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"Por la noche la electricidad es más barata, solo por eso ya interesa encender el cultivo de noche"
Lo cuentan en todos los telediarios: la electricidad cada vez es más cara. En el momento en que escribo este artículo, el precio del MWh (megavatio/hora) en el mercado mayorista es de casi trescientos euros, cuando hace exactamente un año era de cincuenta euros. Los costes eléctricos del cultivo de cannabis en interior están subiendo de forma escandalosa y los cultivadores se plantean cómo afrontar la situación. La preocupación por mantener el consumo eléctrico bajo se ha instalado en todos los hogares, sobre todo en aquellos en los que se hace un uso intensivo de este recurso. Los cultivadores domésticos de cannabis son muy conscientes de lo que gastan la lámpara y demás aparatos del cuarto de cultivo, por lo que cada vez me preguntan más qué pueden hacer para reducir al máximo la factura.
Mi respuesta suele ser que hay tres caminos complementarios hacia el ahorro energético y que hay que usarlos todos. El primer punto consiste en buscar los equipos más eficientes, sobre todo en iluminación: las lámparas de led dan mucha más luz y mucho menos calor por cada vatio de electricidad. ¿Qué hay mejor que obtener más lúmenes y menos calorías con una lámpara que consume menos vatios? Los modelos más modernos llegan a producir entre un treinta y un cincuenta por ciento más de luz que las lámparas de sodio, que son las lámparas de cultivo que les siguen en eficiencia. Pero no solo se trata de las lámparas: los mejores extractores, ventiladores y deshumidificadores suelen consumir menos electricidad que los de peor calidad. El segundo punto es tratar de eliminar o reducir todo consumo innecesario, y siempre pongo el ejemplo del aire acondicionado, que puede ser muy útil o incluso imprescindible en ciertas situaciones pero que, en otras ocasiones, se puede evitar con medidas sencillas. La mayoría de los cultivadores enciende las luces de cultivo con un horario semejante al de la luz natural. Supongo que es lo que parece “lógico” pero, en realidad, no lo es. Por una parte, por la noche la electricidad es más barata, solo por eso, encender el cultivo de noche debería ser nuestra primera opción. Además, de día hace más calor que por la noche, y el calor del sol se suma al de las luces, elevando demasiado la temperatura del cuarto de cultivo y obligando a gastar energía en refrigerarlo, sea por medio de un extractor más potente o con la ayuda del aire acondicionado. Incluso en invierno, cuando la temperatura diaria no es tan alta, con frecuencia el cultivador necesita poner un calefactor por la noche, pues al apagarse las luces el cuarto de cultivo se enfría demasiado. Las plantas viven mejor cuando la temperatura oscila poco, y por ello es mejor idea que las lámparas se enciendan por la noche y se apaguen durante el día. Un buen horario, si queremos cuidarlas por la tarde, es que se enciendan desde las veinte horas hasta las ocho de la mañana. En cambio, si entramos a trabajar más tarde y preferimos ocuparnos de ellas por la mañana, podemos hacer que las luces estén encendidas de las diez de la noche a las diez de la mañana. Obviamente, estoy hablando del fotoperiodo de floración; cuando están en crecimiento y tienen 18 h diarias de luz, es inevitable que estén encendidas buena parte del día, aunque siempre podemos evitar las horas más calurosas, que suelen ser desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde, más o menos. En cualquier caso, el horario concreto se puede adecuar para que le resulte cómodo al cultivador, pero siempre teniendo en cuenta que es mejor que las luces estén encendidas cuando la temperatura exterior es más baja. Otro elemento importante es no dar a las plantas más luz de la que pueden aprovechar, sobre todo mientras son jóvenes o están en fase de crecimiento. Las lámparas de led normalmente pueden regularse, al igual que muchos balastros electrónicos de lámparas de alta presión.
"A la hora de estudiar y mejorar la eficiencia, debemos pensar en el equipo, en las plantas y en la técnica de cultivo"
Por último, el tercer punto, y uno de los más importantes, es pensar que no se trata solo de reducir la factura eléctrica, también es esencial maximizar la eficiencia energética, en otras palabras, lograr la mayor cantidad de cogollos para los kWh consumidos. Si tenemos una alta producción, no necesitaremos hacer tantas cosechas cada año, algo que supondrá un gran ahorro, no solo en energía eléctrica, también en horas de trabajo. Si podemos producir todo el cannabis que necesitamos para el año en una o dos cosechas, mucho mejor.
A la hora de estudiar y mejorar la eficiencia, debemos pensar en el equipo, en las plantas y en la técnica de cultivo. Una lámpara necesita un buen reflector para que todos los lúmenes se dirijan hacia las plantas. Además, hay que colocar material reflectante en las paredes para que la luz no se pierda y vuelva hacia el interior del cultivo.
Las variedades más eficientes casi siempre son índicas o híbridos índica/sativa, de crecimiento rápido, floración rápida, muy productivas y de tamaño pequeño o mediano. Las plantas muy grandes pierden mucho tiempo creciendo y la luz no suele llegar bien a las partes bajas, por lo que los cogollos solo engordan bien en las zonas altas, que son las que están más cerca de la lámpara. Las variedades sativas florecen demasiado lentamente y su producción no suele compensar el tiempo extra. Las genéticas débiles, que crecen muy despacio durante las primeras semanas, pierden mucho tiempo y tampoco suelen ser demasiado productivas. Si lo más importante es la eficiencia energética, busca plantas fuertes, resistentes, todoterreno y, sobre todo, rápidas. Siempre es posible poner más plantas por metro cuadrado para lograr mayor densidad de cogollos en menor tiempo. Al final, el coste de unas pocas semillas o esquejes más siempre es menor que alargar el tiempo de cultivo y el gasto eléctrico que conlleva durante dos o tres semanas más.