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“España no va a sufrir una crisis de salud pública provocada por el fentanilo o sus análogos”

Entrevista a David Pere Martínez Oró

El pasado verano el culebrón mediático nos asustó con la llegada del fentanilo a España. Por periódicos, televisiones y redes sociales se multiplicaron las imágenes dantescas de adictos doblados por los rincones del barrio de Kensington (Filadelfia, EE UU), mientras se agitaba la alarma de que el opioide estaba desembarcando en nuestras calles. El psicólogo social David Pere Martínez Oró decidió averiguar qué había de cierto en todo aquello. ¿Sería verdad que el fentanilo estaba ya como sustituto de la heroína en el mercado negro español? ¿Estábamos a las puertas de una crisis de salud pública como la que estaba sacudiendo a Norteamérica, que en el último año llegó a contar 120.000 muertos por sobredosis? En esta conversación Martínez Oró da respuesta a estos y a otros interrogantes, ofreciendo una visión comprensible de la compleja realidad de las drogas en el mundo de hoy y señalando la necesidad de un cambio de paradigma que acabe con la prohibición.

David Pere Martínez Oró (Ponts, Lleida, 42 años), colaborador durante años de Cáñamo y director del grupo de investigación Episteme, publicó a mediados de junio “Fentanilo en España. Evidencias, percepciones y realidades”, un concienzudo informe de más de 150 páginas financiado por el Plan Nacional Sobre Drogas del Ministerio de Sanidad que da respuesta a todos los interrogantes de la supuesta llegada del fentanilo a nuestras calles, a la par que ofrece una completa panorámica sobre la irrupción de los opioides en el mercado mundial de las drogas. 

Si el fentanilo fuera del ámbito clínico es un peligro por ser cincuenta veces más potente que la heroína, ahora están ya en circulación los nitazenos, otra familia de opioides, con una potencia cuarenta veces mayor que el fentanilo. Ante los peligros que puedan suponer estas nuevas sustancias sintéticas no cabe el alarmismo, sino el estudio científico y la evaluación realista de las políticas de drogas. Según Martínez Oró, si en España estamos a salvo de sufrir una crisis provocada por los opioides se debe, no solo a la disponibilidad de heroína, sino a nuestro sistema nacional de Salud, un factor de protección esencial, público y con una alta especialización profesional en relación a las adicciones, muy por delante de la sanidad privada –a todas luces insuficiente, como demuestran los datos de muertes por sobredosis – que hay en Estados Unidos.

La conversación se lleva a cabo por videoconferencia una mañana de julio. 

Llevamos varios veranos escuchando que el fentanilo está a las puertas, y acabas de presentar un estudio, financiado por el Plan Nacional Sobre Drogas, que concluye que España no sufrirá una crisis de salud pública provocada por el fentanilo, ¿en qué te basas?

El anuncio de la sustitución de la heroína por el fentanilo viene de lejos. En 2021 y 2022 empezaron algunas noticias, pero fue en el verano de 2023 cuando se dio una tormenta mediática sin parangón. Como investigador me llamó la atención que se hablara constantemente del fentanilo en los medios, y por eso pedimos la financiación a la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, para poder hacer un estudio. Hay un punto de partida que obviamente es noticiable, que es la crisis de salud pública del fentanilo y análogos y otras sustancias que hay en Norteamérica y muy concretamente en EE UU. Son noticias que funcionan muy bien,  y, por extensión, dan impresiones de publicidad y, por extensión, dinero, lo que generó una tormenta mediática que en España no estaba justificada por datos empíricos: ni la gente que trabaja en atención directa a los consumidores de drogas había dado la alerta, ni habían aumentado las sobredosis, ni los usuarios se habían percatado, ni tampoco se habían producido decomisos. No había nada, lo cual era una paradoja brutal. ¿Cómo hay un relato mediático que da a entender que el fentanilo ya está aquí? Hablamos del fentanilo ilícito, aunque en los medios de comunicación se mezclaba constantemente el fentanilo como fármaco y el fentanilo de producción ilícita. ¡Hasta las madres del colegio de mi niño sabían qué coño es el fentanilo! En cambio, ibas a los profesionales y no había nada. 

Pero las sustituciones de unas drogas por otras más potentes no son extrañas en la historia, especialmente desde su prohibición, ¿no?

