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La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

Tras 22 ediciones y un éxito incontestable, la feria Spannabis abandona Cornellá. Su próxima ubicación en Bilbao no consigue evitar la melancolía de la despedida.

La lluvia no desanimó a los visitantes el primer día de feria. Allí estaban las muchedumbres, como siempre, sobrecargadas con bolsas llenas de todo lo gratuito que se ofrece, en unos pasillos atestados debido a que el agua que caía reservaba el patio solo a los más claustrofóbicos.

El sábado reinó el sol a lo largo de todo el día y la Spannabis lució como nunca, con el matiz ambarino de la nostalgia adelantada: todo era como siempre, pero, saber que esta era la última edición en Barcelona de la que llegó a ser considerada la feria cannábica más grande del mundo, convertía el evento en irrepetible y lo teñía de melancolía.

El domingo tuvo lluvias en la sobremesa, y el resto del día nubosidad variable con momentos soleados. Y al cierre, la nota de prensa de la organización anunciaba con redoble de campanas que habían conseguido su récord histórico de asistencia, participación y repercusión mediática. Más de 500 empresas, más de 5.000 profesionales acreditados y un total de 2.400 trabajadores, incluidos los 300 de la organización, han hecho que esta sea, según los organizadores, la mayor edición celebrada hasta la fecha. Y con una asistencia multitudinaria de 25.000 personas de 50 nacionalidades diferentes, y un impacto económico directo de más de 8 millones de euros en la ciudad de Cornellá. En realidad, fueron exactamente las mismas cifras que dio la organización en el año 2023, una despedida en cualquier caso exitosa.

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona
La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

Un triunfo incontestable de la feria y de todo el sector cannábico que no podrá, de momento, repetirse en la provincia de Barcelona y que deja en el aire la incógnita de si será posible replicarlo en algún otro lugar de España. La organización de Spannabis habla del gran salto a Bilbao y, si somos honestos, a todo el sector le convendría el éxito del traslado a la ciudad vasca, pero, aun así, la incertidumbre es grande. En los corrillos de los profesionales no se dejaba de especular acerca de las alternativas posibles –¿Valencia? ¿Madrid? ¿Málaga?– sin nada claro, de momento.

El recinto de la Fira de Cornellà, donde lleva celebrándose la Spannabis desde hace casi dos décadas, se va a reformar: unos dicen que volverá a ser un lugar de ferias y congresos, otros dicen que van a levantar oficinas y otros aseguran que ambas cosas. El caso es que cierran hasta nuevo aviso. Y encontrar un lugar similar en las inmediaciones de Barcelona debe de ser imposible. La ciudad condal, capital europea del cannabis durante tantos años, anda de capa caída, lidiando con un teniente de alcalde –el innombrable Albert Batlle– que libra una guerra contra los Cannabis Social Club; a lo que hay que sumar la competencia de Berlín, ungida por la reciente regulación alemana. Tantos años de lucha social por la normalización no evitan la evidencia de que hace falta un respaldo político y un marco jurídico claro para que la sociedad avance. Sin una regulación cuesta que el negocio prospere por vías legales. Ya lo dice el viejo eslogan: droga prohibida, mafia agradecida.

España no es Alemania

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

España ha sido hasta ahora el centro neurálgico del sector cannábico europeo. Nuestras distribuidoras son más grandes que las del resto de países europeos. Los bancos de semillas españoles tienen vocación internacional y los holandeses, y algunas marcas de fertilizantes, están arraigados en España desde hace años. Por no hablar de nuestras grandes ciudades, donde el afán militante de los consumidores lleva años perfumando las calles con el estimulante aroma de sus flores; y de nuestros pueblos, donde la amada planta alegra corrales, campos, patios y jardines. ¿Qué falta? Una regulación que ordene la situación y deje de incordiar al sector. Porque tras tantos años de lucha, España, que podía estar a la vanguardia en esta industria, ve con impotencia cómo la ineptitud y cobardía de sus políticos se traduce en pérdidas. Ya no podremos ser la locomotora cannábica, Alemania nos ha adelantado, pero ¿tendremos que vernos degradados al furgón de cola?

