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Julio: las primeras flores

La entrada en la segunda mitad del año con sus días decrecientes y, lo que es más importante, sus noches cada vez más largas, encamina las plantas hacia la floración. En caso de no sembrar semillas feminizadas, es el momento de prepararse para sexar las plantas. La floración del cannabis pasa por varias fases, en las que las necesidades van variando.

La entrada en la segunda mitad del año con sus días decrecientes y, lo que es más importante, sus noches cada vez más largas, encamina las plantas hacia la floración. En caso de no sembrar semillas feminizadas, es el momento de prepararse para sexar las plantas. La floración del cannabis pasa por varias fases, en las que las necesidades van variando.

Hoy en día casi todos los cultivadores siembran semillas feminizadas para ahorrarse el trabajo de sexar las plantas y evitar desperdiciar valioso espacio con los machos. Sin embargo, todavía hay quien prefiere las semillas normales, aunque solo sea porque se pueden hacer en casa. Las plantas de cannabis suelen mostrar su sexo unas semanas antes de comenzar propiamente la floración gracias a las preflores, que son las primeras flores que salen en la planta y aparecen en los nudos del tallo central. Brotan porque la planta ha llegado a la madurez sexual, y lo hacen independientemente del fotoperiodo. Se pueden encontrar detrás de las estípulas, que son unas pequeñísimas hojuelas de forma alargada que hay en el lugar donde las ramas principales, los pecíolos (tallos) de las hojas y el tronco central se unen. Detrás de la estípula surge lo que parece una especie de bolita que en pocos días brota dos pelitos (estigmas) blancos o rosados formando una V si la preflor es hembra,­ o un pequeño racimo de bolitas que resultan ser flores macho y en unos días comienzan a abrirse y a liberar polen. Las preflores son muy pequeñas y conviene ayudarse de una pequeña lupa de ocho aumentos para observarlas detenidamente.

Incluso cuando se siembran semillas feminizadas se deben vigilar y comprobar una por una que realmente son hembras puras, sin rastro de hermafroditismo o masculinidad. Cuando aparecieron las feminizadas era más o menos corriente que algunas de las semillas resultarán ser hermafroditas. Con los años, las técnicas de feminización se han ido perfeccionando y, en general, las semillas feminizadas actuales solo dan hembras, por lo que las probabilidades de obtener hermafroditas son lo suficientemente pequeñas como para seguir utilizando variedades feminizadas. De todos modos, la posibilidad existe y no está de más vigilar bien todas las plantas cuando comienzan a florecer y confirmar que son hembras.

Podar y doblar las plantas

Las plantas de cannabis crecen mucho y muy rápidamente. No es raro que una planta sembrada en primavera alcance los tres o cuatro metros de altura. Este crecimiento explosivo puede convertirse en un problema si la altura hace que las plantas sean visibles desde fuera del cultivo. Se pueden usar técnicas como la poda para mantener controlado el tamaño de las plantas y evitar que se hagan demasiado grandes. Podar es cortar brotes, hojas o ramas de una planta. Podando los brotes de la planta se aumenta la ramificación mientras se mantiene la planta pequeña y compacta. Las ramas bajas sin desarrollar se eliminan para que la planta concentre toda su energía en los cogollos principales. Las hojas no se deben podar casi nunca. Muchos cultivadores creen que podando las hojas más grandes la planta podrá dedicar toda su energía a los cogollos. En realidad estas hojas fabrican alimentos que luego reparten por todo el organismo. Si se eliminan las hojas no podrán fabricar alimentos, la planta pasará hambre y no florecerá correctamente.

Si a una planta se le corta la punta del tallo central, brotará dos nuevas puntas en el nudo inmediatamente inferior al corte. Al podar la punta, la energía de crecimiento se reparte por todas las ramas de la planta, que, además de bifurcarse, crecerá en forma de arbusto más que como un abeto. Este sistema resulta en plantas casi redondas con muchos cogollos de tamaño medio.

Las puntas de las ramas son el lugar por donde crece la planta, y entre otras funciones se encargan de medir la duración del fotoperiodo. Cuando los días comienzan a acortarse son las puntas de crecimiento las que lo notan y le indican a la planta que debe florecer porque el otoño se acerca. Si se podan las plantas muy tarde, cuando la floración está a punto de empezar, la planta no tendrá capacidad de medir el fotoperiodo hasta que nuevas puntas hayan brotado y se retrasará la floración.

