Las instantáneas de este reportaje pueden confundir al lector, no se trata de una fiesta, o, digamos, no se trata solo de una fiesta. O quizás sí. Llamémosle como le llamemos, estamos ante una acción artística en la que unas 150 personas se congregan con un espíritu de celebración consciente: conscientes de que una fiesta es una ocasión única que explota al máximo nuestra naturaleza placentera de animales sociales o, como dice Ivan Cicchetti (Rímini, Italia, 1988), creador del colectivo Espositivo que organiza estas acciones, al tanto de que “comer y bailar son actos culturales que generan un complejo sistema de relaciones sociales que nos atraviesan a todes”.
El colectivo artístico Espositivo nació oficialmente, tras varios años de gestación, en 2014. Un pequeño local de Malasaña sirvió para el arranque de una aventura que poco a poco fue expandiéndose con una sala expositiva, estudios y residencias para artistas, comisarios e investigadores, siempre con la intención de promocionar la creación contemporánea y contribuir a la difusión de proyectos innovadores procedentes del ámbito de las artes visuales. Son muchas las exposiciones y actividades que han llevado a cabo en esta década, innumerables las relaciones que han tejido con arte y generosidad. Desde hace un lustro, concentran sus acciones en La Casa DelleRose (en realidad, dos casas conectadas por el jardín con una escalera de piscina), un lugar privilegiado en el que desarrollan esta visión artística y colaborativa, convivencial y experimental, favoreciendo el encuentro entre personas afines. Como ejemplo, este “proyecto offline” de Alimentación Ming Zhu, con el que cada mes reciben a creadores de orígenes muy dispares que cohabitan con ellos en la casa y con los que preparan una gran celebración abierta a un público de 150 personas para compartir arte, comida y baile, poniendo en valor el diálogo y los vínculos afectivos.
Ivan Cicchetti es un artista italiano radicado en Madrid, cuyos quehaceres se mueven entre la educación, el diseño, la comunidad y el sonido. Si rebuscan en su pasado descubrirán con sorpresa que estudió Económicas en Bolonia y París o, lo que tiene más importancia para el tema que nos ocupa, que desde pequeño estuvo cerca de la música electrónica. Dejemos que sea él quien nos explique en qué consiste Alimentación Ming Zhu, un proyecto que ha celebrado ya 13 ediciones, tan divertidas como deficitarias.

Todas las fiestas cuentan con un fotógrafo que documenta la experiencia. Las fotos de este reportaje son de Tamara de la Fuente, quien para la ocasión, teniendo como tenía un brazo roto, recurrió a una cámara automática con película analógica.
¿Por qué le habéis llamado a estos encuentros artístico-festivos Alimentación Ming Zhu?
Fue una cosa muy aleatoria, por un cartel que me encontré en la calle. Hacia 2011 tuve en la calle Loreto y Chicote el primer espacio en el que empecé a querer mezclar distintos procesos artísticos. Finalmente, aquel primer intento acabó convertido solo en una fiesta. Hacíamos en el Ya’sta un evento con instalaciones, proyecciones y música, pero la gente tampoco se fijaba mucho, venía solo por la fiesta. Y aquel cartel que ponía Alimentación Ming Zhu me lo encontré por allí cerca, en la calle Desengaño. Lo guardé en el almacén donde guardábamos también las obras de los artistas que exponían en los distintos locales que fuimos teniendo después como colectivo Espositivo. Fue pasando el tiempo y, un día, hace cinco años, cuando cogimos esta casa, como ya teníamos aquí espacio de sobra, dejamos ese almacén donde yo guardaba mis cosas, y me encontré de nuevo con el cartel, me gustó y lo colgué en el patio. Y un día, un amigo que pertenece a la diáspora china, me dijo que significaba “perla brillante”. Ah, mira, me dije, salió una perla brillante en medio de toda la mierda que tenía almacenada.
Y esa “perla brillante” encontrada en la calle Desengaño y reencontrada entre tus trastos sirvió luego para darle nombre a los eventos que organizáis.
Sí, Alimentación Ming Zhu fue el nombre que escogimos para estas fiestas que empezamos a organizar de día pero que se fueron trasladando a la noche. Ahora queremos que vuelvan a ser eventos diurnos.
Un lugar libre y seguro

