Gestión del “indoor”
Costes y producción máxima
Hay varias formas de planificar un cultivo de interior en función de las necesidades del cultivador, las características del lugar y los objetivos de producción.
Hay varias formas de planificar un cultivo de interior en función de las necesidades del cultivador, las características del lugar y los objetivos de producción. Hay quien quiere producir en una sola cosecha todo el cannabis que va a necesitar en el año, aunque esa única cosecha le lleve mucho trabajo. Otros prefieren cultivar varias cosechas más pequeñas para disponer siempre de cogollos recién cosechados y no tener demasiada hierba acumulada en casa. Por último, también hay cultivadores cuyo objetivo es producir la mayor cantidad posible a lo largo del año. La forma de cultivar, los costes asociados y la producción final están estrechamente relacionados.
El buen cultivador de interior de cannabis planifica al detalle su sistema antes de ponerse manos a la obra. Es muy importante saber lo que se quiere lograr y la mejor forma de hacerlo. No es lo mismo cultivar para el consumo propio que hacerlo para un club de consumidores. Hay quien consume dos gramos por semana y quien se fuma diez gramos diarios. En función de las necesidades de cada consumidor será necesario organizar un cultivo mayor o menor, o realizar una o varias cosechas anuales. Lógicamente, mayores cultivos y más cosechas anuales suponen un mayor coste económico en material y energía eléctrica, pero también producen mayor cantidad de cannabis.
Consumo eléctrico
El cultivo de cannabis en interior es una actividad que requiere un alto consumo de energía eléctrica. Las lámparas de alta presión más utilizadas por los cultivadores consumen 400 o 600 W/h, una cantidad considerable, especialmente si se tiene en cuenta que están encendidas, según la fase del desarrollo en que se encuentren las plantas y las preferencias del cultivador, entre 12 y 24 horas diarias, por lo que pueden llegar a gastar varios cientos de Kw/h cada mes. No solo eso, además de las lámparas, en cualquier cultivo de interior hay un montón de aparatos eléctricos: ventiladores, extractores, deshumidificadores, humidificadores, generadores de ozono o acondicionadores de aire.
La electricidad se factura por kilovatios por hora (kW/h), que es la cantidad de energía que supone mantener encendido un aparato que consuma 1.000 W durante una hora. Una lámpara de 600 W consume, por tanto, 0,6 kW/h. Si se enciende doce horas al día, su consumo será de 12 x 0,6 = 7,2 kW/h cada día, o 216 kW/h al mes (7,2 x 30).
El precio de la energía eléctrica en España depende de varios factores, como la cantidad de potencia contratada o el consumo en kW/h. En la factura final, una parte depende del precio al que la compañía eléctrica cobre el kW/h, mientras que otra parte se debe a los impuestos y otras tasas, como las destinadas al fomento de las energías renovables. El precio por kilovatio suele andar entre 11 y 15 céntimos de euro, pero, una vez añadidos los impuestos, el coste medio de la energía eléctrica en España se eleva hasta los 24 céntimos de euro por kW/h.
Cómo calcular el gasto eléctrico total de un cultivo de interior
Calcula el consumo de cada aparato eléctrico multiplicando su consumo en vatios por el número de horas que permanecen encendidos cada día. A continuación, divide el resultado entre 1.000 para pasar los vatios a kilovatios y multiplícalo por los 30 días que tiene el mes. Luego suma el consumo mensual de todos los aparatos y multiplícalo por 0,13 € si quieres saber el coste antes de impuestos o por 0,24 € para obtener el coste final que te tocará pagar cada mes.
Aire acondicionado y CO2
Desde el punto de vista del consumo eléctrico, podría parecer que los cuartos de cultivo equipados con aire acondicionado tienen un consumo mucho más alto que aquellos que solo se ventilan por medio de extractores, pero esto no es siempre así. Si el cultivo está bien diseñado y el acondicionador de aire es bueno y eficiente, es posible que la factura de la luz no se encarezca apenas.
