Permítanos esta frivolidad. Vivir en un mundo donde se bombardea a niños, se dispara a la personas por la espalda, se atropella a gente en mercados navideños, se firman sentencias de muerte contra consumidores de droga, donde se vive en condiciones inhumanas, que reseñemos que la cantante Miley Cyrus se haya tatuado una hoja de marihuana es, cuanto menos, una broma de mal gusto. 

Pero insistimos, permítanos esta frivolidad. Al menos que sirva para olvidar por unos minutos que las desigualdades que sufrimos nadie las quiere restañar; que hay leyes para los que mandan y otras para los que obedecemos; que el crimen organizado trafica con mujeres a las que se las priva de libertad mientras sus cuerpos son explotados. Sí, permítanos ser un poco frívolos. 

La afición de Miley Cyrus por la marihuana es de sobra conocida. Incluso ha planeado una boda “cannábica” con el actor Liam Hemsworth: “quiero que todos acaben bien colocados”. El también cantate Wiz Khalifa dijo sobre ella: “¡Una locura! Ella es energía pura, ¿entiendes? Y fuma un montón… Cada cinco minutos me viene con, ‘Wiz, ¿cómo que no tienes enrollado un porro? ¿Pero qué pasa?” 

Pues bien, Cyrus se ha querido inmortalizar su amor por la maría con un tatuaje que simboliza la planta. Lo ha hecho en su tobillo y lo mostró a través de su Instagram.

Solemos decir, y creemos estar en lo cierto, que este tipo de cuestiones tienen un peso simbólico importante. Es verdad que el hecho de que Cyrus se tatue es un asunto verdaderamente menor, pero que la idea de normalización llegue a tantísima gente   es positivo para los que quieren que la marihuana sea un producto legal (la foto tiene 400.000 me gusta en el momento que se redacta esta noticia).