Compartir, liberarse y entregarse al ritmo de la fiesta. Las fiestas de Alimentación Ming Zhu empezaron siendo diurnas pero fueron alargándose hasta el amanecer.
Alimentación Ming Zhu se podría definir como “residencias temporales de artistas con un fin de fiesta en la casa”, sin embargo, lo definís como “Convivencias temporales en un espacio íntimo”, ¿qué queréis subrayar con ello?
Son convivencias que suceden por un tiempo, un paréntesis en el que la gente vive una realidad con otros ritmos. Entras aquí y el tiempo se transforma. Queremos dar importancia a ese cambio, a cómo pasamos el tiempo aquí juntes. Lo más importante es la gente que viene. Y es nuestra casa, donde vivimos, con todas nuestras cosas expuestas, y es un lugar libre y seguro, donde viene la gente a disfrutar y a escuchar buena música y a conocerse. Una fiesta en una nave puede ser bonita, pero es una fiesta en una nave. Una fiesta en una casa es en una casa, un espacio de intimidad y cuidado: cuidado de la gente, de las plantas… Solo quitamos algunos objetos, los más frágiles, pero el resto los dejamos para que se entienda esa intimidad. Aunque unos estén en Saturno, otros en Urano y otros en la Tierra, debemos saber convivir con el entorno. Eso y descalzarse, que es también una forma de explicar que hay que cuidar el espacio. Las únicas reglas que tenemos en casa es que no se fuma dentro y que hay que descalzarse para entrar. Como nosotros ponemos nuestro cuerpo, nuestro lugar y mucho trabajo para hacer estas fiestas, pedimos que la gente que viene ponga también su cuerpo al descalzarse, para cuidar el espacio y disfrutar de cómo nos cuidamos entre todes.
¿Cuántos vivís en La Casa Delle Rose?
Entre las dos casas vivimos nueve o diez personas.
¿Qué es para ti una fiesta?
La fiesta para mí tiene mucho significado. Desde muy pequeño conocí la fiesta, y para mí es muy importante tener un espacio íntimo, que la música juntes pueda ser un espacio íntimo. Desde muy pequeño trabajé como relaciones públicas organizando fiestas y para mí la fiesta es un lugar necesario para encontrarse y poder disfrutar sin todo aquello que nos condiciona. Aquí la gente no está condicionada, está disfrutando. La fiesta es ese encuentro en un espacio sonoro donde escuchamos música y disfrutamos desde el cariño, con cuidado de la persona que tienes al lado, sabiendo que en todo momento puedes sentirte seguro sin que nadie te moleste. Como yo estuve mucho tiempo ingresado en el hospital, necesitaba un lugar más tranquilo para disfrutar. No me gusta la agresividad que hay en muchos lugares de Madrid, desde que llegas a la puerta, con las distinciones entre los vips que no hacen cola y la gente normal que sí. Hay varios tipos de violencia, los porteros que te reciben, las listas… es un proceso muy largo y violento hasta que llegas a la pista de baile, ¿por qué tengo que ir a un sitio donde pago para disfrutar, pero me maltratan cuando quiero acceder? Y luego en la pista, con toda esa gente que va para ligar o para emborracharse, que no va a escuchar la música, gente de la que a menudo tienes que protegerte, explicarle que no estás allí para aguantar ese tipo de situaciones. Estas circunstancias me dieron la excusa y la exigencia para hacer estas fiestas en un espacio seguro donde vengas para bailar y disfrutar, y que la persona que tienes al lado también venga a lo mismo. La fiesta tiene que ser un lugar cómodo: es el sonido, una forma de escuchar juntes, de disfrutar juntes.