El primer y más importante paso es reducir las necesidades de refrigeración del cuarto de cultivo. Hay que dar varios pasos importantes para lograrlo: saca de la habitación tantos aparatos eléctricos como sea posible. Los balastros son responsables del treinta por ciento del calor generado por las lámparas de cultivo. Basta con situarlos fuera del cuarto de cultivo para reducir considerablemente las necesidades de refrigeración. Si además se aísla bien el cuarto de cultivo del exterior y se utilizan reflectores refrigerados por aire, el acondicionador de aire necesitará trabajar mucho menos. Busca un buen acondicionador de aire, con sistema inverter y de clase A++, que son los más eficientes, y así el consumo eléctrico no se disparará y las condiciones de humedad y temperatura en el cuarto de cultivo serán estables y mucho mejores durante todo el año, por lo que la producción anual se incrementará considerablemente.
Uno de los factores que más influye en la producción es la temperatura del cuarto de cultivo. Mantenerla lo suficientemente baja requiere un buen aire acondicionado o un extractor en funcionamiento constante. Un truco muy empleado por los mejores cultivadores es añadir un generador de CO2 al cuarto de cultivo. Si se mantienen los niveles de este gas a unas 1.000 ppm (frente a las 400 ppm que hay naturalmente en la atmósfera), las plantas llegan a producir hasta un cincuenta por ciento más y la temperatura óptima para el cultivo es más alta, 28-29 ºC, lo que reduce considerablemente el gasto eléctrico del aire acondicionado. Los generadores de CO2 son caros, pero gracias a la reducción en consumo eléctrico y el aumento de la productividad, se amortizan rápidamente.
Gasto eléctrico vs. producción
Una cosecha típica de interior requiere un mes de crecimiento de las plantas con un fotoperiodo 18/6, y dos meses de floración con fotoperiodo 12/12. Sumando dos meses de coste mensual en floración y un mes de coste mensual en crecimiento, se puede calcular el gasto total del cultivo, y dividiéndolo por los gramos cosechados, el coste eléctrico por gramo. Veamos un ejemplo: el cuarto de cultivo de la tabla anterior supone una factura de algo más de 69 € al mes durante la floración y 95 € por cada mes de crecimiento. Por tanto, una cosecha que requiera un mes de crecimiento y dos de floración tendrá un coste eléctrico de 233 €. La producción máxima a la que se puede aspirar en un cuarto de cultivo de este estilo, sin aire acondicionado ni generación de CO2 es de 1 g/W (600 g por cosecha iluminada con una lámpara de 600 W), aunque la mayoría de los cultivadores aficionados suelen obtener alrededor de la mitad, es decir, 0,5 g/W (300 g). Si la cosecha es de 300 g y el coste eléctrico de 233 €, el coste eléctrico por gramo es de 0,77 €. Si la cosecha alcanza los 600 g, el coste por gramo se reduce a la mitad, 0,38 €/g.
¿Qué pasa con las variedades de floración larga? Una variedad sativa de maduración lenta puede necesitar un mes más de floración hasta la cosecha, por lo que los costes eléctricos aumentan. En el cuarto de cultivo del ejemplo supone que el gasto eléctrico por cosecha pasa de 233 € a 302 €, por lo que si la cosecha es de 300 g el coste eléctrico por gramo se eleva hasta 1 €, la mitad (0,5 €/g) si la cosecha es de 600 g.
Según lo bien diseñado que esté el sistema de cultivo, el número de cuartos de cultivo, la producción obtenida y la variedad cultivada, el coste eléctrico puede ser muy distinto. Una vez calculado el consumo eléctrico total de la cosecha y dividido por la producción obtenida, vemos que la producción de cada gramo de cogollo seco requiere entre 1 y 4 kW/h, es decir, entre 0,24 €/g y 1 €/g. Una diferencia del cuatrocientos por ciento entre el cogollo más barato y el más caro. Anualmente, la diferencia económica puede ser muy grande, por eso es tan importante planificar bien el cultivo.
