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¿Quién mató al Chino Ántrax?

LJosé Rodrigo Aréchiga, “el Chino Ántrax”,
LJosé Rodrigo Aréchiga, “el Chino Ántrax”, en una foto de sus redes sociales presumiendo del lujo de vida que llevaba.

La fuga de José Rodrigo Aréchiga, “el Chino Ántrax”, en plena pandemia de la COVID pasó desapercibida. Aréchiga era uno de los sicarios más sanguinarios del cártel de Sinaloa y comandaba los Ántrax, el brazo armado del Mayo Zambada. Lo llamativo del caso (además del apodo) es que estaba preso en Estados Unidos –en arresto domiciliario a pesar de que se le acusaba de decenas de asesinatos–.

Su fuga fue celebrada en su natal Culiacán con música y balazos al aire. Hasta le compusieron narcocorridos. Pero seis días después de su fuga su cadáver torturado fue encontrado en una camioneta en un camino de tierra en Sinaloa. Junto a él estaban su hermana y su cuñado. Los habían “levantado” en casa de la hermana, cuya fachada estaba repleta de agujeros de balas de alto calibre. Los especialistas y medios de comunicación atribuyen el asesinato al propio cártel de Sinaloa, bien al Mayo Zambada o a los Chapitos, como se conoce a los hijos de Joaquín “el Chapo” Guzmán. Ambas facciones luchan desde hace meses por hacerse con el control del cártel. 

La discreción no fue una de las principales virtudes del Chino Ántrax. De hecho, gran parte de su “fama” obedece a que fue de los narcotraficantes pioneros en presumir en redes sociales de su ostentoso estilo de vida. Entre otras excentricidades, Aréchiga coleccionaba zapatillas deportivas. Todas ellas las personalizaba y mandaba inscribir Chino en el zapato izquierdo y Ántrax en el derecho. Llegó a coleccionar decenas de zapatillas customizadas. Sus fotos son eclécticas: en una posa con Paris Hilton en Las Vegas y en la siguiente dispara una metralleta al volante de su Lamborghini. Le encantaba presumir de sus armas –un AK-47 de oro, una bazuka– o retratarse dando un paseo en la pick-up con el tigre que tenía como mascota. En los cinco meses en que tuvo activas sus cuentas en Twitter e Instagram, llegó a tener unos treinta mil seguidores. 

Aréchiga nació en un barrio humilde de Culiacán en 1980. Se conoce poco de su infancia, aunque en la adolescencia militó en pandillas de su barrio. Era bueno y violento en las reyertas y se hizo un nombre. A los dieciocho buscó una alternativa a la violencia y empezó a trabajar como taquero. Este movimiento fue contraproducente, dado que, sin saberlo, le acercó al narcotráfico. A su puesto de tacos solía acudir Vicente Zambada, uno de los hijos del Mayo, y se hicieron íntimos amigos. Vicentillo lo reclutó como guardaespaldas, y así empezó la carrera de Aréchiga en el cártel de Sinaloa. 

En el 2008, Alfredo Beltrán Leyva –uno de los líderes del cártel de Sinaloa– fue detenido por Genaro García Luna. Esta detención provocó una brutal guerra al interior del cártel. Los Beltrán Leyva acusaron al Chapo de haberlo entregado. Y es que quien lo detuvo fue Genaro García Luna, el “superpolicía” encargado de combatir el narco entre el 2002 y el 2012 y que estaba a sueldo del Chapo. Cuando estalló la guerra, Aréchiga se había convertido en uno de los hombres de confianza de Mayo Zambada y terminó encabezando un grupo de sicarios para mantener a raya a los Beltrán Leyva. Aréchiga los llamó, a su semejanza, los Ántrax. 

El Payaso 

Entre los múltiples crímenes que se atribuyen al Chino Ántrax, el asesinato de Francisco Javier Arellano Félix, “el Menso”, en octubre del 2013 es particularmente llamativo. Los Arellano Félix son una longeva familia del narcotráfico que desde finales de los ochenta controla la plaza de Tijuana. Presuntamente, el Menso, quien había cumplido una condena en Estados Unidos, ya estaba retirado y ni siquiera llevaba guardaespaldas. Para cometer el crimen Aréchiga se disfrazó de payaso y se coló en una fiesta infantil que celebraban los Arellano y lo acribilló con una metralleta. 

