¿Para qué sirve el curado?
El curado del cannabis es un proceso similar a la crianza del vino. El viticultor introduce sus caldos en barricas de roble y los mantiene almacenados en la bodega durante meses o años para que se lleven a cabo una serie de procesos químicos que mejoran las cualidades organolépticas del vino. El cultivador de cannabis cura los cogollos por razones semejantes, no para aumentar su potencia psicoactiva sino para mejorar su olor y su sabor.
Como todo cultivador sabe, el cannabis no es psicoactivo hasta que se ha secado ya que los cannabinoides se encuentran en la resina fresca en forma de ácidos sin efecto que deben descarboxilarse (perder el agua) para pasar a la forma psicoactiva. Este proceso es el mínimo necesario para poder aprovechar los efectos de esta planta pero la experiencia de siglos de cultivo ha llevado al ser humano a desarrollar técnicas más elaboradas con el fin de obtener un producto de mayor calidad que, aparte de alterar la conciencia, aporte sabores y aromas agradables.
En el curado se descomponen ciertos metabolitos existentes en los tejidos y que son producto de la oxidación de los lípidos almacenados en las hojas, también la clorofila y ciertas proteínas dando como resultado un humo más suave. Para que este proceso se pueda llevar a cabo es necesario que los tejidos contengan algo de humedad ya que si están muy secos el curado no se realiza correctamente.
El secado y el curado de los cogollos constituyen el último y más importante paso para obtener un buen producto final. Por muy buena que sea la genética de la planta y los cuidados durante el cultivo, los cogollos no alcanzarán su máxima calidad si el secado y el curado no se realizan correctamente. Por otra parte, el sabor de una variedad mediocre puede mejorar mucho con un buen curado. La potencia, sin embargo, no aumenta por muy bien que se cure y, si se hace mal, puede incluso disminuir. Tras un curado bien hecho los cogollos deben tener un aroma muy agradable, sin ningún rastro de olor a humedad o moho. El sabor puede ser intenso o suave, según la variedad, pero el humo no debe irritar la garganta ni saber a “verde”.
¿Cómo se hace?
El curado consiste en hacer el secado lo más lento posible. Una vez que la planta ha perdido una importante cantidad de agua colgada en el secadero se traspasa a un recipiente donde el intercambio de aire es menor y, por tanto, el secado es más lento. Quien seca una habitación entera de hierba no necesita meterla en recipientes si puede restringir la cantidad de aire que entra en la habitación. Es conveniente no comenzar el curado mientras la marihuana conserva bastante humedad ya que es fácil que le ataquen los hongos. Hay que vigilarla a diario y no meterla en botes hasta que esté bastante seca. Una vez ha perdido la mayor parte del agua, es mucho más difícil que se enmohezca.
Los cogollos siempre se van secando desde fuera hacia adentro. Cuando las hojas y la parte exterior de los cogollos están crujientes, pero aún se nota algo de humedad en el centro, se meten en bolsas de papel o en una caja de madera o cartón. No hay que llenarlas mucho y se deben cerrar ligeramente. La humedad que contiene el centro se reparte por el resto del cogollo dando la sensación de que se han rehumedecido. Cada día se abren las bolsas un rato para que se sequen un poco más y se revisa que no haya hongos. Si aparecen hay que vaciar la bolsa y acabar de secar la hierba al aire y rápidamente antes de que se extiendan. Se continúa con este proceso hasta que el cannabis esté completamente seco lo que suele suceder de dos a ocho semanas después, según lo lento que haya sido el curado. Una vez secos, los cogollos se guardan en cajas de madera o botes de cristal. Si la hierba reposa uno o dos meses más antes de ser fumada, su sabor todavía será mejor, pero debe permanecer en un lugar fresco, seco y oscuro para evitar la degradación de los cannabinoides y la pérdida de potencia.
Algunos cultivadores esperan a que los cogollos estén secos o casi secos para sacarlos del secadero y a continuación los envuelven en papel de periódico. Después los meten bastante apretados en una caja de cartón. Como la caja no es hermética hay un cierto intercambio de aire y humedad con el exterior que prolonga el proceso de curado sin resecar la hierba. Como la hierba ya está muy seca cuando empieza el curado no es un sistema tan efectivo pero es muy cómodo ya que no requiere apenas vigilancia por parte del cultivador. En estas cajas se puede conservar bien todo el año siempre que no estén expuestas al calor, el sol o la humedad. Siempre que se conserve bien, durante los primeros cinco o seis meses después de cosecharla, la hierba no hace más que mejorar.
