Plantas madre
Las plantas madre son un invento fantástico que permite mantener con vida y reproducir durante muchos años la misma planta, obteniendo de ella tantos esquejes como se deseen. Estos esquejes son genéticamente idénticos a la planta madre, idénticos como serían dos gemelos, por lo que comparten todas sus características: estructura, velocidad de crecimiento, duración de la floración, resistencia frente a plagas, productividad y, las más importantes, psicoactividad y calidad de los cogollos. Gracias a los esquejes es posible cultivar año tras año la misma variedad exacta y en la cantidad que se desee. Cada planta de cannabis tiene sus propias características. Incluso dentro de la misma variedad, cada semilla da lugar a una planta distinta con ligeras, o no tan ligeras, variaciones respecto de las demás. Si los cultivadores pueden seleccionar sus plantas preferidas o aquellas que destacan frente al resto por ciertas cualidades excepcionales como una potencia muy alta, una gran productividad o una psicoactividad más agradable de lo normal, y conservarlas en forma de planta madre para el futuro, es gracias a una características muy particular del cannabis: la floración fotodependiente.
El truco para conservar plantas como madres durante años es lograr que permanezcan siempre en crecimiento sin llegar a florecer
Las plantas de cannabis necesitan al menos dos o tres meses para florecer y formar las semillas, y deben hacerlo mientras las temperaturas aún son suficientemente cálidas, ya que si llegase el frío antes de que hubiesen acabado de madurar las semillas se pondría en riesgo la supervivencia de la planta al año siguiente. Para florecer en el momento óptimo, el cannabis ha desarrollado la capacidad de detectar la duración de las noches. Gracias a esto puede empezar a florecer en el momento en que nota que las noches han alcanzado una duración determinada, lo que suele suceder a mediados del verano, y que les indica que el otoño, y con él el frío, se acerca. La mayoría de las variedades empiezan a florecer entre finales de julio y finales de agosto, y alcanzan la madurez entre finales de septiembre y finales de noviembre. Hay algunas, pocas, variedades algo más tempranas o tardías, pero la mayoría cumple con estas fechas.
El truco para conservar plantas como madres durante años es lograr que permanezcan siempre en crecimiento sin llegar a florecer. Para ello lo que hacemos es engañarlas con un fotoperiodo largo para que piensen que no se acerca el invierno y puedan seguir brotando ramas y hojas vegetativamente. El fotoperiodo más habitual para conservar las plantas madre es 18/6, pero se puede usar cualquier fotoperiodo que no deje que las plantas florezcan. Hay cultivadores que usan 16/8 para gastar algo menos de electricidad, 20/4 o 24/0 para potenciar al máximo un crecimiento rápido, o incluso fotoperiodos más creativos, como 12/6/1/5, que logra mantener las plantas en crecimiento con solo 13 horas diarias de luz.
Las variedades autoflorecientes no tienen una floración determinada por el fotoperiodo y empiezan a florecer automáticamente en cuanto alcanzan cierta edad, por lo que no se pueden mantener permanentemente en crecimiento y, por tanto, no se pueden conservar como plantas madre ni reproducir en forma de esqueje. Las variedades autoflorecientes solo se reproducen a partir de semilla.
Cualquier planta se puede convertir en una planta madre, pero lo normal es escoger plantas que destacan por su calidad o por ciertas características interesantes, como un efecto muy especial o una gran resistencia frente a los hongos, por lo que suele ser necesario florecer y probar los cogollos de la planta para saber si es lo suficientemente buena. Si la genética la recibimos en forma de esqueje y ya sabemos que es buena, lo mejor es dejar el esqueje directamente como madre y, una vez crezca, sacarle tantos nuevos esquejes como queramos. A veces, sin embargo, esto no es posible porque partimos de semillas y todavía no sabemos cuál de las plantas será la mejor y, por tanto, la que guardaremos como madre. En ese caso se pueden hacer dos cosas. Lo recomendable es sacar un esqueje de cada planta antes de que florezcan y guardarlos todos en interior bajo un fotoperiodo 18/6 hasta que las plantas florezcan y se pueda seleccionar la mejor. El problema es que si hay muchas plantas se necesitará mucho espacio para conservar tantos esquejes en crecimiento durante varios meses, que no siempre está disponible. Si no hay más remedio, se puede hacer una madre a partir de una planta florecida. Para ello hay que lograr que revegete, es decir, que vuelva a crecer después de florecer. La capacidad de revegetación es una característica que tienen casi todas las variedades cannábicas, y que les permite rebrotar después de florecer, siempre que las condiciones sean adecuadas. Para revegetar una planta hay que cosecharla con cuidado, cortando solo los cogollos y dejando tantas ramas y hojas en la planta como sea posible. Después, tras la cosecha, se mete la planta en un cuarto de cultivo de interior con un fotoperiodo de crecimiento de al menos 18 horas diarias de luz, aunque algunos cultivadores aseguran que las plantas revegetan mejor con el fotoperiodo 24/0 de luz continua.
Las plantas madre deben podarse repetidamente para lograr que tengan muchas ramas y poder así obtener numerosos esquejes cada pocas semanas. Las madres se suelen abonar con un fertilizante de crecimiento, puesto que necesitan bastante nitrógeno, pero tampoco hay que descuidar los aportes periódicos de fósforo y potasio necesarios para que los tallos sean fuertes, resistentes y enraícen con facilidad. En realidad, los abonos de principio de floración suelen ser los mejores para la conservación de madres. Cuando las plantas madre llevan muchos meses creciendo, pueden ir perdiendo vitalidad conforme el sistema radicular envejece. Se pueden renovar las madres sustituyéndolas por un nuevo esqueje o bien recortar un tercio del pan de raíces y replantarlas con tierra nueva. Para evitar la aparición de plagas conviene aplicar medidas preventivas, como fumigar las plantas con aceite de nim cada dos semanas y mantener el cuarto de madres limpio y bien ventilado.