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Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Un gran cogollo es el resultado de combinar luz, abono, genética y varios factores más. 

El cannabis es una planta tan versátil que hay casi tantos modos de cultivarla como cultivadores. En este artículo vamos a ver un sistema de cultivo en interior no muy conocido. Utilizaremos macetas de tamaño grande y pocas plantas por lámpara. En combinación con un régimen de fertilización intensa, elevada concentración de dióxido de carbono y potente iluminación led, permite obtener un rendimiento magnífico, con el que se llega a cosechar hasta un kilo de cogollos con una lámpara de 600 W.

Macetas grandes o pequeñas 

Los cultivadores de interior suelen preferir las macetas de pequeño tamaño, pues les permiten cultivar un mayor número de plantas por metro cuadrado. Con macetas de 5 a 7 l no es difícil situar hasta veinte o treinta plantas bajo una lámpara, sobre todo si se utilizan esquejes en lugar de semillas. Por el contrario, las macetas grandes (a partir de 20 l de capacidad) ocupan mucho espacio y no suelen caber más de seis o nueve debajo de cada lámpara. 

Cada sistema tiene sus ventajas e inconvenientes. Con muchas plantas no es muy grave que una planta falle o no vaya bien, pues su producción no afecta demasiado al total, en cambio, cada planta grande supone un porcentaje importante del total, por lo que si una de seis sale mal, se puede perder el quince por ciento de la cosecha. Por otro lado, un cultivo con plantas grandes tiene menos trabajo a la hora de sacar esquejes, trasplantar y regar, ya que cuidamos un número mucho menor. En nuestra opinión, las plantas grandes son más resistentes y soportan mejor los errores, pues sus sistemas radiculares son mucho mayores y sus reservas nutritivas, también.

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Estas macetas textiles de 20 l son prácticas, ligeras y reutilizables. 

Semillas, esquejes y tamaño final 

En general, las plantas de semilla requieren una fase de crecimiento, desde la germinación hasta que empieza la floración, más larga que los esquejes. Solemos recomendar que las plantas de semillas crezcan al menos durante tres semanas antes de pasar a floración, ya que si el tiempo de crecimiento es menor, las plantas no alcanzan la suficiente madurez y empiezan a florecer mientras aún están en fase juvenil y la producción se resiente. El problema de las plantas de semilla es que en las tres semanas de crecimiento suelen coger un tamaño considerable, por lo que cuando las pasamos a floración y pegan el estirón llegan a doblar su altura y es fácil que se acerquen o sobrepasen el metro de altura. Con ese tamaño no pueden mantenerse en pequeñas macetas de 7 l, pues el sistema radicular es demasiado pequeño para sostener una floración potente. Por tanto, en cultivos de muchas macetas pequeñas es recomendable partir de esquejes que se pueden poner a florecer con tan solo una o dos semanas de crecimiento. Obviamente, si vamos a usar macetas grandes, podemos utilizar tanto esquejes como semillas.

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

La intensidad de las luminarias led permite una iluminación homogénea y de una gran productividad. 

La luz intensa es imprescindible 

La producción de cogollos de una planta de cannabis es directamente proporcional a la cantidad de luz que recibe, siempre que tenga la capacidad de aprovecharla. Las plantas, mediante la fotosíntesis, convierten la luz en energía química y luego la transforman en glucosa. Cuanta más luz tienen disponible, mayor cantidad de glucosa obtienen y más pueden crecer y hacer cogollos. 

"Las plantas grandes son más resistentes y soportan mejor los errores"

La forma de medir la luz más fiable para el cultivo es la densidad de flujo de fotones fotosintéticos (o PPFD, sus siglas por su nombre en inglés: photosynthetic photon flux density). La PPFD mide cuántos fotones capaces de generar fotosíntesis llegan hasta la planta cada segundo. La unidad de medida es el μmol/m2/s (se lee micromol por metro cuadrado por segundo). Se considera que el cannabis puede llegar a aprovechar hasta 1.200 μmol/m2/s en condiciones de máxima eficiencia, es decir, plantas sanas y vigorosas, alta concentración de CO2 (1.000-1.200 ppm) y muchos nutrientes (EC mayor de 1,8). Un buen sistema led de 600 W produce entre 1.500 y 1.700 μmol/m2/s, por lo que puede iluminar un área de entre 1,2 y 1,4 m2 a la intensidad máxima que las plantas pueden aprovechar. 