Sí, las sustituciones de unas drogas por otras es una constante a lo largo de la historia de las drogas, no es un accidente histórico. Para empezar la heroína de la Bayer sustituyó al opio, y en EE UU los fentanilos se comieron a la heroína y ahora tendríamos que hablar de la xilacina y otras sustancias. Es decir, que tampoco era tan raro que pasase en España. Y teníamos dudas, nos quedaba claro que el fentanilo no había llegado, pero luego, entrevistando a profesionales, alguno había que decía que sí, aunque con evidencias muy espurias. La cuestión de las drogas en general y de los opioides en particular, y concretamente de los opioides sintéticos, es un fenómeno mundial, pero España cuenta con unos factores de protección que la salvan. En la misma Unión Europea está el caso de Estonia, un país que hace treinta años que lidia con el fentanilo. En España nunca ha llegado, sobre todo porque hay heroína. Pero la hipótesis de trabajo era esa: ¿España va a sufrir una crisis de salud pública debido al fentanilo? Y la conclusión rotunda es no, no va a haber una crisis de salud pública debido al fentanilo o a sus análogos en España. 

Lo que no quiere decir que el fentanilo no aparezca en escena. Porque podría llegar el fentanilo a las calles sin que se produzca una crisis de salud pública.

Claro, hay que diferenciar. Una crisis de salud pública como la hemos visto en EE UU no la vamos a tener, tal como están ahora las tendencias mundiales. ¿Que pueden cambiar las tendencias mundiales? Pueden cambiar y luego el escenario puede volver a cambiar. Pero por ahora, tal como está la partida de ajedrez de los opioides sintéticos a nivel mundial, España es un peón de segunda fila. Otra cosa es que pueda llegar puntualmente una partida de heroína adulterada con fentanilo, muy improbable tal como están las cosas, pero, en el caso hipotético de que llegase heroína adulterada con fentanilo, a lo mejor en dos días se nos mueren doscientos tíos en España, y esto generaría mucha alarma, pero no sería una crisis de salud pública. Sería una alarma de salud pública, pero muy controlada, como por ejemplo pasó en Argentina, donde unos mamarrachos adulteraron cocaína con carfentanilo y se murieron 25 personas, ¡25 y con solo unos gramos!

Fentanilo trending topic

Entrevista a David Pere Martínez Oró

David Pere Martínez Oró ha convertido a su grupo Episteme en una referencia en la investigación de fenómenos sociales complejos y en la evaluación de políticas públicas.

Así que por mucho que diga la prensa alarmista, afirmas que no se cumplirá la hipótesis de la sustitución de heroína por fentanilo en el mercado ilegal español. Y como psicólogo social, ¿por qué crees que damos tanto crédito al apocalipsis? ¿Por qué somos presa fácil de estas noticias alarmistas?

Por miedo. Y hay un punto de morbo que se excita con esas imágenes que circularon en primera instancia por las redes sociales, imágenes de gente doblada y a la que le llamaban zombis. Las noticias de drogas en general funcionan muy bien y las de fentanilo han funcionado estupendamente, porque hay un componente de morbo y de miedo, y también creo que en el fondo supura la crisis de la heroína de los ochenta en España. Volver a repetir una crisis de salud pública, en este caso protagonizada por un opioide sintético, en muchos casos recuerda los años negros de la heroína de los ochenta y noventa. Y eso entronca con un fenómeno sociocultural mucho más grande que es la adicción de las redes sociales a través del scroll infinito. Las noticias de fentanilo han circulado muy bien por todas estas redes. La gente invierte mucho tiempo de ocio en hacer el capullo, perdón por la expresión, con el twitter o con el Instagram. Un fenómeno que genera déficit de atención y problemas de concentración. Los medios de comunicación, en última instancia, tienen muchos gastos y, como hay que pagar las facturas, obviamente emplean las temáticas que más les funcionan. Entrevisté a periodistas que me confirmaron que quien marca de qué van a escribir es el Google Trends o las mismas tendencias de las redes sociales. Y en el Google Trends “fentanilo” fue máxima tendencia en España desde final de julio del año pasado hasta mediados de agosto. A la audiencia le llamaba la atención. Entre los más jóvenes se utiliza ya “ir de fentanilo” como un insulto, para decir que alguien es un muermo se dice que va de fentanilo. Y si ha entrado dentro del lenguaje, es que ya está dentro de los esquemas socioculturales de una población muy joven. ¿Cuál ha sido el impacto sociocultural de darle una publicidad tan bestia a la cuestión del fentanilo? No lo podemos medir, pero se le ha dado una publicidad que no se merece y eso es peligroso.

