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“Lo mío son las mezclas imposibles”

Entrevista a Sergio Mora

Entrevista a Sergio Mora

La creacion dentro de la creación dentro de la creación… Neverending story (2020).

A base de romper convencionalismos, combinar disciplinas, referentes antagónicos y fantasías desatadas, Sergio Mora ha conseguido hacerse un hueco entre los artistas contemporáneos españoles más valorados. Atesora un currículum internacional impresionante, con obra expuesta en medio mundo, galerías de alto copete y encargos de marcas de relumbrón, sin desatender colaboraciones en publicaciones alternativas o gráficas para bandas de rocanrol. Y como su primera novela gráfica, La rocambolesca historia de la película: La chica de Serie B, acaba de llegar a las librerías, aprovechamos la ocasión para hablar con él de su vida y de su obra.

El atrevido trabajo de Sergio Mora (Barcelona, 1975) presta escasa atención al racionalismo y, a pesar de ello –o quizás gracias a ello–, su obra goza de gran coherencia interna. En sus lienzos, diseños, esculturas e ilustraciones, la magia y el humor son ingredientes clave. En su primera novela –ilustrada eso sí, pero novela con todas las de la ley– añade una generosa dosis de empatía a su receta habitual. La rocambolesca historia de la película: La chica de Serie B (Autsaider) es así una comedia de enredo que pone en solfa los tradicionales roles de género. Esta incursión literaria nos sirve de excusa para indagar en su ascensión a las cumbres artísticas sin separar los pies de tierra.

¿Cómo has llegado hasta aquí? Quiero decir, ¿cómo has pasado de hacer fanzines a lograr un nivel de reconocimiento internacional de tu trabajo?

Pues supongo que la cosa empieza mucho antes de los fanzines. Desde muy pequeño tuve afición por dibujar y pintar, y mis familiares solían regalarme cosas relacionadas con el arte. Cuando cumplí nueve años mis padres me regalaron un maletín de óleos. Empecé a pintar cuadros los sábados por la mañana, sentado en el sofá del salón mientras veía La bola de cristal. Me gustaban mucho esos sábados por la mañana, a mi aire, con el sofá lleno de cómics de Mortadelo y Filemón, libros de Velázquez o de Leonardo da Vinci, y acompañado por Alaska, La familia Monster, Pablo Carbonell y Pedro Reyes en la tele del salón. Ese era mi espacio de creatividad y libertad, de pura diversión y fantasía. Desde entonces han pasado unos cuantos años, acabo de cumplir cincuenta, y, a pesar de que esta profesión también tiene momentos de desencanto, hay una fuerza en mí que siempre me hace seguir adelante y que me conecta con el espíritu de diversión, creatividad y libertad que había en ese sofá aquellos sábados por la mañana, en aquel ambiente tan inspirador. Bueno, eso y toda una vida de descomunales esfuerzos y sacrificios en la persecución de mis sueños.

Entrevista a Sergio Mora

Aspecto de novela pulp de baja estofa, con gráfica poderosa y elevada hilaridad. La chica de Serie B (Autsaider), de Sergio Mora, 192 páginas, 21€. A la derecha, Milcent Patrick se reúne con la criatura de su creación en los alucinados sueños de la diseñadora.

¿Y esa libertad de sofá de sábado matutino es la que te lleva a transitar, de algún modo, por el underground, con trabajos como La chica de serie B?

En realidad, eso de separar underground y mainstream creo que no es algo que nos deba preocupar a los artistas. Creo que uno va generando cosas, y esas cosas encuentran por sí solas su contexto natural. Por otro lado, un mismo artista puede tener distintos proyectos que funcionen en contextos diferentes. A mí precisamente me parece interesante jugar con los contextos para romper con patrones que a veces pueden ser sectarios y limitantes. El algoritmo y el concepto de “target” o de “público objetivo” están generando una sociedad cada vez más dividida y encajonada en pequeños compartimentos. Personalmente no creo que ese sea un enfoque saludable para crear una sociedad libre y de mente abierta.

Un ascenso progresivo

Entrevista a Sergio Mora

Los sorprendentes giros de La chica de Serie B lo son hasta para el propio Sergio Mora.

¿Qué trabajos fueron los que, de repente, lo cambiaron todo? ¿O no ha sido tan de repente?

