No sé cuántas veces habéis tenido ganas de meteros una raya de cocaína en una comisaría de policía, pero desde aquí os recomendamos con amor que os lo penséis dos veces antes de hacerlo. Cosa que esta mujer de Connecticut (EE.UU) debería haber hecho.

El día de Navidad la policía de Ledyard en Connecticut recibe una llamada alertando de que alguien está conduciendo de forma errática por el centro del pueblo. No tardan mucho saber que la conductora es una tal Nicole Hunter de 25 años e iba conduciendo como un auténtico demonio.

Es un pueblo pequeño, todos se conocen y la policía va directamente al domicilio. Allí la encuentran dentro del coche en la puerta de su casa. La policía se alerta porque la temperatura ese día es bastante baja. Hunter, en lugar de tratar de salvar los muebles de una posible detención, pierde los nervios y se pone a gritar como una loca.

Los policías la detienen y la llevan a comisaría para que pase la Nochebuena en el talego. Pero la cosa se pone mucho peor para ella. A fin de cuentas, gritarle a la policía y conducir de manera temeraria son conductas menores y Hunter seguramente saldría de la cárcel en breve pero, en fin, parce que la chica iba demasiado acelerada como para pisar el freno.

Uno de los policías ve cómo la detenida ha sacado un pequeño recipiente y pone sobre la mesa lo que parece ser cocaína. Ella está tratando de meterse una raya en mitad de la comisaría de policía. La policía se lo impide y, en efecto, al analizar el polvo de la mesa resulta que es cocaína.

La broma le puede salir por un total de 7 años de cárcel y 250.000 dólares de fianza. Si quiere que eso se reduzca tiene que chivarse sobre quién le pasó la coca y tener suerte de que el fiscal quiera aceptar el trato.

Feliz Navidad, Sra. Hunter.