En el estudio se refleja esa constante de la historia de las drogas, cómo la prohibición viene siempre precedida por una alarma mediática que genera presión sobre los políticos. Hay una responsabilidad directa por parte de periodistas, pero también es verdad que hay una cierta demanda u obsesión popular hacia los escenarios apocalípticos. En esta historia, hay unas fotos aéreas que probaban aparentemente que en Afganistán los cultivos que nutren de heroína a Europa se habían reducido radicalmente a partir de la ley contra el opio promulgada por los talibanes. Se llegó a decir que la cosecha de 2023 descendió un 95% ¿Todo eso fue un bulo? Te lo pregunto porque el informe en este caso vino de la propia Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

Sí, es cierto. No vamos a poner en cuestión ahora la UNODC. Ellos sacaron ese resultado, pero los talibanes no son cómo los vemos desde nuestra cosmovisión europea. Cuando hablamos de los talibanes los vemos como un grupo homogéneo de locos radicales que van aplicando la sharía, que castigan a las mujeres y van con los kalashnikov impartiendo su ley. Eso es un sesgo europeo. Los talibanes es un grupo muy heterogéneo y esta es una de las causas de que la prohibición no se pueda mantener. Sí que los más integristas consideran que el opio es haram, es pecado, y que por lo tanto hay que erradicarlo. En última instancia, no sé hasta qué punto la prohibición ha sido una estrategia de los talibanes o de un sector de los talibanes, pero les ha ido muy bien para ganar poder. Porque Afganistán es un país indomable, es un universo. Los pastún, que son mayormente los talibanes, no representan ni el 40% de la población. Hay muchas minorías étnicas. Es un país más grande que España, y la gran mayoría de su territorio está por encima de los 2000 metros, en la cordillera del Hindú Kush. Aplicar la ley que prohíbe el cultivo del opio, y más con los pocos medios que tienen, es imposible. Y allí aún mandan los líderes tribales y la distribución del poder es muy heterogénea. La prohibición les vino muy bien a los talibanes, porque veníamos de cinco años de cosechas tremendas, en las que se llegó a producir 39.000 toneladas de opio. Y Europa, como mucho, demanda al año unos 10.000 kilos de heroína. Y con ese stock, Afganistán estaba vendiendo el kilo de opio crudo muy barato, a 40-50 dólares. Estaban haciendo el canelo porque tenían que dar salida a esas existencias y la demanda era la que era. 

Y ahora con la prohibición del cultivo ha subido el precio del opio.

Sí. Y por otro lado tienen más disponibilidad de tierras para cultivar alimentos de primera necesidad. Con la prohibición el año pasado ganaron terreno para cultivar trigo, sacaron stocks, aumentó el precio y con ello incrementaron la entrada de divisas en Afganistán. ¿Para qué producir más opio si tenemos de sobra? La prohibición ha generado además en los traficantes una ansiedad de acopio, y ya desde febrero se pagaba a 1000 dólares y, según decía la UNODC, para estas fechas podía llegar a los 1500 dólares el kilo de opio crudo.

“Hablamos del fentanilo ilícito, aunque en los medios de comunicación se mezclaba constantemente el fármaco y el fentanilo de producción ilícita. ¡Hasta las madres del colegio de mi niño sabían qué es el fentanilo! En cambio, ibas a los profesionales y no había nada” 

Un negocio redondo.

Claro, pero una vez se vaya liquidando el stock, no van a poder mantener la prohibición mucho más tiempo, principalmente porque casi la mitad de la población de Afganistán vive directa o indirectamente de la producción de opio. El cultivo se va a recuperar, de hecho, tal vez no se hayan hecho grandes plantaciones, pero sí que hay gente que ha seguido cultivando, y eso lo dice la propia UNODC. En el caso improbable de que se parase la producción de opio en Afganistán, veríamos una enorme crisis humanitaria. Y eso los talibanes no lo van a permitir. Además de que el dinero lo corrompe todo. Afganistán es un país muy corrupto y, si hay pasta, se va a cultivar. Una hectárea de trigo en Afganistán rinde unos 700 dólares, mientras que una de opio da mucho más beneficio. Ahora que se ha puesto a unos 1000 dólares el kilo, una hectárea cultivada con adormidera representa 24.000 dólares para un agricultor afgano. Si el salario medio anual de Afganistán está en unos 8000 dólares por persona, con una hectárea ganas tres veces más. Y esta es la única fuente de divisas que tienen los talibanes. Con la ayuda internacional bloqueada y millones que eran del anterior gobierno congelados en el Banco Mundial, que no quiere dar acceso a los talibanes.

¿No tienen otra fuente de divisas que la del opio? 