Número de espacios de cultivo
El número de cuartos disponibles determina los distintos sistemas que se pueden utilizar para organizar el cultivo. Los montajes más sencillos cuentan con un solo espacio de cultivo, normalmente un armario de cultivo, donde se lleva a cabo todo el ciclo, desde la germinación hasta la cosecha. Estos sistemas son los más sencillos y recomendados para aquellos cultivadores que se inician en la actividad, no necesitan producir grandes cantidades de cannabis y no quieren hacer un gran desembolso económico para empezar a cultivar. La mayoría de los cultivadores empiezan con un jardín así: cuelgan una lámpara e instalan un extractor para renovar el aire, y ya están listos para cultivar. El mismo espacio de cultivo se utiliza para todas las fases del desarrollo de la planta. Por lo general, los cultivadores parten de semillas, ya que no cuentan con una sala de madres para producir sus propios esquejes. El cultivo con semillas puede dar buenos resultados, pero, al contrario que con los esquejes, no todas las plantas son iguales, por lo que la producción, la potencia y los días de floración necesarios para alcanzar la madurez varían entre una y otra planta. Lo más habitual es que las plantas permanezcan en crecimiento cuatro o cinco semanas y en floración entre ocho y once, según variedad, por lo que la cosecha completa lleva entre tres y cuatro meses. Sin aire acondicionado, la mayoría de los cultivadores paran el indoor durante el verano, por lo que pueden realizar solo dos o tres cosechas anuales. Con una lámpara de 600 W y una producción media de 300 g por cosecha, la producción anual máxima es de entre 600 y 900 g, dependiendo de si se hacen dos o tres cosechas anuales.
La popularización de las variedades autoflorecientes en los últimos años ha dado lugar a un nuevo tipo de cultivo en sala única. Estas variedades automáticas son muy rápidas y están listas para la cosecha entre dos meses y dos meses y medio después de la germinación, lo que permite realizar con facilidad hasta cuatro cosechas anuales y seguir parando en el verano para irse de vacaciones y no pelear con las altas temperaturas. Es un sistema muy sencillo y barato, apto para consumidores que no requieran grandes cantidades de cannabis.
Con dos cuartos de cultivo es posible mantener una sala de madres para conservar las mejores plantas en crecimiento continuo y obtener esquejes de calidad garantizada. La principal ventaja de los esquejes es que su calidad es conocida. Sabemos cuántos días tardan en madurar exactamente, lo que permite ajustar los tiempos para sacar el máximo número de cosechas al año. El cuarto de madres puede ser un pequeño armario iluminado con apenas 100 W de fluorescentes, con lo que el coste eléctrico mensual solo aumentaría en 13 €. Si los esquejes son de una variedad rápida y productiva, se pueden asegurar las tres cosechas anuales y aumentar fácilmente la producción por cosecha hasta 0,75 g/W, es decir, pasar a cosechar 450 gramos con una lámpara de 600 W, tres veces al año. La calidad de los cogollos está garantizada, pues provienen de madres conocidas y la cosecha anual aumenta hasta 1.350 g, con un coste eléctrico extra de solo 156 €, que es lo que consume la iluminación de la sala de madres.
Los cultivadores profesionales y los aficionados más dedicados suelen usar tres espacios de cultivo: uno para madres y esquejes, otro para crecimiento y otro para floración. Este sistema permite realizar una cosecha cada dos meses, pues mientras una tanda de plantas florecen la siguiente ya está en crecimiento. En cuando se cosecha una tanda de plantas se sustituye por la siguiente, que puede empezar a florecer inmediatamente. Este sistema permite realizar hasta cuatro o cinco cosechas anuales partiendo de esquejes y sin aire acondicionado, por lo que la producción anual puede alcanzar 2.250 g. El gasto eléctrico también aumenta, pues, además de la sala de madres, hay que iluminar la sala de crecimiento, que si bien no necesita tantos vatios de luz como la de floración, al menos harán falta 250 W para crecer las plantas, que luego florecerán bajo 600 W de luz. Un cuarto de crecimiento iluminado por 250 W de luz y equipado con un ventilador y un extractor tiene un coste eléctrico mensual de unos 50 euros mensuales.
Como acabamos de ver, un cuarto de cultivo equipado con un lámpara de 600 W rinde unos 900 g al año, si se añade una pequeña sala de madres se aumenta la producción un cincuenta por ciento hasta 1.350 g anuales. Con una tercera sala dedicada al crecimiento, la cosecha anual llega a ser de 2.250, un ciento cincuenta por ciento más que con una sola sala.