La mayoría de las luminarias led actuales cuentan con regulador de potencia, de modo que en la fase de crecimiento, cuando las plantas necesitan mucha menos luz, se pueden poner al veinticinco, cincuenta o setenta y cinco por ciento. En una lámpara led de 600 W eso se traduce en 300, 600 o 900 μmol/m2/s para la misma superficie de 1,2 a 1,4 m2. Al trasplantar los esquejes o cuando las semillas acaban de germinar, las plantas necesitan menos luz, les sobra con 300-500 μmol/m2/s, conforme van creciendo pueden utilizar una mayor cantidad de luz, hasta 700-800 μmol/m2/s. El cultivador debe ir ajustando la potencia de la lámpara para aportar toda la luz que las plantas puedan aprovechar pero sin pasarse. El exceso de luz estresa a las plantas, especialmente cuando están débiles o enfermas. Es importante tener en cuenta que el fotoperiodo de crecimiento es de 18 h de luz, mientras que el de floración es de solo 12 h de luz, por lo que una planta que reciba 800 μmol/m2/s en crecimiento está recibiendo la misma cantidad de luz diaria que una planta que reciba 1.200 μmol/m2/s en floración.

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Con macetas grandes de 25 l es importante colocar varios tutores que soporten el peso de los cogollos. 

Nutrición

El cannabis es una planta de crecimiento rápido capaz de consumir grandes cantidades de nutrientes. La cantidad de abono en el agua se mide por la EC o electrocondutividad. Por lo general, se recomienda empezar cuando las plantas son muy jóvenes con niveles de EC de entre 0,4 y 0,8; en crecimiento, entre 0,8 y 1,2, y en floración, entre 1,2 y 1,8. Pero estos niveles son relativos y dependen de la variedad que usemos (hay variedades que comen más que otras), así como de las condiciones de iluminación, CO2 y VPD del cuarto de cultivo. En condiciones óptimas de máxima iluminación, plantas sanas y vigorosas de variedades que coman mucho, niveles de CO2 elevados y VPD alto, hemos llegado a tener grandes resultados con EC cercana a 3, pero no es algo que recomendemos probar sin antes pasar por niveles más bajos, pues es muy fácil sobrefertilizar las plantas y acabar causando más daño que bien.

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Los bordes retorcidos de la hoja indican un VPD demasiado alto y una planta estresada. 

CO2 para potenciar la producción 

El dióxido de carbono (CO2) es el principal alimento del cannabis, más que ninguno de los nutrientes que aportamos con los abonos. Este gas es la materia prima de la que los vegetales extraen el carbono necesario para producir, mediante la fotosíntesis, glucosa. La glucosa es la energía que las planta utilizan para mantenerse vivas, crecer y llevar a cabo todos sus procesos vitales, producción de cogollos y THC, incluidos. El nivel atmosférico normal de CO2 es de 400 ppm (partes por millón), pero las plantas son capaces de aprovechar mucho más, hasta 1.500 ppm. Esta capacidad la conservan desde hace decenas de miles de años, cuando el nivel natural de CO2 era mucho mayor. Los cultivadores de interior podemos aprovecharnos de ello elevando artificialmente el CO2 del cuarto de cultivo hasta 1.000-1.200 ppm, lo que se traduce en un aumento de la producción de hasta el treinta por ciento, siempre que las plantas estén sanas y todos los otros factores acompañen: nutrición, condiciones medioambientales, intensidad de luz, etc. 