Bueno, también tienen la metanfetamina. Afganistán se está convirtiendo en uno de los principales productores de metanfetamina a nivel mundial. Y va a continuar porque es la única manera que tiene. Los organismos internacionales y los países occidentales no reconocen a los talibanes como gobierno legítimo. Y los talibanes para sobrevivir no tardarán en recuperar el cultivo del opio y aumentarán la producción de metanfetamina. No tienen otra fuente de divisas. Si Afganistán renunciara al opio sufriría una hambruna terrible, una crisis humanitaria sin parangón.

El efecto globo

Entrevista a David Pere Martínez Oró

Martínez Oró, una mañana de verano en Barcelona.

Y también podría darse el llamado efecto globo. Si deja de llegar la heroína afgana a Europa podría ser la heroína birmana la que se haga con el mercado.

Sí, y no solo la birmana. En el norte de Paquistán se están frotando las manos y no van a dudar en aumentar su producción de opio para intentar colocarla en los mercados mundiales. Irán lo tiene más difícil por el régimen de los ayatolás y porque una gran parte de su suelo no es fértil. Pero esos dos países son los que han hecho más millones con el opio afgano, porque Afganistán no tiene salida al mar y todo sale por Pakistán y por Irán. La frontera entre Pakistán e Irán es donde hay más decomisos del mundo, más que en las fronteras del propio Afganistán. Y Birmania está en una situación política muy compleja y no va a dejar de producir. Y también Laos, lo que históricamente era el Triángulo Dorado de la heroína. Lo único que ahí tienen problemas de logística. Pero el puerto de Karachi en Pakistán puede jugar un papel muy importante en el cambio de las rutas de distribución de heroína. Podríamos ver una nueva French Connection. El efecto globo se da, sin duda. Es decir que, en el caso improbable de que Afganistán no recuperase su producción de opio, hay un ejército de reserva encantado de ponerse en primera línea para sustituir al combatiente caído.

Me ha llamado la atención lo que dices en el estudio, que España sería el último país en verse desabastecido de heroína afgana porque es el que paga más. ¿Eso es así? ¿Pagamos más que Países Bajos o Italia?

Al por mayor, sí. El dato procede del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías. Históricamente España ha sido destino final de la heroína. Llegaba desde Estambul, vía terrestre, por Bulgaria, con gran implicación de los albanos, hasta los Países Bajos, y desde allí se distribuía. A España llegaba en caletas, escondido, en partidas de veinte o treinta kilos. No llegaba más. Hubo un momento en que sí que había bastante demanda. Ahora un gramo de heroína vale 50-60 euros, y está muy adulterada, pero en los ochenta valía 30.000 pesetas el gramo, unos 180 euros. Si en España se paga más al por mayor que en otros países, los narcotraficantes van a mirar con más cariño a España. Lo que sí puede pasar es que a lo mejor los narcos de la heroína, que no tienen nada que ver con los narcos de los opioides sintéticos, dejen de abastecer a España porque ahora hay muy poca demanda, y aunque se la paguen muy bien, no les sale a cuenta. Ese podría ser un escenario. Pero lo más probable es que, si hay escasez, donde dejarán primero de vender será en Asia y en África, porque allí es mucho más barata, y lo venderán todo en Europa.

En relación a la demanda en España, en el estudio la acotas a una población de sesenta mil personas consumidoras habituales de heroína, la mayoría envejecidas, policonsumidoras y en situación de exclusión social. ¿Es que no hay en España una demanda significativa de opiáceos y de opioides que sea para un consumo esporádico, no problemático? ¿La mayoría de consumidores de heroína son yonquis en España?

Sí, la mayoría sí. Hay también obviamente unos consumos elitistas de gente bien amueblada que puede realizar consumos recreativos, como fueron los primeros consumos de heroína por parte de artistas en los setenta. Claro que los hay, pero representan una minoría muy minoritaria, y esto se debe en gran parte a la estigmatización que tuvo la heroína durante los ochenta. Los mercados de la cocaína en cambio son mucho más dinámicos, cada vez tiene más calidad, cada vez es más barata, y hay muchísima. Y en España hay una tendencia de consumo de cocaína muy sociabilizador y, en este contexto de rayas y de copas, pues la heroína no es tan funcional. Pero claro que hay, y son consumos de heroína que, en última instancia, no nos deben preocupar porque son esporádicos, enmarcados en unos objetivos de autorrealización personal muy concretos. 

Los nitazenos

Entrevista a David Pere Martínez Oró

Martinez Oró ha firmado numerosas publicaciones en las que ha ido radiografiando la realidad de las drogas. Entre otras, los ensayos Sin pasarse de la raya (Bellaterra, 2015) y Del tabú a la normalización (Bellaterra, 2016), o el estudio Opioides en España (2019), financiado por el PNSD.