Las ramas pequeñas y bajas que no se desarrollan por falta de luz se podan para que el cannabis concentre su energía en las ramas más grandes. Hay que cortar las ramas a las que no llega bien la luz y quedan atrofiadas. Este tipo de poda se puede hacer en cualquier momento y no daña a la planta ni retrasa su floración. El tamaño de las plantas, y sobre todo su altura, también puede controlarse simplemente doblando el tallo central hasta que esté horizontal y atándolo en esta posición. Para evitar que se quiebre conviene doblarlo poco a poco, a lo largo de varios días. Aunque en el primer momento después de doblarla la planta no tendrá muy buena pinta, con la mitad de las ramas tocando el suelo, pasados unos días se recolocará completamente y las ramas secundarias empezarán a crecer hacia arriba. Esta técnica se puede usar en cualquier momento, puesto que no afecta a la floración, de modo que cuando las ramas secundarias vayan a superar la altura óptima, también se pueden doblar.

Esta sativa sudafricana temprana ya florece a finales de julio.
Esta sativa sudafricana temprana ya florece a finales de julio.
Es fácil poner demasiadas plantas en crecimiento y encontrarse con que no caben en floración.
Es fácil poner demasiadas plantas en crecimiento y encontrarse con que no caben en floración.
Preflores hembra
No conviene podar las plantas una vez comienzan a florecer.
No conviene podar las plantas una vez comienzan a florecer.
Cogollo de planta cosechada en julio tras forzar la floración
Cogollo de planta cosechada en julio tras forzar la floración
Conviene controlar pH y EC para evitar carencias y sobrefertilizaciones
Conviene controlar pH y EC para evitar carencias y sobrefertilizaciones
Variedad automática en plena floración que se podrá cosechar en julio.
Variedad automática en plena floración que se podrá cosechar en julio.

La floración y sus fases

El cannabis en floración pasa por cuatro fases que se deben conocer bien, ya que en cada una la planta necesita nutrientes y cuidados diferentes.

Al iniciar la floración, los machos se alargan para que su polen quede por encina de las hembras y las polinice más fácilmente. Las hembras fabrican tallos más gruesos, fuertes y cortos. Las hojas nacen cada vez con menos foliolos (cada una de las hojuelas que forman la hoja) hasta que nacen solo con uno. Normalmente, el patrón de crecimiento de las hojas pasa de opuesto a alterno, es decir, las hojas dejan de nacer de dos en dos y enfrentadas y comienzan a nacer de una en una, a uno y otro lado del tallo, alternativamente.

El desarrollo floral comienza lentamente. La planta pega un estirón y se alarga bastante, fabrica un “esqueleto” de ramas donde colocar sus cogollos. La distancia internudos es, en este primer momento, muy grande. Al principio, solo aparecen unos pocos grupos de flores en las puntas de las ramas. Las flores tienen los estigmas frescos, normalmente de color blanco, aunque pueden ser rosados o púrpuras. Los cálices de las flores femeninas tienen una pelusilla que los recubre, pero aún presentan muy pocos tricomas. Los tricomas son unas glándulas que aparecen principalmente en las flores, aunque también están presentes en otras partes de la planta; segregan la resina que contiene los cannabinoides. Tienen forma de seta con un tallito coronado por una bolita de resina. En este primer momento, la producción de THC es muy escasa y las bolitas son muy pequeñas; conforme avance la floración irán aumentando de tamaño. Las plantas en esta fase necesitan un buen aporte constante de los tres principales nutrientes: nitrógeno, fósforo y potasio.

En un segundo momento comienzan a aparecen cogollos al acortarse la distancia internudos y crecer la producción de flores. La planta ya huele un poco y fabrica muchas flores. La mayoría de las flores tienen los estigmas frescos. La producción de THC, sin embargo, aún no es grande. A lo largo de toda la floración hay que manejar las plantas con delicadeza. Si se manosean los cogollos, los tricomas se rompen y la resina se oxida, con lo que el THC se destruye. La lluvia intensa también puede perjudicar la cosecha. No solo romperá y arrastrará algunos tricomas, sino que también puede provocar que aparezca moho en el cogollo. Por esta misma razón, no se deben pulverizar las plantas una vez que la floración ha comenzado. Las necesidades de nitrógeno bajan en esta fase, pero aún hace falta aportar algo. El fósforo y el potasio son muy necesarios.

Algo después, la planta deja de crecer en altura y produce una gran cantidad de flores que van engordando los cogollos. Las hojas externas al cogollo se vuelven amarillas y se marchitan. La mayoría de las flores son fértiles y tan solo aparecen unos pocos estigmas marrones y marchitos. La producción de resina es muy grande y comienza a cubrir los cálices. En condiciones naturales, la planta sería polinizada y comenzaría a fabricar semilla. Cultivando sinsemilla se eliminan los machos, lo que impide que las flores hembra sean fecundadas. Esta técnica fuerza al cannabis a fabricar más resina para mantener las flores fértiles a salvo de las radiaciones solares, mientras espera un macho que nunca llegará. Los cogollos huelen intensamente, cargados de resina. Algunos cultivadores recolectan determinadas variedades en este momento, cuando aún hay muchos estigmas fértiles. La marihuana obtenida es más estimulante y menos narcótica, debido a los bajos niveles de CBD y CBN presentes en la resina. La cantidad total de THC es, eso sí, algo menor. En esta tercera fase, las necesidades de fósforo y potasio son altísimas para lograr grandes cogollos, el nitrógeno, en cambio, puede eliminarse para que la planta vaya limpiándose y mejore su sabor. Es importante no abonar las plantas durante la última semana antes de la cosecha.

