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Bienvenidos una vez más, mis carnales. Terminábamos la entrega anterior hablando de mi renacer espiritual y de mi cambio de vida tras la ingesta del sagrado loto. De modo que, antes de dar paso a la sustancia que hoy nos ocupará, les daré el parte sobre mis avances.

Bienvenidos una vez más, mis carnales. Terminábamos la entrega anterior hablando de mi renacer espiritual y de mi cambio de vida tras la ingesta del sagrado loto. De modo que, antes de dar paso a la sustancia que hoy nos ocupará, les daré el parte sobre mis avances.

Pues bien, si hace un mes les comentaba que me había sucedido algo inaudito (dejar de salir de fiesta todos los días durante una semana), ahora he de anunciarles que la situación ha alcanzado límites inimaginables: me he puesto a trabajar, lo cual no me había sucedido –a excepción de una recaída de apenas tres meses– desde la década anterior.

Resulta que, de tanto ir y de tanta deuda acumulada, me han puesto a currar en el bar: media jornada de camarero y media de cliente. Vamos, que sigo pasándome el día en la barra pero ahora la mitad del tiempo cobro en lugar de pagar. De nuevo: ¡oh, bendito loto sagrado!

Entregado ya el parte, demos paso a la droga del mes: Wild Dagga (Leonotis leonurus), de la que nos hablará uno de nuestros lectores y amigos, Roberto de Majadahonda.

¿Cómo conociste y cómo conseguiste Wild Dagga?

Me la regaló un amigo. Fue un obsequio que me dio cuando le dije que estaba aburrido de tomar siempre las mismas drogas blandas.

¿Cómo la consumes?

De todas las formas posibles: en infusión, fumada y, si se pudiese chutar, también me la chutaría.

¿Cómo son los efectos?

Son calmantes, relajantes, parecidos al hash. Quizás un ciego menos limpio, menos gracioso que el hash.

¿Has notado algún efecto secundario desagradable?

Si te pasas recuerdo que me dieron taquicardias y tuve que salir de casa, de hecho, a dar un paseo. También había tomado otras sustancias, pero creo que fue eso.

¿Cómo te gusta más, en infusión o fumada?

En infusión es más potente pero el sabor es realmente malo. Tienes que filtrarla bien porque se quedan unos posos asquerosos. Fumada el sabor también es un poco duro, pero me entra mejor. Le echo pequeñas cantidades y lo mezclo con hachís o marihuana.

¿Qué le aporta al porro la mezcla con cannabis?

Se potencian los efectos de las dos drogas.

¿Qué dosis tomas?

En infusión, la que mi paladar puede soportar. Fumada la consumo solo algunos días, normalmente cuando quiero darme algún descansito de otras sustancias, para ver películas tranquilamente y esas cosas.

Se dice que las propiedades de esta planta ayudan a combatir el estrés y el insomnio. ¿Te ha sido útil en este aspecto?

Si no te pasas sí puede ayudar, aunque yo duermo muy mal y ya tomo pastillas de todo tipo.

Wild dagga2
Foto: Alberto Flores

¿En qué lugar pondrías a esta sustancia dentro de tu ranquin de drogas?

Me gusta el efecto, pero no ocupa un lugar destacado. He terminado aburrido de sus efectos, y su sabor es muy desagradable.

Teniendo efectos psicoactivos y siendo legal, ¿crees que podría tener cabida en el mercado del trapicheo o en las mismas asociaciones cannábicas, por ejemplo?

Como todo, es cuestión de marketing, pero no es fácil que le vaya a entrar a la gente, por el sabor y por las resistencias a tomar cosas nuevas y desconocidas.

¿Cuánto tiempo llevas consumiéndola?

Unos cuatro meses.

Me acabas de decir que ya te has cansado de tomarla. ¿Tienes intención de retomar su consumo en algún momento?

Ahora mismo, no. Tal vez en un tiempo.

¿Se la recomendarías a algún amigo?, ¿crees que podría ser de interés para algún tipo de consumidor?

Pues quizá a quien tuviese intolerancia al cannabis y quisiera tomar una sustancia legal con efectos relajantes similares al cannabis; aunque, repito, menos floridos y menos divertidos. O para quien momentáneamente quiera bajar su consumo de hash o de marihuana para reducir tolerancia, costes o por el motivo que sea.

¿Algo más que añadir?

Es muy bonita. Puedes usarla con fines decorativos antes de fumártela.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #234

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