Entiendo que el fentanilo, por la prohibición de fabricar los precursores en China, no llegue, pero me sorprende que extiendas tu afirmación a cualquier opioide sintético. Si los nitazenos entran en escena, con facilidades para su fabricación sintética y su reducido volumen con amplias ventajas para su transporte, ¿no podrían crear aquí una crisis de salud pública similar a la que se está viviendo en Norteamérica con el fentanilo?

Los nitazenos irrumpieron en 2019, cuando el gobierno mandarín prohíbe el fentanilo y todos sus análogos y precursores. La industria química legal quita el fentanilo de su catálogo y, lo poco que se produce queda en manos de cuatro piratillas que se la juegan, porque en China si los pillan los cuelgan. Ese poco fentanilo que se sigue produciendo está copado por los cárteles mexicanos. ¿Qué hace entonces la industria química legal? Si se les caen 95 productos de su catálogo, es decir, el fentanilo y todos sus análogos, empiezan a investigar y a recuperar papers buscando nuevos analgésicos opioides sin fiscalizar y empieza a producir los nitazenos. Tenemos en la cabeza la familia de los fentanilos y ahora, desde hace cuatro días, la familia de los nitazenos, pero aún hay cinco familias más, junto con los opioides sintéticos huérfanos, como es el caso del tramadol. En cuanto a los nitazenos, empiezan a ofertarlo en lugar del fentanilo especialmente en Europa, donde, no lo olvidemos, hay consumo de fentanilo desde hace treinta años. España siempre ha estado ausente de esos mercados, pero en los países bálticos había yonquis de fentanilo desde principios de siglo. Y allí está causando estragos. Y, encima, los usuarios habituados al fentanilo no quieren nitazenos, al menos hasta que se habitúen. Así que por ahí podría llegar. También, como se vio en el Reino Unido hace poco, los nitazenos han sido peligrosos cuando los han usado como adulterantes de benzodiacepinas. Hay alguna banda criminal que se ha dedicado explícitamente a troquelar, es decir, a hacer pastillas, de lo que llaman el benzo-tranq, con una benzodiacepina y con un opioide sintético, en este caso nitazeno. En los últimos meses han aparecido en el Reino Unido y también en Irlanda estas pastillas vendidas en el mercado negro como una benzo, pero, al llevar nitazenos, ha provocado estragos. 

¿Y en España eso no puede pasar?

“Creo que aún no hemos encontrado un modelo de regulación que sea eficaz, que proteja la salud, pero que permita un acceso al usuario sin que se tenga que relacionar con el mercado negro ni con las bandas criminales”

En España nunca se han vendido fármacos, ni fármacos opioides ni fármacos de benzodiacepinas falsos en el mercado negro. Porque por suerte el mercado negro de las benzodiacepinas es anecdótico y el poco que hay está en manos de los propios consumidores, porque ellos tienen, para entendernos, un acceso bastante fácil a través de su médico, que obviamente receta benzodiacepinas, las que convenga, para que sus pacientes estén tranquilos. Y luego si alguien compra o vende, el precio es ridículo para las bandas criminales porque es entre cincuenta céntimos y un euro la pastilla. Es decir, la banda criminal no va a estar aquí troquelando pastillas para tenerlas que venderlas a un euro. La industria criminal no es competitiva delante de nuestro estupendo sistema nacional de Salud. Así que por esta vía no nos llegará. Por otra parte, las bandas criminales dedicadas a los opioides sintéticos siempre han estado alejadas del Mediterráneo y muy especialmente de España, porque este ha sido un buen mercado para las bandas criminales de los opiáceos, es decir, turcos, albanokosovares, búlgaros y, en los últimos tiempos, la Mocro Maffia de los Países Bajos. Imagínate que llegan los rusos o los holandeses de los opioides sintéticos y les pisan el jardín a los turcos, que en España en la cuestión de la heroína están asociados con los gitanos… La cosa no acabaría bien. 

¿Y los cárteles mexicanos? 

Se podría pensar que los mexicanos, que son los reyes de la distribución del fentanilo en toda Norteamérica y tienen capacidad para meter metanfetamina y cocaína en Europa, podrían introducir fentanilo. Pero no lo harán, entre otras razones, porque juegan de visitantes y no van a alterar el complejo ecosistema criminal de Europa. Saldrían perdiendo. En el mundo de la cocaína, que es mucho más complejo y diverso, tienen cierta cancha, pero en el campo de los opioides en Europa no lo van a tener, porque hay unos guardianes de la demanda y, en última instancia, la demanda no quiere ni fentanilo ni nitazenos, aquí los pocos consumidores que hay quieren heroína. La gente piensa que los yonquis se meten lo que sea, pero, ojo, que estamos hablando de tíos que hace treinta años están sobreviviendo a todo tipo de calamidades, no son tontos, tienen una capacidad de supervivencia por encima de lo común y saben que no les interesa.