Según Ivan Cicchetti lo ideal sería una fiesta con 80 personas. La última consiguieron reducir la asistencia a 120, aunque el número habitual de fiesteros suele ser 150.
¿Y qué es para ti el arte? Porque detrás de lo que haces con el colectivo Espositivo hay una visión concreta del arte, ¿no?
Lo que más me interesa del arte son las vivencias. El arte es el lugar de encuentro entre las diferentes formas de expresión y las personas. Hay muchas formas de expresión. La mía es poder crear ese lugar en el que puedas conversar. Aparte de hacer mis piezas, lo que busco es disfrutar y encontrar personas a las que les guste disfrutar y hablar.
En cada edición de Alimentación Ming Zhu invitáis a un artista o a una persona para que cocine, vosotros lo presentáis como un proyecto culinario que mezcla la esencia gastronómica con vibraciones digitales y analógicas.
De momento hemos invitado al artista y escritor Iván Larreynaga, que tiene un proyecto sobre el maíz en el que reivindica la historia y la cultura de El Salvador, que es su país. También invitamos a una señora que tiene un restaurante chino de barrio y en otra ocasión a una señora marroquí que tendrá pronto, esperemos, un restaurante marroquí en la sierra de Madrid… Intentamos invitar a cocineros que tengan que ver con el arte o con lo político, para celebrar una forma de comer juntes. Yo he crecido en una familia poco convencional, pero el momento de la mesa, como en toda Italia, era muy importante. Hasta que no me siento en una mesa a comer con alguien como que no le conozco. Sentarse a la mesa es un momento “religioso”. Si lo pensamos, cagamos aislados, a escondidas, y del otro lado, del opuesto, que podría ser lo mismo, lo hacemos, en cambio, delante de todes. Crear ese momento en el que se come entre todes es muy bonito para que se genere esa familiaridad. Por eso cuidamos la comida, porque lo que queremos aquí es que la gente pase un tiempo junta para que pueda conocerse, para que pueda entrar en ese lugar de intimidad al que en otros espacios es tan difícil de llegar porque tienes todas esas violencias que te mantienen alejado, que te impiden relajarte.
¡Que sucedan cosas siempre!

¿Cocinar es un arte?
Esa es una buena pregunta. ¿Qué es arte? ¿Qué no es arte? Yo creo que cada uno elige la forma en la que quiere expresarse.
El arte también se puede considerar una forma de cocina, ¿no?
Claro, al final cuando hay una creación, sea con comida o con otros materiales, la podemos llamar arte. Llámala como quieras. La llamas arte porque tiene que venderse a otro precio distinto al de la comida: un producto diferente a un precio diferente. Al final, si lo llevas a un nivel comercial es un producto, tanto una cosa como la otra: una pizza o una obra de arte. Estás produciendo algo para el mercado. Utópicamente es mejor quedarse en un paso anterior, en la creación.
¿Y la música?, ¿puede haber una fiesta sin música?
“Para mí las drogas tienen un uso muy artístico. Lo que más me divierte es la psicodelia, estudiar esos lugares a los que se puede llegar también con otra gente. Poder entrar en esa dimensión y estar alineado con otras personas que están en esa dimensión y con las que te sigues entendiendo, sin que haya prejuicios”
Yo creo que sí. Puede haber fiestas de muchas formas. El ingrediente principal es la gente. La fiesta somos nosotres, ese espacio para darnos y dedicarnos, no hace falta nada más. Puede ser una fiesta en un parque, una fiesta solo con luces, solo con olores. Cuando yo voy a la Casa de Campo, que es el lugar que me mantiene atado a esta ciudad, cuando entras en primavera es una fiesta de colores y de olores. Ese encuentro de muchas cosas a la vez es para mí la fiesta.
Tú mismo destacas en tu biografía tu cercanía desde pequeño con la música electrónica, ¿cómo se dio esa cercanía tan temprana?
Rímini tenía mucho que ver con la música electrónica. Después de la Segunda Guerra Mundial se empezó a activar la idea de ciudad balneario, con el discoclub y demás servicios fueron haciendo de mi ciudad un destino turístico, ligado a la fiesta al menos desde los años 60. Hasta 2005, las fiestas eran casi diarias en Rímini. En verano, por el verano, pero en invierno quedaban algunas discotecas abiertas que seguían atrayendo a la gente. Cuando tenía doce años organizaron una fiesta el martes de carnaval con música dance, sería el año 2000, y nos dieron unas entradas. Y fue entrar allí con mi grupo de colegas y me dije, guau, esto está divertido: luces, máquina de humo, música… y probé el alcohol. Nunca he sido muy fan del alcohol, pero las primeras veces que te emborrachabas, ¡madre mía!, ¿qué es esta locura? Vomitando, volviendo en el coche del padre de tu amigo o de tu padre con la cabeza fuera de la ventanilla… Era una ciudad intensa. Y el año después, cuando repitieron esa fiesta de carnaval, los organizadores nos propusieron que fuéramos un colega y yo quienes vendiéramos las entradas a nuestra gente. Ahí empezó todo. Vendimos muchísimas entradas y a partir de entonces, de una discoteca a la otra, nos proponían ir y llevar a gente. Luego empezamos a organizar fiestas de música house y más tarde invitábamos a productores jóvenes de música italiana, que se quedaban en casa de uno de mis amigos y pinchaban.