"Un VPD alto acelera la absorción de nutrientes y el crecimiento, pero aumenta el estrés de las plantas"

Hay varios métodos para añadir CO2 al cuarto de cultivo, pero los dos más efectivos son un generador de CO2 que queme gas butano o una botella de CO2 que lo vaya liberando. Cualquiera de estos dos sistemas se conecta a un regulador que monitorea el nivel ambiental y añade CO2 cuando hace falta. Solo hay que añadir CO2 durante las horas de luz, ya que por la noche las plantas no lo absorben. Nuestro consejo es empezar el crecimiento sin añadir CO2, e ir subiendo poco a poco, sin pasar en las primeras cosechas de 800-1.000 ppm. Conforme aprendamos cómo responden las plantas, podemos aumentar algo más en siguientes cosechas, pero siempre teniendo en cuenta que todos los factores están relacionados y no sirve de nada aumentar uno sin tocar los demás: iluminación, nutrición, VPD, CO2.

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Con pocas plantas grandes, la luz penetra perfectamente hasta las zonas bajas y todos los cogollos engordan. 

VPD 

El déficit de presión de vapor (VPD, sus siglas por su nombre en inglés: vapor pressure deficit) es un concepto que relaciona la temperatura y la humedad relativa del cuarto de cultivo de un modo que nos permite evaluar si las plantas se encontrarán más o menos cómodas en ese entorno. 

La cantidad de agua que puede estar “disuelta” en el aire depende de su temperatura. A mayor temperatura, más humedad absoluta puede haber en el aire. Por ejemplo, el aire a 40 ºC se satura de humedad, es decir, llega al cien por cien de humedad relativa, cuando contiene 51 g/m3 de agua, mientras que a 25 ºC se satura con tan solo 23 g/m3. El VPD indica cuánta humedad le falta al ambiente para alcanzar el punto de saturación. ¿Qué utilidad tiene esto? Si el VPD es alto (el aire está relativamente seco), las plantas transpiran mucho y se van deshidratando con rapidez. Por el contrario, si el VPD es bajo (el aire está relativamente húmedo), la transpiración es mucho más lenta y las plantas no se deshidratan tan rápidamente. Visto así, parecería que es mejor un VPD alto, pero hay que tener en cuenta que la transpiración también influye en la absorción de nutrientes y en el estrés que experimentan las plantas. Un VPD alto acelera la absorción de nutrientes y el crecimiento, pero aumenta el estrés de las plantas, justo lo contrario que un VPD bajo, que ralentiza el crecimiento porque las plantas absorben menos nutrientes pero, al mismo tiempo, se mantienen más cómodas y menos estresadas. 

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Este controlador de CO2 indica una concentración de 875 ppm.

La clave para lograr una gran producción es mantener el VPD en el máximo nivel que las plantas puedan aguantar sin estresarse demasiado. Por ello, se empieza con un VPD bajo cuando las plantas son jóvenes y débiles y se va aumentando progresivamente conforme crecen y se fortalecen. Al final de la floración es cuando el VPD debe ser más alto. Consultaremos la tabla que aparece en estas páginas para saber el VPD de nuestro cuarto de cultivo y ajustarlo para que sea el adecuado para la fase en que estén las plantas. Para subir el VPD hay que elevar la temperatura y/o reducir la humedad relativa; para bajar el VPD hay que reducir la temperatura y/o elevar la humedad relativa.

Conclusión 

La combinación de plantas sanas, genética productiva, macetas grandes, pocas plantas por lámpara, luz led muy intensa, fertilización abundante, altos niveles de CO2 y un VPD óptimo para cada fase del desarrollo conforman la receta perfecta para obtener cosechas récord. Eso sí, hay que recordar que, si falla uno solo de estos factores, la cadena se rompe y el resultado ya no será tan bueno.

Plantas grandes, optimización del cultivo y máxima producción

Es necesario abonar con EC alta hasta la penúltima semana, pues las plantas comen mucho con tanta luz y CO2. 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #317

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