La xilacina y la metanfetamina

Entrevista a David Pere Martínez Oró

¿Y qué me dices de la xilacina, ese anestésico veterinario que se mezcla con el fentanilo?

La xilacina no es cosa de los mexicanos, es cosa de los dominicanos. No son los narcos, sino los eslabones más bajos de la cadena de distribución. Según me contó el antropólogo Fernando Montero, que está haciendo un postdoctorado en Columbia y ha estudiado el tema en profundidad, en las grandes ciudades los mexicanos venden fentanilo al por mayor y la distribución al detalle es cosa de los dominicanos. Los dominicanos, para no comprarles tanto a los mexicanos, sacaron lo de la xilacina para adulterar el fentanilo y tener de esta manera una presentación que fuese más potente y más adictiva. Y mucho más barata, porque la xilacina la pueden conseguir legalmente en cualquier farmacia veterinaria y las dosis son mínimas, produciendo un efecto en los humanos tremendo. No es de la familia de la ketamina, pero sí que tiene un uso similar en la práctica veterinaria. Con la xilacina los dominicanos han conseguido reducir su dependencia del proveedor al por mayor, pero lo que no se han dado cuenta es que con este adulterante los efectos son más potentes, pero la gente al estar más colocada y durante más tiempo, tarda más en volver a comprar. La xilacina, que es un relajante muscular, es la responsable de que veamos esas imágenes en Norteamérica con la gente doblada, no es el fentanilo. Y, claro, la xilacina ha funcionado de adulterante, pero ahora lo jodido es que la gente también se ha vuelto adicta a la xilacina, con unos síndromes de abstinencia desconocidos en el campo clínico y del tratamiento. En el ámbito de los opioides tenemos la metadona y la buprenorfina, pero para la xilacina no tenemos sustitutivos. Montero sitúa las primeras adulteraciones ya en el 2012, pero desde la pandemia se ha vuelto habitual y ahora parece que en Filadelfia, Boston o Nueva York es materialmente imposible comprar fentanilo que no esté adulterado con xilacina. Y en muchos casos en lugar de fentanilo es ya un nitazeno. Ni los mexicanos que tienen copado el mercado mundial del fentanilo, tienen bastante para abastecer los mercados americanos, ni con los dominicanos empleando xilacina para reducir su gasto.

Entiendo que hablar de crisis de salud en España es excesivo, pero las crisis de drogas en EE UU han acabado propagándose al cabo del tiempo por el resto del mundo. En las calles de mi barrio se ve ahora gente fumando crack, aunque ellos le llamen base. ¿No puede ser que por emulación se acabe generando una demanda problemática de opioides más fuertes que la heroína?

A ver no todas las crisis de salud pública de drogas de EE UU se han reproducido aquí. La de crack fue allí en los ochenta y ahora ha llegado. ¿Pero porque ha llegado ahora? Porque el clorhidrato de cocaína está baratísimo y la gente puede transformarla en crack, en base. Pero es una cuestión más de oferta, porque hay un exceso mundial de cocaína, con muchos agentes que ya no funcionan al dictado de los cárteles, y cada uno intenta colocarlo de la manera más barata posible. La crisis de la heroína se reprodujo una década más tarde, pero la crisis de metanfetamina que hubo a principios de siglo ni se la ha visto, aunque haya aquí cuatro que la fumen.

En tu estudio, en cambio, señalas que el peligro no es el fentanilo sino la metanfetamina. Afirmas que es la sustancia que actualmente representa la mayor amenaza en el ámbito de las drogas, y, por lo que dices ahora, parece que le estás quitando importancia.

No, no le quito importancia. Estoy diciendo de que si aquí tenemos una crisis o una problemática debido a la metanfetamina, no será por emulación, por una reproducción sociocultural de la crisis de la metanfetamina en el Medio Oeste de EE UU a principios de siglo. No. Va a ser por otro tipo de dinámicas. La metanfetamina está presente cada vez en más contextos de consumo en todos los puntos del planisferio. De África se habla muy poco, pero tiene zonas con una crisis de heroína que flipas, en Senegal hay crisis de metanfetamina y en Nigeria andan locos con el tramadol. En Australia ya hace muchos años que está presente la metanfetamina, pero está aumentando mucho. Y en el Sudeste Asiático, en China, en toda Asia Central, hay cada vez más interés por la metanfetamina. En México, EE UU, República Checa y países del Este hace muchos años que están con la metanfetamina y ahora parece que está llegando a los países del sur, como Italia, España y Portugal. Pero en ningún caso esta hipotética crisis mundial de metanfetamina va a ser, si se da, producida por una reproducción sociocultural de la crisis de principios del siglo de metanfetamina en el Medio Oeste norteamericano.