Una multitud de singularidades llenando de luz y de color los espacios siderales de La Casa Delle Rose.
¿Cómo es la música de Alimentación Ming Zhu?¿Quién pincha en las fiestas?
Hay gente de fuera que viene invitada y también hay una serie de personas que son más de la casa y que pinchan habitualmente. Ahora, por ejemplo, han venido a la casa unos chicos artistas de Puerto Rico y mañana van a pinchar. Justo antes de que llegaras nos han dado una master class de reguetón.
Y los artistas invitados, ¿viven en la casa durante un tiempo?, ¿qué hacen en estos eventos?
Es gente que ha vivido o han pasado tiempo en casa, o que están haciendo otros eventos para alguna institución, se quedan en casa y hacen aquí una obra paralela a la principal que realizan en la institución.
Tenéis entonces residencias artísticas en la casa.
Sí, pero no como residencia sino como convivencia. Con el colectivo Espositivo gestioné durante años un programa de residencias artísticas, pero quería escapar de esa parte de gestión dura. Eso que lo haga la institución. A mí me encanta conocer a gente que me gusta lo que hace; lo que les proponemos es que, si les gusta esto y quieren estar aquí unas semanas, son bienvenides.
¿Y qué hacen los artistas?
Acabamos de acondicionar los espacios para que sucedan cosas. Y ahora queremos que en cada edición un artista aporte un detalle al espacio. Pero en estas trece ediciones hemos presentado películas, vídeos, hemos hecho conciertos, instalaciones… Ya mucha de la gente que viene trabaja con el arte y la música. Estos chicos de Puerto Rico, por ejemplo, trabajan con títeres gigantes en un espectáculo escénico, performativo y con música. Suceden, no sé si casualmente, pero suceden cosas siempre.
La bandera que no ondea y la psicodelia

A los platos, el artista Ivan Cicchetti, fundador y director del colectivo Espositivo, organizadores de Alimentación Ming Zhu (en chino: “perla brillante”).
Me comentaron que en la azotea de la casa se suele exponer una bandera inédita creada para la ocasión por el artista invitado. Que la bandera se puede ver desde la calle durante un mes, hasta la siguiente fiesta que se cambia por otra.
Esto nunca ha llegado a suceder [risas]. Hice una bandera, hicimos el palo y casi me mato. Hacer la bandera fue muy complicado y, cuando la íbamos a colgar, alguien dijo, ¿por qué no la ponemos cubriendo el garaje? Y ahí se quedó. Llegó a ondear, pero por el viento del ventilador.
Música, baile, comida, arte… Nosotros somos una publicación que habla sobre drogas. Según tú, ¿cabe un uso artístico de las drogas?
Para mí las drogas tienen un uso muy artístico. Lo que más me divierte y me interesa estudiar es la psicodelia, estudiar esos lugares a los que se puede llegar también con otra gente. Poder entrar en esa dimensión y estar alineado con otras personas que están en esa dimensión y con las que te sigues entendiendo, sin que haya prejuicios. Cuando usas determinadas sustancias y se abren esas barreras empáticas puedes viajar, experimentar otras formas de sentir el lugar, el espacio, las personas, la música… Esa fusión de tantos elementos que generan las sustancias psicoactivas te permite llevar tu forma de pensar y de sentir el cuerpo a otro lugar. Y me interesa estar con personas que les apetezca pensar y sentir de otra forma el espacio y los cuerpos.
Quería también preguntarte cómo sufragáis estas acciones artísticas. ¿Habéis recibido alguna subvención?
Ahora estamos intentando con este proyecto de Alimentación Ming Zhu, y con otras acciones que la gente de la casa queremos hacer, que nos concedan alguna subvención. Y luego a la gente que viene a las fiestas les pedimos una aportación que sirva para pagar parte de los gastos. De momento es un proyecto muy deficitario.

Descalzos y sonrientes, en Alimentación Ming Zhu se reúne lo más granado del arte emergente, con figuras señeras como la artista Cristina Garrido ofreciendo una sesión de música electrónica de querencia abstracta.