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Vamos a repasar los principales tipos de semillas de cannabis que podemos encontrar en los catálogos de los bancos de semillas y sus características principales, así como los usos para los que están más recomendadas cada una de ellas.
Semillas regulares: las variedades regulares son las que se llevan cultivando desde hace siglos, aproximadamente la mitad de las semillas darán lugar a plantas hembra y la otra mitad, a plantas macho. Los machos no se usan para fumar y su única utilidad es la producción de polen con el que polinizar las flores de las hembras para producir nuevas semillas. Como los consumidores preferimos cogollos sin semillas, siempre eliminamos los machos en cuanto los detectamos para evitar que polinicen a las hembras.
El principal inconveniente de las semillas regulares es que la mitad de las plantas (los machos) no nos sirven y tenemos que eliminarlas, pero no sabremos cuáles son hasta que empiezan a florecer, es decir, entre uno y tres meses después de la germinación. Durante este tiempo consumen agua, nutrientes y, sobre todo, ocupan espacio, que podría usarse con otras hembras.
Semillas feminizadas: las más frecuentes hoy en día, ya que de ellas solo nacen plantas hembra, por lo que nos ahorramos desperdiciar tiempo, trabajo y espacio cultivando machos. Se empezaron a comercializar hace más de veinte años y, actualmente, casi todos los cultivadores las utilizan. Se han convertido en la opción preferida hasta tal punto que mucha gente nunca ha sembrado variedades regulares ni ha visto una planta macho en toda su vida de cultivador. Las variedades feminizadas se consiguen polinizando una planta hembra con el polen obtenido de otra hembra a la que se ha forzado a producir flores macho. Siendo hembras las dos plantas cruzadas, todas las semillas tendrán solo genes de hembra y, por tanto, no darán lugar a plantas macho.
Semillas autoflorecientes o de floración dependiente del fotoperiodo: estas variedades aprovechan una característica de las plantas de Cannabis ruderalis, que viven en latitudes muy al norte, donde la temporada es muy corta, y que naturalmente florecen en cuanto tienen unas pocas semanas de vida, sin depender del fotoperiodo. Los criadores de semillas cruzaron esta variedad, que no es psicoactiva, con plantas índicas o sativas que son psicoactivas pero que florecen en función del fotoperiodo y, tras varias generaciones de seleccionar y cruzar, consiguieron nuevas variedades híbridas que combinan ambas características: psicoactividad y floración automática independiente del fotoperiodo. Las variedades autoflorecientes han ido mejorando notablemente, cada día son más potentes, más grandes y más productivas. Siguen sin utilizarse apenas en cultivos comerciales de interior, pues no son tan productivas como las variedades de fotoperiodo, pero muchos cultivadores domésticos las usan en interior y en exterior por su facilidad de cultivo y el hecho de que se pueden sembrar en cualquier época del año. Introducir algunas plantas automáticas en la plantación nos permitirá poder cosecharlas en primer lugar, semanas o meses antes de que el resto estén maduras. Son ideales para pequeños balcones o para sembrar en mayo y recoger en julio, por ejemplo. El momento en que crecen y producen más es cuando los días son muy largos, pues tienen más horas de luz que aprovechar. Aunque también se pueden plantar en otros momentos, la producción y el crecimiento se reducen con días más cortos.
Autoflorecientes feminizadas. La mayor parte de las variedades autoflorecientes a la venta son también feminizadas, por lo que solo dan plantas hembra, que además florecen independientemente del fotoperiodo. En exterior, estas semillas resultan extremadamente prácticas para hacer una cosecha rápida, que dé poco trabajo y que pueda desarrollarse sin prestarle mucha atención. Si se prepara bien el terreno y se abona lo suficiente, las plantas podrán crecer, florecer y madurar perfectamente con los nutrientes que hay en el suelo, por lo que el cultivador tan solo tendrá que regarlas cuando lo necesiten. Con un sistema gota a gota y un programador de riego, la cosecha se hace sola. Algunos cultivadores comerciales han usado este sistema para esconder sus plantas dentro de plantaciones de maíz, tomates, etc., que ocultan a la vista el cannabis.
Variedades índicas, híbridas o sativas: hay dos subvariedades principales de cannabis psicoactivo: Cannabis indica y Cannabis sativa. Las índicas suelen ser de tamaño más pequeño que las sativas y son originarias de latitudes más alejadas del ecuador que las sativas, por lo que suelen tener una floración más rápida y se cosechan antes que las sativas. Las índicas son muy adecuadas para cultivos de guerrilla, pues su menor tamaño hace más fácil esconderlas. La psicoactividad índica es más narcótica y relajante, con un efecto corporal más notable, mientras que las sativas tienden a ser más estimulantes y con un efecto psicoactivo más cerebral. Las índicas desarrollan cogollos gruesos y pesados, muy cargados de resina, y tienen poca resistencia a los hongos. Las sativas, por su parte, producen cogollos más delgados, menos densos y con menos resina, pero pueden ser igualmente potentes, y resisten mejor la lluvia y el clima húmedo. En exterior, las índicas suelen recogerse entre septiembre y octubre y las sativas, entre noviembre y diciembre. Hoy en día, la mayoría de las variedades más populares no son índicas o sativas puras, sino variedades híbridas que combinan ambas genéticas con la intención de obtener una planta con lo mejor de cada una. Las variedades híbridas pueden ser equilibradas entre índica y sativa: de dominancia índica o de dominancia sativa; en función de qué genética tenga más peso, las características de las plantas se parecerán más a las de una sativa o a las de una índica. En general, los híbridos son bastante productivos, de tamaño medio y floración bastante rápida, la mayoría se cosechan en octubre.
Variedades con cannabinoides especiales: las genéticas preferidas por los cultivadores son las que contienen mucho THC, que es el principal cannabinoide psicoactivo. Sin embargo, en los últimos años han ido surgiendo nuevas variedades que dan más importancia a otros cannabinoides. Las más habituales son las que tienen mucho CBD y casi nada de THC, por lo que no resultan psicoactivas pero sí tienen cualidades medicinales, antiinflamatorias y relajantes. También hay bastantes genéticas con una cantidad similar de THC y de CBD que, aunque sí son psicoactivas, lo son de manera mucho más suave y, además, aportan todos los beneficios terapéuticos del CBD.