asegurar que “su cerebro se separó del cuerpo”. En otras palabras, el “K-hole”.

Otra cosa que se observó fue que la oveja a la que se le dieron altas dosis de ketamina “desconectó” su cerebro durante un tiempo. Este fenómeno nunca se había reportado. No se trata solo de una reducción de la actividad, sino un parón temporal completo.

Todos estos fenómenos que se han observado aún carecen de relación con poder ser aplicados para un tratamiento eficaz de algo. Pero así es la ciencia, se descubren cosas que no necesariamente tienen una utilidad inmediata.

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