En noviembre, la mayoría de las variedades ya han sido cosechadas y secadas. Quedan aún algunas sativas tardías, que no se recogerán hasta mediados o finales de mes y que hay que mantener a salvo de lluvias, fríos y tormentas para que puedan acabar de madurar. Las primeras variedades cosechadas ya pueden ser catadas.
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Las claves de la cata cannábica
Uno de los mayores placeres para un cultivador es probar la nueva cosecha, paso final en el largo proceso de producir cannabis para el autoconsumo. Los meses dedicados a cuidar las plantas, evitar las plagas, aplicar abonos, cosechar y manicurar los cogollos, secarlos y curarlos culminan en el ritual de catar una nueva variedad de cannabis. Cada uno lo hace a su modo, hay quien convoca a los amigos para una cata conjunta y otros que prefieren primero analizar las variedades a solas antes de compartirlas. En cualquier caso, la cata es un viaje que nos lleva a una nueva psicoactividad, diferente en cada variedad, aunque los matices suelen ser muy sutiles y es frecuente que no se perciban claramente la primera vez que se prueba una variedad.
Catar no es colocarse mucho fumando un porro tras otro
Catar no es colocarse mucho fumando un porro tras otro de diferentes hierbas. No es que tenga nada en contra de esa actividad, pero catar es otra cosa. La cata tiene como objetivo percibir y diferenciar un sinfín de matices que otorgan a cada planta su propia personalidad. El cannabis se parece al vino: cada tipo de uva produce una combinación distinta de compuestos aromáticos que se trasladan al producto final, dando lugar a una enorme variedad de tipos de vino; todos contienen alcohol pero cada uno tiene su propio carácter. En el caso del cannabis, las diferencias entre una y otra variedad no solo afectan a los sabores y los aromas, también varían las concentraciones de los distintos cannabinoides y terpenos responsables de la psicoactividad, de manera que los efectos producidos pueden ser muy diferentes. Hay variedades de cannabis tan estimulantes como para estar toda la noche bailando, y otras tan narcóticas que casi parece imposible levantarse del sofá. Algunas genéticas incitan a la risa y la conversación, otras producen una introspección tan profunda como algunas drogas alucinógenas, algunas facilitan dormir y otras quitan el dolor. La diversidad es casi infinita y la cata busca definir las características de cada una.
A la hora de realizar una cata es recomendable buscar un espacio tranquilo, sin mucho ruido ni aromas ajenos que confundan a los sentidos, puede ser interior o exterior, pero es mejor que esté ventilado y el humo no se acumule para no saturar el olfato. El primer paso, antes de consumirlo, es observar y tocar el cogollo. El aspecto externo da mucha información sobre la variedad y cómo ha sido cultivada, secada y curada. La cantidad de resina presente, el punto de secado, el color y la textura del cogollo son importantes, pues nos hablan de cómo se manicuró la planta, si se secó demasiado deprisa o si se abusó del abono. Los cogollos manicurados a mano tienen más resina en su superficie que los manicurados a máquina; el color claro indica un abonado sensato y un curado suficiente, la textura esponjosa y elástica es el resultado de un secado lento. Evita los cogollos de color verde oscuro, cargados de fertilizantes, tan secos y crujientes que casi se convierten en polvo al romperlos y que chisporrotean al quemarse.
La hierba se fuma pura, sin mezclar con tabaco y en cantidades iguales, que se pueden pesar en una balanza digital o medirse a ojo, que tampoco pasa nada. Personalmente, me inclino a catar en una pipa de cristal, pero hay muchos consumidores que prefieren hacerlo con un porro, por ser la forma en la que habitualmente consumen el cannabis. En cualquier caso, la dosis de cata no debe ser grande, se trata de percibir sutilmente los efectos. Las pipas de agua producen un humo muy agradable, frío, húmedo y limpio, que irrita poco la garganta y permite apreciar con nitidez los sabores. Aunque el agua puede filtrar parte de los compuestos aromáticos y psicoactivos, la mejora en la calidad del humo lo compensa con creces. Los vaporizadores también sirven para realizar catas, aunque el sabor cambia respecto a la combustión con llama, por lo que hay que acostumbrarse a ellos durante un tiempo antes de empezar las catas. Si la idea es comparar distintas variedades es importante probarlas todas en condiciones similares.
En la cata hay que distinguir el aroma y el sabor, el efecto psicoactivo, el efecto medicinal y los efectos secundarios indeseados
Los catadores de vino no se lo tragan, solo lo pasean por la boca para percibir aromas y sabores y luego lo escupen. Esto evita que se emborrachen y les permite probar muchos vinos al día. En el caso del cannabis esto no es posible, y solo se puede catar bien una variedad al día, pues en las siguientes catas los efectos psicoactivos se mezclan con los restos del efecto de la cata anterior y no los percibimos con nitidez. En las copas cannábicas, cuando los jueces tienen que probar decenas de muestras en pocos días, no se puede esperar otra cosa que una cata centrada en aromas y sabores, pero es casi imposible que puedan distinguir con precisión los efectos psicoactivos de cinco o diez genéticas al día. En cualquier caso, si hay que catar varias plantas en un día, lo mejor es empezar el día fumando sativas, que tienen un efecto más estimulante que nos permitirá seguir funcionando, y dejar las variedades índicas, más sedantes y narcóticas, para la tarde y la noche. Para no acabar demasiado colocado es recomendable hacer paradas frecuentes, levantarse y caminar un poco, beber líquidos y comer algo.
En la cata hay que distinguir varias partes: el aroma y el sabor, el efecto psicoactivo, el efecto medicinal y los efectos secundarios indeseados, como la sequedad de boca o la ansiedad. Una buena idea es hacer una pequeña ficha de cada variedad, donde ir apuntando estas impresiones para luego compararlas. No hay que confiar en la memoria, sé por experiencia que muchos detalles se olvidan enseguida. También es recomendable puntuar del uno al diez cada categoría, aunque sea una valoración personal y subjetiva resulta muy útil para comparar las distintas variedades.
La cata es algo muy personal, ya que cada consumidor tiene sus propios gustos y preferencias. Sin embargo, cuando comparamos un número suficientemente grande de catas de la misma variedad, encontramos conceptos y percepciones que se repiten constantemente. Cuando el ochenta por ciento de los catadores destacan los efectos estimulantes de una variedad, podemos estar bastante seguros de que los tiene. Una de las principales ventajas de rellenar un formulario de cata y puntuar las distintas características es que permite luego comparar la cata con otros consumidores y con otras variedades.