Desde hace unos meses los estadounidenses que apoyaron la legalización de la marihuana temen que se produzca una campaña federal a gran escala con el fin de obligar a que se apliquen las leyes del país sobre las de cada estado. Hasta el momento Donald Trump no se había pronunciado acerca del asunto de la marihuana para uso medicinal, por lo que la sombra de la campaña estaba flotando sin control alguno. Por desgracia, lo que ha dicho Trump mantiene en la oscuridad lo que los federales están dispuestos a hacer.

Según Trump “La división B, sección 537 dice que el Departamento de Justicia no puede usar fondos para prevenir la implementación de las leyes de marihuana medicinal en los estados y sus territorios. Trataré esto consecuentemente con mi responsabilidad constitucional de cuidar que las leyes se ejecuten adecuadamente”. 

Trump se mantiene en la fina línea de la ambigüedad. Por una parte, parece que el presidente de los EE.UU. se compromete a no entrometerse en los asuntos de cada Estado, pero, por otra parte, alude veladamente a que podría imponer las leyes federales sobre las de cada estado. 

Para Tom Angell, de Marijuana Mayority, grupo de lobby para la legalización de la marihuana y del uso medicinal del cannabis, cree que esta declaración no muestra necesariamente que se planee una campaña federal. Por su parte Michael Collins, jefe de una importante asociación sobre las políticas de drogas en el país, considera que Trump está mandando mensajes contradictorios: “mientras que en la campaña electoral se aseguró que estaba al 100% con los programas medicinales, ahora está lanzando serias dudas de si la Administración apoya lo que hace cada Estado”. 

¿Qué pretende hacer Trump con la ayuda de Jeff Sessions, su fiscal general? ¿Levantará la campaña federal o, como sugirió Sessions “no es una prioridad en estos momentos”?