“Me pasa un poco como a Obélix, que se cayó en la marmita de la poción mágica de pequeño. Tengo una tendencia natural a la fantasía”

Yo empecé a hacer mis primeras expos y trabajos en el siglo pasado, hace casi treinta años. Me costó encontrar mi espacio, porque en aquellos años el contexto era muy diferente. No existía ni siquiera internet. Tenías que escribir cartas o llamar por teléfono para conseguir citas y pasearte con un portafolio gigante de originales. Todo era muy local, la mayoría de aspirantes a artistas no teníamos dinero para movernos en otras ciudades y ni hablemos de otros países. En las galerías no me tomaban en serio, me decían que mi trabajo era demasiado “ilustración” y cuando me movía como ilustrador me decían que no encajaba porque mi trabajo era demasiado “artístico”. 

Cuando empecé hacía exposiciones en bares, o ilustraba cosas gratis para hacerme un portafolio, hacía libros para niños, hacía de todo, mientras trabajaba de otras cosas a media jornada, fue todo muy progresivo.

Y desde el principio has hecho muchas cosas, ¿no?

Sí, mi carrera es muy variopinta, he hecho todo tipo de cosas relacionadas con la ilustración, el diseño, la pintura, la narración y espero que siga siendo así porque me parece muy divertido y motivador no saber qué va a suceder en el futuro y qué nuevos caminos se van a recorrer. Ha habido momentos en los que han confluido los astros y han aparecido proyectos que me dieron más visibilidad, como cuando hice mi primera gran exposición en una galería llamada Iguapop de Barcelona, allá por el 2004, coincidiendo con las ilustraciones para un disco de Marc Parrot y una campaña para la ONCE por el año del Quijote. O como cuando años después me premiaron con un Grammy latino por el arte del disco El poeta Halley de Love of Lesbian, o las colaboraciones con Gucci, Starck, José Andrés… Pero esto, al final, es una carrera de fondo y lo importante es el día a día y tener claro siempre que lo mejor está por llegar.

Entrevista a Sergio Mora

La santísima trinidad de la cultura popular: The power of fiction (2019). A la derecha, Monsters in Paradise (2020), revisitando los clásicos en todos los sentidos.

Entrevista a Sergio Mora

A esta misa que me apunten. God loves you (2020).

En todo este trabajo, variopinto como dices, hay una evolución evidente, pero es sigilosa, hay una continuidad, es muy reconocible y tiene un hilo, aunque lo que hagas hoy no se parezca en nada a lo que hacías hace veinte años.

“Me gusta trabajar con ingredientes menospreciados para llevarlos a una nueva dimensión y ponerlos en valor”

A mí me gusta probar cosas nuevas siempre que tengo la oportunidad, y meterme en berenjenales y explorar nuevos territorios, pero por muchos experimentos que hagas, al final es inevitable que tu personalidad aflore. Para mí el reto es conseguir las dos cosas, me refiero a que cada vez que empiezo un nuevo proyecto quiero que el resultado sea fresco y sorprendente pero también me halaga y me reconforta que mi trabajo sea reconocible y que cuando lo veas pienses “esto es de Sergio Mora”.

En esa continuidad, hay una serie de personajes y temas recurrentes en tu obra, ¿cuáles son los más veteranos? ¿Tienen un destino, van a eclosionar, o esa mera presencia ya es su razón de ser?

Sí que hay elementos recurrentes en mi trabajo como los monstruos, la estética de los años 50, el folklore español, o personajes como Botijoman, El niño Rock y la cultura del rock and roll en general, la sci-fi, etcétera, pero no hay un plan. No soy un estratega en ese sentido. Creo más en la naturaleza orgánica de la creatividad y de la imaginación. Los temas y los personajes van apareciendo de forma natural y son como fichas de un puzle que está vivo. Lo que yo hago es jugar con esas piezas y voy viendo cómo encajan, ese puzle va creciendo, va tomando forma y se va configurando mi imaginario.

Costumbrismo alucinado

Azulejos Cosmic dancer (2019). Art toy en colaboración con 6 Forest “Botijoman”, otro de los personajes trasversales en el trabajo del autor.

Azulejos Cosmic dancer (2019). Art toy en colaboración con 6 Forest “Botijoman”, otro de los personajes trasversales en el trabajo del autor.

