Ser emocional y traducir un torrente de sentimientos y experiencias a la pintura, sin crear confusión, no es una tarea fácil. Quizá Miguel Scheroff (Navas de Tolosa, Jaén, 1988) sea uno de los artistas que mejor ha sabido sacar partido a la cultura popular de su generación a través de una pintura exagerada en el uso tanto del color como de las texturas. Aquello que podría salir muy mal es, gracias a su pericia, un auténtico estilo pictórico donde residen grandes referencias a la historia del arte, que traslada al presente, y también a diferentes personajes, tanto de ficción como reales, que han marcado a este artista andaluz.
Su pintura tiene una fuerza indómita, un carácter al que no estamos acostumbrados. Las obras de Scheroff te pueden gustar o no, pero jamás te dejarán indiferente, gracias a esa desmesura adecuada que tan bien sabe manejar. Para romper las reglas hace falta conocerlas, solo así se consigue superar los límites de lo hasta ahora conocido. Así, Miguel Scheroff crea un estilo propio que supera todo aquello que enseñan en las facultades de Bellas Artes, despojado de la seriedad de ese academicismo que encorseta a los artistas. Hablamos con él sobre su trabajo y otras cuestiones relacionadas con el arte y el cannabis.
¿Cuál es la razón por la que has abrazado lo kitsch, un estilo muchas veces incomprendido e infravalorado?
Por puro divertimento con mi trabajo. He pasado los primeros diez años de mi carrera obsesionado con transmitir sobriedad y perfeccionismo, hasta que me volví loco por la presión y aprendí a tomarme menos en serio. Pienso que la pintura debería estar libre de prejuicios, y yo tenía muchos conmigo. Este gusto por lo barroco y lo hortera a veces se me va de las manos y no sé cuándo pararlo. De hecho, he aprendido a verlo como algo positivo llevándolo a mi terreno y transformándolo en un lenguaje propio. La estética kitsch me ha llegado de la mano de los videojuegos, los dibujos animados, la música y el acto de “jugar” con los materiales. Siento que mi manera de entender la pintura ha madurado, lo kitsch le resta “seriedad” y la hace más accesible, fresca y divertida.
¿Por qué ha ido evolucionando tu técnica hacia empastes más densos?
Desde siempre me ha fascinado la pintura matérica, pero cuando pintaba realismo construía la obra a partir de capas muy finas de pintura y veladuras con aerógrafo. Cuando comencé a realizar una figuración más pictórica y expresiva, la obra me fue pidiendo añadir más cantidad de pintura, hasta el punto en el que la materia se desborda por los márgenes del lienzo varios centímetros. En ocasiones me gusta llevar ese empaste al extremo rozando lo escultórico, y utilizo la manga pastelera con óleo para hacer relieves en la obra. El resultado es muy similar al de una tarta de cumpleaños: ¡dan ganas de comérselo!
Miguel Scheroff es un artista plástico del género kitsch, con una gran influencia del barroco, que utiliza el color y los empastes gruesos para crear obras de un gran impacto visual.
¿Qué es para ti la belleza y dónde la encuentras?
Hace tiempo que no pienso en esto. Supongo que la belleza tiene que ver con lo que te hace sentir bien o te despierta atracción y emociones intensas. En ocasiones me han dicho que tengo gustos poco convencionales, supongo que lo que para mí es agradable para otros puede parecer de mal gusto. Encuentro belleza en innumerables cosas, pero destacaría que la creación plástica es mi gran pasión, la expresividad de algunas obras mueve un sentimiento muy potente dentro de mí. Me flipa cuando una pintura huele y mancha solo con verla; me transporta a la infancia en el pueblo, aquellos días en los que jugabas con el barro, las flores y los insectos en el campo. La música alternativa y el cine independiente son otra debilidad; esos proyectos que arriesgan y trascienden el mainstream comercial. Y, aunque reconozco que soy carne de cañón para la radiofórmula, sé diferenciar entre lo que me gusta y lo que me entretiene.
Has creado tu propia mitología: háblanos un poco sobre quién la conforma.
Los temas mitológicos me apasionan: hablan del comportamiento humano expuesto a situaciones extraordinarias. Lo que quiero hacer en mi obra es apropiarme de esos temas desde una perspectiva contemporánea, por tanto, estos personajes que aparecen en mis pinturas son un batiburrillo de influencias mileniales: hay mucho de mitología oriental y occidental, de estética cartoon (anime y kawaii), de crítica social, de experiencias y pasiones personales… Mis referencias favoritas son Hora de Aventuras y Pokémon; de aquí extraigo gran parte de las historias y personajes. También recurro a libros donde aparecen representaciones del demonio y otras criaturas monstruosas como grifos, dragones, vampiros, hombres lobo, etc. Todo ello lo paso por el filtro de mis vivencias propias; siempre digo que son una visión particular del panorama social en el que estamos inmersos o caricaturas de mi entorno más cercano. Son criaturas que te podrías encontrar en un after de madrugada.
¿Cuáles son tus referentes artísticos?