El proceso de sustitución

El informe “Fentanilo en España. Evidencias, percepciones y realidades” de David Pere Martínez Oró esta disponible en www.epistemesocial.org/ proyecto/fentanilo.

El informe “Fentanilo en España. Evidencias, percepciones y realidades” de David Pere Martínez Oró esta disponible en epistemesocial.org/proyecto/fentanilo.

El problema que yo le veo al fentanilo es que ya no hay que verlo como al principio, como un sucedáneo de la heroína. Empieza como sucedáneo barato de la heroína pero acaba generando un placer asociado a la sustancia en sí, que hace que miles de usuarios prefieran el fentanilo a la heroína. La heroína ya les sabe a poco ante la potencia del opioide sintético.

Claro, cuando una persona se vuelve adicta al fentanilo, la heroína no le hace ni cosquillas y va a continuar demandando fentanilo, porque su tolerancia a los opioides y todo su sistema opioide endógeno ha quedado bloqueado o conquistado por el fentanilo, y un opiáceo como la heroína, cincuenta veces menos potente, ya no tiene para ellosa efectos farmacológicos. Ese es el proceso de sustitución. Si lees el informe ves cómo los cárteles mexicanos emplearon la táctica del “china white”, es decir, de la heroína blanca que allí los consumidores no conocían. Cuando notaban efectos diferentes, pensaban que era heroína mejor de mayor calidad que la que consumían antes. Pero era fentanilo, y se acostumbraron y ahora ya no quieren nada que sea menos potente. A los yonquis les jodes, porque pasan de dos o tres dosis diarias de heroína, a tener que ponerse de fentanilo diez, quince o veinte veces. Hay gente que cuando está en periodo yonqui se administra fentanilo cada veinte o treinta minutos.

¿Cómo luchar contra una epidemia como la del fentanilo? Eduardo Hidalgo plantea que ante una crisis como la de Norteamérica, con 120.000 muertos por sobredosis el año pasado, ya no basta con repartir naloxona u otros antagonistas, sino que habría que distribuir agonista como la heroína, mucho más manejable que el fentanilo. ¿Qué piensas de esta posibilidad?

Bueno, los programas sustitutivos con heroína han funcionado, funcionan en diferentes puntos de Europa. En España hemos tenido un par de programas piloto. En Barcelona se daba heroína vía oral y en el PEPSA de Granada era vía intravenosa. Y, aunque no están llegando más personas a esos programas, aún quedan usuarios compasivos. Hay que evaluar hasta qué punto puede ser efectivo para esas personas en situación de adicción, si el agonista les funciona mejor. Aunque la metadona no deja de ser un agonista. Se tendría que ver. Yo tampoco soy un experto en estas cuestiones más clínicas. Dicen que funciona bien. Sería cuestión de plantearlo y ver hasta qué punto mejora los resultados que dan la metadona y la buprenorfina. Si España está protegida ante cualquier crisis de salud pública es por toda la red de asistencial que tiene. Piensa que en EE UU no autorizaron la naloxona hasta cuando que llevaban 300.000 muertos. Aquí en España ya tenemos doce presentaciones de naloxona distintas, entre ellas el spray nasal. Tenemos metadona, tenemos buprenorfina, tenemos programas de intercambio de jeringuillas, tenemos muchas salas de consumo supervisado... Contamos con una red que puede dar una respuesta muy rápida y muy sensata. A lo mejor esta red mejoraría si se incorporaran los programas de dispensación de heroína.

¿Regulamos el fentanilo?

Para los que somos partidarios de la regulación de las drogas como respuesta racional, ¿qué hacemos con el fentanilo?, ¿qué se hace con una droga cuyo efecto está muy cercano a la sobredosis? ¿Regulamos? ¿Garantizamos un acceso seguro a una droga tan insegura? No sé, me parece que es la gran pregunta actual del antiprohibicionismo.