Hay cierto ambiente surreal, onírico y alucinógeno en gran parte de tu trabajo, ¿los enteógenos forman parte de tu proceso creativo?

Hace muchos años que no. Me pasa un poco como a Obélix, que se cayó en la marmita de la poción mágica de pequeño. Tengo una tendencia natural a la fantasía.

“Ante dudas creativas me planteo ¿cómo se habría resuelto este suceso si hubiesen tenido que ponerse de acuerdo Berlanga y Tarantino, o Iggy Pop y Julio Iglesias?”

La chica de Serie B es tu último libro y tu primera novela, en este caso lo alucinado convive con hechos reales y el relato costumbrista, ¿qué te motivó a combinar estos géneros y a crear esta obra en particular?

El proyecto nació cuando descubrí la figura de Milicent Patrick y me quedé fascinado con el personaje y con su universo del Hollywood de serie B. A partir de ahí empecé a investigar sobre ella y con los años se fue formando una historia de ficción a su alrededor que se iba entrelazando con la historia real. No quería hacer un biopic sino llevar al personaje a mi territorio y utilicé, narrativamente, muchos recursos que me llevaban a películas ochenteras que me han influido mucho. También a referentes más cañís como Rafael Azcona y Berlanga. En este caso, el personaje de ficción Simón Sagal, un director de cine que se verá metido en mil embrollos, se convierte en el narrador de la historia de Milicent y un vehículo para generar una fantasía que tiene tanto de costumbrista como de alucinatoria. Así el libro entrelaza una historia en dos épocas diferentes y en la que a veces es difícil discernir entre realidad y ficción.

Entre todos estos embrollos, se tocan temas que podrían calificarse de “delicados”, como la cultura de la cancelación, el precio de la fama, el peso de la maternidad… Pero, con todo y con eso, donde he apreciado mayor coraje es en los giros de guion, cómo rompes clichés y utilizas los tópicos como una llave de judo, usando a tu favor el peso del oponente.

Cuando terminas de leer la historia entiendes que era importante el uso de los clichés por una cuestión que no podemos desvelar. A mí me encanta jugar al engaño en la narración y suelo usar mucho los tópicos, para después dar giros y situarlos en nuevos escenarios o en situaciones sorprendentes. En ese sentido los clichés son un material de trabajo que da mucho juego, sobre todo en la comedia, porque suelen pillar al lector con la guardia baja. Por otro lado, me pasa en mi trabajo en general, me gusta trabajar con ingredientes menospreciados para llevarlos a una nueva dimensión y ponerlos en valor.

Entrevista a Sergio Mora

Freud, Heráclito y Christine de Pîzán, dibujos de la serie Un elefante en la oscuridad

Independientemente de que cada cuál hará su lectura según le pille, ¿qué mensajes o emociones esperas de la recepción de este libro?

La idea es que los lectores hagan un viaje a través de ideas contradictorias poniéndose en el pellejo de los personajes protagonistas en situaciones rocambolescas y hasta grotescas, con el fin de que lleguen a comprender una situación desde diferentes puntos de vista. Eso y echarse unas risas.

Hay muchos autores que tienen un artista totémico y, en momentos de duda creativa, se plantean cómo habría resuelto ese suceso dicho referente. En tu caso, ¿existe esa figura o no le das tantas vueltas?

Pensar solo en uno sería muy complicado. Sería más un Olimpo, y recurriría a uno o a otro tótem dependiendo de cuál fuese la duda creativa. O quizá sería más como combinaciones imposibles de esos tótems. Me refiero a que la pregunta podría ser, por ejemplo: ¿Cómo se habría resuelto este suceso si hubiesen tenido que ponerse de acuerdo Berlanga y Tarantino, o Iggy Pop y Julio Iglesias, o Jim Henson y Ray Bradbury, o Robert Zemeckis y Mortadelo y Filemón, o Chicho Ibáñez Serrador y Nick Cave? Lo mío son las mezclas imposibles.

Children of the revolution (2013). Mitología, teleseries, fantasía desatada y buen rollo a espuertas.

Children of the revolution (2013). Mitología, teleseries, fantasía desatada y buen rollo a espuertas.

Entrevista a Sergio Mora

Cosmic dancers (2019). 

El Duende (2010).

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Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #327

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