Ahora que se ha desvanecido la justicia mediática, el populismo punitivo y el moralismo sensacionalista sobre la destrucción de la dosis personal de drogas para “proteger a los niños”, es bueno hacer una reflexión crítica sobre el papel que han jugado los medios de comunicación en el debate sobre el derecho al porte y consumo de la dosis mínima, así como la manera en que han reportado la prohibición del uso del glifosato para combatir los cultivos de coca. Ambos derechos adquiridos por la sociedad que ahora el presidente Iván Duque pretende echar para atrás de un solo plumazo. 

En una dura crítica La Silla Vacía tituló que “Los medios le copian el tono moral al Gobierno con la dosis mínima” y reprochó a reconocidos periodistas como Julio Sánchez Cristo, Vicky Dávila y María Isabel Rueda su estrategia de usar las emociones y el sentimiento de las personas para posicionar una agenda que el gobierno no puede defender con evidencias sobre su eficacia. 

Los primeros en levantar la voz contra la manipulación de los medios en este asunto fueron los colegas de Acción Técnica Social, en un texto publicado en su web con el explicativo título de “Cuando lo extraño se maximiza y lo general se invisibiliza. Drogas y medios de Comunicación”. ATS ponía el acento en cómo a la prensa lo que le interesa es la excepción y no la regla, y cubre con lágrimas y llanto lo que la evidencia no puede demostrar. El texto termina sentenciando que “uno de los fracasos más estrepitosos que va a tener Duque y Trump hacia el final de su mandato, es fracasar una vez más en las políticas prohibicionistas de drogas. Cuando Duque fracase, también van a fracasar todos los que lo acompañaron ciegamente en esta idea errada; y ese también será un fracaso para la prensa”.