El cannabis una vez seco no permanece inmutable, permanentemente se producen reacciones químicas en su interior que van variando lentamente su composición. Es imposible detener este proceso y sólo se puede ralentizar mucho congelando los cogollos. Las temperaturas bajo cero hacen que el cannabis sea prácticamente inmune al paso del tiempo, no evoluciona y cuando se descongele estará tal y como estaba cuando se guardó. Aunque puede ser útil en ocasiones, como cuando se hace una cosecha muy grande que puede durar dos o tres años, en general no es necesario congelar el cannabis para conservarlo bien, basta con guardarlo en un lugar fresco de la casa, preferiblemente en una habitación donde no dé nunca el sol.
Hay un viejo mito sobre el curado que puede resultar muy peligroso para el fumador y que todavía hay quien lo toma por cierto. Afirma que la potencia de los cogollos se incrementa si se mantienen enterrados un tiempo. No hay nada de real en esta afirmación y sí un gran riesgo ya que la hierba enterrada, especialmente si no está completamente seca, se estropea con facilidad y puede infectarse de hongos o de bacterias. En ambos casos la hierba tendrá mal olor y sabor y puede ser muy dañina para la salud. Hay un caso documentado de un consumidor de cannabis que sufrió una infección pulmonar muy grave por fumar hierba enmohecida y que acabó falleciendo.
La marihuana contaminada por hongos o bacterias suele oscurecerse hacia el negro o el marrón oscuro y puede deshacerse o formar una especie de pasta. Las contaminaciones por hongos suelen cambiar el olor del cannabis que coge un aroma a bosque húmedo, champiñones frescos u olor a “cerrado”. Las contaminaciones por bacterias suelen apestar o, al menos, desprender un olor ácido y desagradable. Si la putrefacción o descomposición del cannabis se está produciendo rápidamente, podría notarse caliente o al menos templado al tacto.
El curado al agua
El curado al agua consiste en sumergir los cogollos de cannabis, secos o casi secos, en agua a temperatura ambiente durante un periodo que puede llegar a una semana de duración. Este sistema permite que gran parte de los compuestos hidrosolubles de los cogollos se disuelvan en el agua mientras que los cannabinoides, que no son hidrosolubles, permanecen en el cogollo. La mayoría de los cultivadores que practican esta técnica suelen renovar el agua a diario. Durante los primeros días el agua saldrá muy oscura pero poco a poco se irá aclarando conforme los cogollos vayan limpiándose. Cuando el agua sale clara, se escurre por última vez y se vuelven a secar los cogollos. Este proceso hace que los cogollos pierdan mucho peso porque, muchos compuestos no psicoactivos han sido lavados por el agua, con lo que se incrementa la potencia por gramo de cogollo.
Es importante utilizar agua destilada o al menos hervida y no olvidarse de cambiar el agua a diario para evitar que crezcan bacterias que podrían dañar los cogollos. Una vez acabado el proceso los cogollos se deben secar rápidamente o se enmohecerán, a ser posible con la ayuda de un deshumidificador que acelere el proceso. Como es una técnica delicada, conviene ir probando con pequeñas cantidades de cogollos antes de decidirse a realizarla con toda una cosecha.
Aunque no se han hecho estudios al respecto parece razonable pensar que los cogollos curados al agua serán más sanos para el fumador puesto que para inhalar la misma cantidad de cannabinoides hace falta fumar menos gramos de otros compuestos.
Si el cultivador dispone de cannabis de calidad, cultivado con abonos orgánicos y cosechado tras una semana de riegos sin abono, seguramente el curado al agua no le aportará gran cosa pero cuando se enfrenta a una hierba de mal sabor, sea por un exceso de fertilizante, por restos de insecticidas o por cualquier otro motivo, esta técnica puede ayudar mucho.
Cogollos con aromas añadidos
En ocasiones, una variedad de cannabis tiene un olor que nos desagrada o bien estamos cansados del mismo sabor a todas horas y querríamos un cambio. Se pueden añadir aromas a la marihuana cuando ya está seca. Basta con secarla un poco de más y luego meterla en una caja hermética con unas pieles de fruta (normalmente limón o naranja). En unas horas la maría absorberá la humedad y los aromas de la fruta. Cabe vigilar la hierba y la fruta para que no se enmohezcan, lo que arruinaría los cogollos. No se deben dejar las pieles dentro de la caja más de unas pocas horas.