Tras el asesinato, el Chino Ántrax empezó a recorrer mundo y a exhibirlo en redes sociales. Planeó pasar la Nochevieja del 2013 en Holanda y lo anunció en Twitter e Instagram. La DEA, que le seguía los pasos, tomó nota y lo notificó a la Interpol. Lo detuvieron en el aeropuerto de Schiphol con sus zapatillas customizadas y el anillo de plata con un cráneo que mostraba en sus fotografías. Según la prensa mexicana, tras su detención dio información sobre los movimientos de la cúpula del cártel que fueron útiles para localizar y detener al Chapo Guzmán dos meses después, el 22 de febrero de 2014 (aunque el Chapo se volvió a fugar un año después por el túnel que cavaron hasta su celda en la prisión de máxima seguridad en la que estaba recluido). 

Algo raro hay en la sentencia que recibió el Chino Ántrax. En mayo del 2015, tras ser extraditado a Estados Unidos, se declaró culpable por coordinar el envío de cocaína y marihuana a Estados Unidos. Los gringos no le juzgaron por ninguno de sus múltiples asesinatos y solo le condenaron a diez años de prisión. Según la prensa, el Chino Ántrax obtuvo beneficios penitenciarios, dado que cedió un millón de dólares e informó de las rutas que utilizaba el cártel de Sinaloa en Estados Unidos. De su condena pasó ocho años preso en San Diego y, debido a su buena conducta y a su colaboración con las autoridades, lo liberaron y pusieron bajo arresto domiciliario. 

Fue de los narcotraficantes pioneros en presumir en redes sociales de su ostentoso estilo de vida. Sus fotos son eclécticas: en una posa
con Paris Hilton y en otra dispara una metralleta al volante de su Lamborghini.

La fiscalía de San Diego le buscó una vivienda en la ciudad, en la que cumpliría el resto de su condena sin poderse alejar a más de quinientos metros de su vivienda sin notificarlo a las autoridades. Al parecer, Aréchiga no tenía una pulsera telemática que controlase sus movimientos. Su arresto domiciliario duró solo treinta y tres días, hasta que huyó a México. Algunos vídeos en redes sociales mostraban a personas en Culiacán celebrando su fuga disparando metralletas al aire y cantando corridos, como “La fuga del jefe”, compuesta por Los Alegres del Barranco el día en que se produjo la evasión. 

A los seis días de su escape, sin embargo, su cuerpo se encontró en una camioneta en un camino de tierra. Una persona llamó a la policía para asegurarse de que lo encontraran. Su cadáver estuvo casi una semana en la morgue de la ciudad esperando a que funcionarios estadounidenses confirmaran su identidad. Parece claro que lo asesinaron por su colaboración con la justicia y también que fue obra del cártel de Sinaloa. Lo que desata dudas es si la ejecución la ordenó el Mayo Zambada (el Chino Ántrax reveló las rutas que utilizaba el cártel para traficar a Estados Unidos) o los hijos del Chapo Guzmán. 

El crimen deja muchas dudas, entre otras, si continúa la guerra al interior del cártel (ahora, entre el Mayo Zambada y los hijos del Chapo). También supuso un dolor de cabeza para algunos de los compositores de corridos, que tuvieron que reescribir sus letras para adaptarse a las nuevas circunstancias. En YouTube circulan al menos tres corridos sobre “La fuga y muerte” del citado capo. En los comentarios de la red social se observa que su figura desata pasiones: algunos usuarios sostienen que mereció su fin por “sapo” (‘chivato’), mientras que otros lamentan su asesinato: “Descanse en paz Chino Ántrax, el virus nunca muere”. 
 

Al banquillo 

Genaro García Luna

La pandemia también afectó el inicio de uno de los juicios más esperados de la temporada: el de Genaro García Luna –el zar antidrogas entre el 2002 y el 2012–. Según la Fiscalía estadounidense, trabajaba para el cártel de Sinaloa y recibió sobornos millonarios por ello. Su audiencia telemática con el juez Brian Cogan, el mismo que sentenció al Chapo, estaba programada para abril pero se retrasó al 4 de junio. En los reportes periodísticos previos a la audiencia se apuntaba a que García Luna no iba a cooperar con las autoridades estadounidenses, lo que le podría valer una sentencia de cadena perpetua. 

La investigación contra García Luna se inició cuando las autoridades vieron que poseía dos propiedades inmobiliarias millonarias en Florida que no podría haber pagado con un sueldo de funcionario. Si finalmente se termina celebrando el juicio –como ocurrió con el del Chapo–, se podría revelar la red de corrupción que existía al interior de los gobiernos de Vicente Fox y de Felipe Calderón. Durante su sexenio, los rivales del Chapo dejaron más de una narcomanta en las que acusaban a García Luna de trabajar para los sinaloenses. El presidente Calderón siempre defendió a su funcionario, era su “mano derecha” y lo llegó a calificar de “superpolicía”. ¿Estaba al tanto de lo que hacía su mano derecha? 

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #271

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