Llega un momento en que el cannabis deja de fabricar nuevas flores y los estigmas de las existentes van marchitándose. Las plantas pierden vitalidad. Muchas hojas grandes se han caído. Hojas, tallos y flores adquieren tonos otoñales; marrones, naranjas, amarillos y púrpuras aparecen en los cálices, tallos y pecíolos. Los estigmas se marchitan y algunos se caen. Suelen adquirir un color marrón seco. La resina, transparente al principio, conforme madura va adquiriendo un color ámbar transparente. Hay que cosechar cuando el setenta por ciento de los tricomas tienen resina ámbar o cuando entre el sesenta y el noventa por ciento de los estigmas se han marchitado y vuelto marrones. Si la resina presenta un color blanco opaco o marrón, el momento idóneo para cosechar la planta ya ha pasado y la resina se está degradando.

 

Icono Cultivo

Cultivo en macetas

En julio, las plantas que viven en macetas necesitan riegos muy frecuentes: ya con las temperaturas tan altas las plantas consumen muchísima agua para mantenerse frescas. El crecimiento es muy rápido y los abonados deben aumentar hasta no menos de dos o tres a la semana si se pretende obtener un buen rendimiento. La tierra de las macetas debe lavarse con agua abundante al menos una vez cada dos o tres semanas, regándolas copiosamente con unos tres litros de agua por litro de tierra. El agua drena a través de la tierra y sale por los agujeros de la maceta, arrastrando el exceso de sales con ella. Un lavado periódico mantiene la tierra en buenas condiciones para el crecimiento y evita que se produzcan desequilibrios y carencias nutritivas.

Los aportes de fósforo y potasio son fundamentales para una buena floración, por eso constituyen el principal ingrediente de los abonos de floración. Casi siempre, los fertilizantes de floración se empiezan a aplicar cuando comienzan a aparecer flores. Sin embargo, las plantas tienen capacidad para ir almacenando nutrientes desde antes para irse preparando. Por eso no está de más aplicar una vez a la semana un abono de floración desde el mes de junio.

Icono suelo

Cultivo en el suelo

La marihuana que crece en el suelo crece sola. Si no le falta agua y no se la comen los bichos, claro. La clave esta en vigilar las plantas y prevenir los problemas. Pulverizando las plantas alternativamente con aceite de nim, jabón horticultural y Bacillus thuringiensis las protegemos contra los insectos chupadores, los hongos y las orugas, respectivamente, los tres grandes peligros a los que se enfrenta una planta de cannabis.

De cada litro de agua de riego una buena parte se pierde por evaporación, sobre todo por el recalentamiento que sufre la tierra a causa del sol. La mejor forma de reducir la evaporación es cubrir la tierra con plástico, paja, periódicos, compost o cualquier otro material que dé sombra y evite el sol directo. Si se usa plástico u otro material impermeable, habrá que levantarlo cada vez que se quiera regar.

Es mejor regar por la tarde para que las plantas puedan absorber agua durante toda la noche y llegar a la mañana bien hidratadas. En cualquier caso, lo importante es que no les falte nunca agua, ya que si se marchitan detienen el crecimiento y pueden tardar un día o dos en retomarlo, dependiendo de lo grave que haya sido la deshidratación.

Icono Cultivo

Cultivo de guerrilla

La mayoría de los cultivos de guerrilla no tienen tanta agua disponible como para poder lavar la tierra, por lo que resulta muy importante no abusar del abono, ya que si se acumulase en exceso sería casi imposible eliminarlo. Por otra parte, salvo que el agua no sea un problema, suele ser mejor no abonar mucho las plantas de guerrilla, ya que si se hacen muy grandes durante la época de crecimiento luego necesitarían tanta agua en la floración que seguramente les faltaría. En cambio, si en crecimiento se les raciona ligeramente el agua, luego no necesitan tanta y florecen mejor.

Agua y más agua que habrá que llevar hasta el escondite donde viven las plantas. Julio y agosto son sin duda los meses de más trabajo para el cannabicultor guerrillero. Por hermosas que estén las plantas en junio, si no tienen suficiente agua en julio y agosto, la cosecha será pobre. Una planta grande necesitará un mínimo de veinte o treinta litros a la semana, aunque la cifra puede ser mucho mayor si la temperatura es extrema y la planta realmente grande, o algo menor si llueve o el clima es fresco.

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