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Las plantas de cannabis son seres vivos que requieren unas condiciones concretas para desarrollarse correctamente. El principal trabajo del cultivador es proporcionarles todo lo necesario en el momento adecuado. La mayoría de los cultivadores no se dedican profesionalmente a las plantas, por lo que no pueden entregarles toda su atención: tienen que ir al trabajo, ocuparse de la familia y, en general, hacer otras cosas además de cuidar las plantas.
El desarrollo de la tecnología siempre ha servido para reducir la carga de trabajo de los agricultores: tractores, fertilizantes o cosechadoras han permitido que una persona sola pueda cultivar una cantidad de hectáreas para las que antes se habrían necesitado docenas de trabajadores. En el cultivo de interior sucede algo similar y es perfectamente factible automatizar buena parte del trabajo.
"Instalar un sistema de riego automático es muy sencillo, no requiere un gran desembolso económico y nos facilitará mucho el cuidado de las plantas"
El riego es una de las tareas más importantes que hay que hacer periódicamente y que no muchos cultivadores tienen automatizada. Dependiendo del tamaño de las plantas y de las macetas, es necesario regar con más o menos frecuencia. En tierra y con macetas grandes, las plantas pueden llegar a aguantar varios días entre riego y riego, mientras que en sistemas hidropónicos o con macetas pequeñas el riego debe ser mucho más frecuente, diario o incluso varias veces al día. Instalar un sistema de riego automático es muy sencillo, no requiere un gran desembolso económico y nos facilitará mucho el cuidado de las plantas. Básicamente, necesitamos un depósito donde preparar y mantener la solución nutritiva, una bomba de agua conectada a un programador que la encienda y apague a las horas predeterminadas y una manguera que recorra el cuarto de cultivo y de la que salgan los tubitos en los que están conectados los goteros y que se clavarán en cada maceta.
Además, es importante usar un programador digital, ya que son los únicos que permiten regular tiempos de riego cortos, de segundos o minutos. La mayoría de los programadores mecánicos tienen un tiempo de programación mínimo de 15 min, que resulta demasiado largo para el riego. Una precaución esencial cuando se usa un riego automático es instalar algún tipo de medida de seguridad que impida un desastre si por alguna causa hay una fuga en la manguera o el programador falla. La mayoría de los armarios de cultivo ya tiene una “piscina” en la base, que sirve para recoger el agua de drenaje e impedir que se filtre en el suelo. Cuando se cultiva en un cuarto completo, lo mejor es colocar una lona de plástico o caucho en el suelo y que suba 10 o 20 cm por las paredes para que cumpla esta misión.
Los controladores del clima se están popularizando cada vez más, pues permiten manejar varios aparatos al mismo tiempo: humidificador, deshumidificador, extracción, aire acondicionado y calefacción pueden conectarse al mismo controlador, que se ocupará de encender unos u otros según sea necesario. Algunos también incluyen el control de encendido y apagado de lámparas e incluso reducen la potencia de las luces si la temperatura sube por encima de un determinado nivel. Esto puede ahorrarnos algún desastre si, por ejemplo, se estropea el aire acondicionado. Antes de que las plantas se ahoguen de calor, las luces se apagarán. Una ventaja extra de los modelos más avanzados de controladores es que permiten consultar a distancia las condiciones existentes en el cultivo. Da mucha tranquilidad poder conectarse por internet y comprobar que las plantas están bien aunque nos encontremos a cientos de kilómetros de distancia.
"Las máquinas para manicurar, también conocidas como peladoras de cogollos, han conseguido acelerar considerablemente una de las tareas más lentas y pesadas del cultivo"
Los humidificadores y deshumidificadores permiten mantener exactamente el nivel de humedad deseado en el cuarto de cultivo, lo que nos garantiza que el consumo de agua de las plantas sea previsible y que las condiciones no favorezcan la aparición de hongos u otras plagas. Durante el periodo de secado, un deshumidificador asegura que, independientemente de que el clima que haga en el exterior sea seco o húmedo, los cogollos se sequen siempre en el mismo tiempo y de forma similar.
En los sistemas de cultivo hidropónico resulta esencial que el pH de la solución nutriente se mantenga estable en el rango adecuado. Cuando la solución nutriente se recircula, pasando por las plantas y volviendo al depósito, es muy habitual que el pH oscile y se desequilibre. Los sistemas automáticos para mantener ajustado el pH tienen un sensor para medirlo y una pequeña bomba que añade al depósito el producto para elevar o bajar el pH a conveniencia. Es importante colocar una pequeña bomba dentro del depósito que mantenga el agua en movimiento para que se mezcle homogéneamente con el PH+ o PH-.
Las máquinas para manicurar, también conocidas como peladoras de cogollos, han conseguido acelerar considerablemente una de las tareas más lentas y pesadas del cultivo. La manicura manual es un proceso muy lento que puede llevar fácilmente diez horas por kilo de cogollos. Si se es un cultivador pequeño con un armario y una lámpara, probablemente no se necesitará una peladora, pues en una tarde se podrá manicurar toda la cosecha. En cambio, si el cuarto de cultivo es grande, se necesitarán varios días para realizar la cosecha: con la ayuda de una buena máquina, se puede reducir este tiempo a una fracción. El mayor problema de las máquinas de manicurar es el precio; las mejores pueden costar varios miles de euros, una cantidad que solo está justificada en cosechas muy, muy grandes. Otro problema es que machacan un poco los cogollos. Al dar vueltas dentro de la máquina, chocan los unos con los otros y se desprenden algunas glándulas de resina. Personalmente, preferimos la manicura a mano, pero si la cosecha es considerable las máquinas ahorran mucho trabajo.
Las envasadoras al vacío no son caras y resultan muy prácticas para conservar los cogollos en buenas condiciones. La mayoría funcionan con bolsas, en las que se meten los cogollos y a las que extrae el aire antes de sellarlas. Otras usan botes de plástico, a los que también se les extrae el aire.
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