El viaje de Amala a Colombia no fue un simple desplazamiento, sino la continuación natural de un proyecto territorial que nace en Cartagena. Como integrante de Cartagena Ciudad Creativa, un colectivo que impulsa la cultura y la innovación desde la raíz, Amala participó en este intercambio internacional con un propósito claro: tender puentes entre comunidades y reivindicar el papel del CANNABIS como motor social y cultural.
Desde que el mundo es mundo, el CANNABIS ha acompañado al ser humano. No solo como medicina, sino como tejido social: una planta que cura, que conecta y que genera espacios de encuentro. En cada cultura ha adoptado un lenguaje distinto, pero su mensaje es el mismo: sanar, compartir y evolucionar juntos.

Colombia, país profundamente marcado por la historia de la prohibición, se está reconectando con esa raíz. Hoy, sus comunidades recuperan el sentido ancestral del CANNABIS, integrándolo en proyectos medicinales, cooperativas rurales y procesos de memoria social. Amala tuvo la oportunidad de conocer esa realidad de cerca, visitando asociaciones, colectivos y emprendimientos donde la planta es símbolo de dignidad y transformación.
Lo más poderoso fue comprobar cómo el CANNABIS se vive allí como un elemento de unión. En las montañas, en los barrios, en las ferias y laboratorios artesanales, la planta aparece como un punto de encuentro entre generaciones y saberes. No es solo una sustancia: es cultura viva.
Desde España, Amala compartió su experiencia como asociación que promueve la salud, la formación y el consumo responsable. Un modelo comunitario que, desde Cartagena, ha crecido hasta proyectarse internacionalmente. Nuestra metodología —basada en talleres, diálogos y acompañamiento— despertó interés en los colectivos colombianos, que buscan equilibrar la economía del sector con una visión más humana y sostenible.
El regreso a casa dejó una certeza luminosa: estos viajes son semillas de futuro. Porque el movimiento cannábico no se sostiene solo en el activismo o en la industria, sino en las personas que creen que otra relación con la planta es posible. Y en ese camino, Cartagena Ciudad Creativa se consolida como un territorio fértil para seguir cultivando vínculos, saberes y respeto.
Porque el CANNABIS, al final, no entiende de fronteras. Entiende de raíces que se entrelazan, de hojas que buscan la luz y de comunidades que, como Amala, se expanden hacia el mundo sin perder su esencia: la de una planta que cura, une y nos recuerda quiénes somos desde el origen de los tiempos.
Y entonces... si las plantas han acompañado al ser humano desde el principio, si nos han alimentado, sanado y conectado entre nosotros... ¿por qué hoy rechazamos algunas de ellas? ¿Estamos hablando de miedo o de olvido? ¿De cultura o de control? ¿De progreso o de pérdida de memoria? Tal vez la pregunta real sea otra: ¿cuándo decidimos alejarnos de aquello que, desde el principio, nos ha hecho humanos?