Sí. Las políticas prohibicionistas han permitido la existencia de bandas criminales que han hecho llegar a las calles estos fármacos que no hubiesen tenido que salir del ámbito clínico. Y ahora tenemos un problema. Y en personas que ya son adictas al fentanilo, difícilmente nada les va a convencer que no sea el propio fentanilo. Tendríamos que hacer una política de desescalada. Hemos visto como, conforme el sistema de fiscalización iba prohibiendo, las bandas criminales iban sacando nuevos fármacos para zafarse de los tratados de fiscalización, y en esta práctica han ido sacando sustancias cada vez más peligrosas. En el caso de los opioides lo vemos claramente, pero creo que es más pasmoso en los cannabinoides. Si la gente hubiese tenido acceso al cannabis natural, no hubiesen salido cannabinoides sintéticos tan peligrosos y potencialmente mortales. Y eso es lo que sucede cuando pones bajo control ciertas sustancias, que hay gente que trabajará para sacar otras y hay gente que las consumirá. Ese es el problema de fondo.

Estoy de acuerdo en que el problema de fondo es consecuencia de la prohibición. Pero dada la situación de hoy, con un montón de gente adicta y a la que le gusta el fentanilo, si nos viéramos en la tesitura de poder poner orden en el mundo de las drogas, ¿regularíamos también el fentanilo? ¿Cómo lo regularíamos?

La pregunta ya es muy complicada: ¿cómo regular?

Soy partidario de regular todas las drogas, pero cuando aparecen casos como el del fentanilo, no sé muy bien qué habría que hacer. Incluso en Silk Road, por ejemplo, y en otros criptomercados, hubo una preocupación por parte de los de los mismos vendedores para que no circulará el fentanilo. Cuando hablamos de la regulación de las drogas, a qué nos estamos refiriendo en el caso de sustancias que son tan inseguras como esta, pero que tienen ya una demanda clara.

Si tienen una demanda clara, pues hay que hacerles unos programas de deshabituación o de mantenimiento con las sustancias que les vayan bien. Y si tiene que hacerse con fentanilo, creo que podría ser pragmático. Estamos planteando de todas formas un escenario que está muy lejos, porque tenemos primero otras sustancias que regular. Pero creo que de la misma manera que hay que regular los opiáceos, hay que regular todos los opioides sintéticos, porque lo importante es tomar el control y quitarle el negocio al narco. Y hay que tomar el control con políticas valientes que nos hagan reducir los daños y, en primera instancia, reducir las muertes, las adicciones y todos los daños asociados que provocan las drogas. ¿Qué modelo hay que aplicar en cada una de las drogas? Es una pregunta para la que no tenemos respuesta porque no tenemos antecedentes. Tendremos que hacer muchos programas piloto, muchas evaluaciones para saber cuáles son los mejores resultados. Lo que está claro es que todas estas sustancias deben de estar bajo control, el problema ha sido el descontrol de dejar el acceso a estas drogas en manos de bandas criminales.

¿Crees entonces que la legalización de las drogas sería la solución a los problemas que generan?

Sí. Pero no es tan sencillo como pueda parecer. A mí hay una cosa que me preocupa mucho y es qué modelo vamos a implementar que no provoque más daños. Hemos visto modelos de regulación del cannabis en EE UU que han traído casi más daños que la propia prohibición. Creo que aún no hemos encontrado un modelo que sea eficaz, que proteja la salud, pero que permita un acceso al usuario sin que se tenga que relacionar con el mercado negro ni con las bandas criminales. Transform Drugs ha hecho sus propuestas de regulación de estimulantes, pero no dejan de ser ensayos teóricos y castillos en el aire. ¿Cómo hacer una reconversión del modelo después de cien años de prohibición? Eso nos representa un reto muy importante, porque asumir de una manera naif que todos los daños los genera la prohibición y que tener un acceso regulado no va a provocar daños, cuando tenemos jóvenes cada vez más ansiosos y más desorientados vitalmente… Tengo mis dudas de cómo hacer una reconversión que permita que todos los lavados de capitales, todo ese dinero sea público, que esté en manos del Estado y no en manos de los criminales. ¿Cómo garantizar a las personas un acceso a las sustancias sin generar unos daños de salud pública importantes? Es decir, ¿cómo organizamos el acceso para que la gente no se convierta en adicta, ni tenga problemas con la comunidad y otros daños asociados? Porque no se trata solo de personas con diferentes habilidades sociales, con capital cultural y cierto capital económico, aquí debemos pensar en los colectivos más vulnerables. Hay gente que no tiene capacidad de relacionarse con las sustancias sin que les genere daños. Yo creo que la reconversión del modelo de fiscalización se debe hacer sobre todo porque las bandas criminales están corroyendo los cimientos del Estado social democrático y del bienestar. Hay que quitarles el negocio. Y tendremos que estudiar bien cómo hacer para que el acceso a las sustancias genere los menos daños posibles.

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #321

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