“Son una visión particular del panorama social en el que estamos inmersos o caricaturas de mi entorno más cercano. Son criaturas que te podrías encontrar en un after de madrugada”
Instagram es un caudal infinito de referencias random impresionantes; le debemos muchos de los grandes descubrimientos en cuanto a artistas contemporáneos en los últimos siete años aproximadamente. Sigo muy de cerca la obra de artistas como: Super Future Kid, Christian Van Minnen, Rinus Van de Velde, Kati Heck y Ben Sledsens, entre otros. Pero, sin duda alguna, mis grandes influencias a la hora de crear son mis compañeros y compañeras más cercanos, pues tengo un contacto más directo y enriquecedor con ellas y ellos: Ira Torres, Javier Aldarias, Vanessa Morata, Juan Francisco Casas, Teresa Arroyo, Agus Díaz Vázquez, Ángeles Agrela, Santiago Ydáñez, Enrique Marty, Bel Fullana, Silvia Lermo, Julio Galindo, Fátima de Juan, José Ríos, Francesc Rosselló, Teresa Martínez, Pablo Sola, Paloma de La Cruz, Murfin, Julio Anaya, Imon Boy, Gala Knörr, Aryz, Marina Vargas, Rafa Jiménez, Irene Molina, Juanma Benítez, Armando Rabadán, Dela Delos, Fenxi, Juan de Morenilla, David Salido, Anto Pulp, Fran Baena, Back, Ana Barriga, Juana González, Laura Vinós, Ricardo León… Y un larguísimo etcétera que me dejo en el tintero, por esto odio hacer listas.
¿Cuál es tu contexto ideal para trabajar?
Necesito trabajar en un lugar aislado y tranquilo, por eso vivo en un pueblo pequeño de doscientos habitantes alejado del bullicio. Mi taller es muy luminoso y, mientras pinto, siempre tengo Radio 3 de fondo o alguna peli en el móvil. Aunque me encanta trabajar con la luz de la mañana, soy una criatura nocturna, así que pinto más por la noche que por el día. Me hacía feliz tener la compañía de mi perra Greta, pero murió hace unos meses y ahora estoy aprendiendo a estar solo; me acuerdo de ella a cada momento. Soy muy nervioso, lo cual me provoca mucha ansiedad y problemas digestivos; consigo calmar el malestar gracias al CBD, el cual me ayuda a tener un día de curro más agradable.
¿Por qué te has decantado por el consumo de CBD?
Me lo habían recomendado muchos compañeros como alternativa a los antidepresivos o a la medicación para los dolores digestivos. Antes había probado la maría, pero su consumo empeoraba mi neurosis y ansiedad; quizá no elegí el tipo de cannabis adecuado o simplemente no lo tolero bien. Cuando descubrí el CBD, encontré la medicina perfecta para tratar estos problemas, y aunque no lo consumo diariamente, sí que lo tengo a mano cuando los problemas aparecen; es muy eficaz contra el dolor.
¿Qué importancia tiene el color rosa en tus obras y qué emociones y simbolismos crees que destila?
¡Mucha! Es un color adictivo, sobre todo, su gama fosforita. Tiene mucha frescura, a veces aporta a la obra un rollo kitsch e incluso gamberro. En general, utilizo tonos muy ácidos que transforman la imagen en algo radical y actual. En ocasiones me preguntan si tienen relación con el consumo de psicotrópicos, pero nunca los he probado por respeto hacia sus efectos, yo lo relaciono más bien con mi amor hacia la psicodelia y el pop; sé que abuso de estas gamas, pero nunca he pretendido ser amable en mi pintura, sino fiel a mis gustos e ideas.
¿De dónde viene esa pasión por pintar animales?
He crecido en una zona rural dentro del entorno de Sierra Morena, donde desde niño tuve la suerte de perderme en una suerte de paisajes silvestres en los que me encontraba con ciervos, jabalíes, cabras montesas, conejos, caballos y otros animales. También mi familia criaba ovejas, gallinas y cerdos, y yo era en muchos casos responsable de su cuidado. He aprendido a amar y a respetar este entorno, y es mi conciencia animalista la que hace inseparable mi pintura de los animales. Sus formas y colores me ayudan a crear escenas épicas con mucho movimiento.
¿Qué tienen que tener ciertos personajes de la cultura popular para que sean de tu interés y los incluyas en tus pinturas?
Tienen que ser parte de mi contexto generacional: debe existir una conexión o atracción con la que me sienta representado. A veces son personajes de dibujos animados con los que he crecido o he tenido un vínculo importante: Rugrats, Goku, Hora de Aventuras, The Midnight Gospel, Pokémon, o bien artistas del panorama cultural actual a los que respeto por su autenticidad y carisma: Cecilio G, Rosalía, La Zowi… Lo que hago, por ejemplo, es montarme mi película y convertir una escena épica de un cuadro barroco en una batalla de pokémons donde el Ceci cabalgue un Gyarados Rojo o Rosalía luche contra unos dragones de colores. Me apasiona llenar el lienzo de fantasías así.
¿Qué significa para ti el éxito?
El éxito sin duda es tener el respaldo de una familia unida y brillante, de una comunidad de grandes amigos dispuestos a ayudar y a sacarte de la oscuridad. Vivir del trabajo de tus sueños es ya una suerte utópica, pero más lo es aún tener a estas personas tan sobresalientes a tu lado. Gracias por vuestro tiempo y apoyo, amigos de Cáñamo.