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona
La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

Una de las novedades de la edición del año pasado fue la presencia de un buen puñado de alemanes crecidos con su regulación. Este año se ha confirmado su asistencia, me dice Jörg Tenbrink de la distribuidora Plantasur. Según Simona de Sweet Seeds, Alemania ha salvado el negocio de las empresas españolas este año. Ramón Bellod, al cargo del conocido banco de semillas que este 2025 cumple su veinte aniversario, va enumerando las dificultades recientes. Desde que en 2020 Dinafem, una empresa ejemplar, fue injustamente intervenida por la policía y complicada en un proceso judicial –que esperemos tenga una pronta y feliz resolución–, Sweet Seeds se ha convertido en el banco más importante del país, y, sin embargo, en estos dos años ha perdido un 30 % de beneficios en España. Los bancos de semillas han tenido aquí que enfrentar un nuevo desafío desde la pandemia, con reajustes de plantilla incluidos. Por un lado, el hostigamiento policial llevó a que varias grandes distribuidoras dejaran de comerciar con semillas, lo que se sumó al cierre de muchos grow shop y a que, fruto del confinamiento, las ventas se dispararan en internet premiando a los bancos con mejor posición de marca web y penalizando la venta física.

El año de la pandemia se recuerda en el sector como un gran año, la gente volvió al autocultivo con tanto ímpetu como al bizcocho casero. Pero fue una fiebre pasajera, un breve espejismo. Si antes de la pandemia, había unos mil grows en España, ahora son unos 700, en dos años se han cerrado unos 400 y han abierto otros 100, que en realidad son tiendas de CBD que han entrado en la venta de semillas.

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona
La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

El centro de este negocio son las semillas, si no se venden semillas, tampoco se venden fertilizantes. El bum de la venta de semillas y del autocultivo en España quedó atrás hace tiempo, y ahora lo que se lleva son los cultivos industriales que compran semillas a granel a precio regalado, o esquejes al por mayor que les garantizan cultivos uniformes de interior con gran producción.

Ramón Bellod afirma que en Europa también hay un retroceso que va por países. Italia, con el bum del cannabis light se llenó de ferias (Roma, Nápoles, Florencia…) y la única que ha sobrevivido es la de Bolonia. La feria de Praga, que llegó a igualar en impacto y asistencia a la Spannabis, con la regulación de Alemania se ha venido abajo. Y en Alemania, el momento de esplendor está inflando una burbuja de ferias que no tardará en pincharse: nada menos que ocho ferias están programadas para este 2025, dos de las cuales se celebrarán en Berlín. “En Europa solo sabemos hacer mercadillos destinados al cliente final. El volumen de negocio que se ve en las ferias para profesionales en Estados Unidos, como la de Las Vegas, aquí no se da”, concluye Bellod.

Lo que está claro a estas alturas es que el sector cannábico en España y gran parte del extranjero vive desde siempre una situación crítica. Hay momentos de alegría, pero no hay estabilidad a medio y a largo plazo. Para sobrevivir en este mundo cambiante hay que estar en continua adaptación. Como prescribía el Tao Te King, y repetía Bruce Lee, hay que ser como el agua, que a nada se resiste y nunca es vencida. “Be water, my friend, be water”.

La revolución continua

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

Este año no vi apenas pipas de titanio, pero sin duda los concentrados cannábicos siguen al alza. Abundan los vaporizadores de extractos, algunos con precios estratosféricos y cuidado diseño, y, si antes te invitaban a que valoraras el aroma tropical de un cogollo resinoso, ahora los más enterados te regalan una china de efecto revientacerebro, mientras que los más pudientes presumen de extracciones elaboradas con máquinas electroestáticas que separan los tricomas de la escoria vegetal, dando lugar a un hachís de altísima calidad y potencia desorbitada. Ojo, que, en varios estands, con maquinaria cuyos precios oscilan entre los sesenta mil y los veinte mil euros, se mostraban satisfechos con las ventas, principalmente acordadas con terratenientes marroquís. Es decir que, en breve, notaremos los efectos. 

Los menores de cuarenta a lo mejor no se han percatado, pero los que superamos la mediana edad hemos tenido el privilegio de asistir a varias revoluciones cannábicas. A partir del año dos mil, cuando se dio la eclosión de las semillas feminizadas (y con ella la emergencia de un sector económico boyante), en España, un país consumidor de hachís donde los fumetas no habían visto un cogollo en su vida y pensaban que lo que se fumaba de la planta era la hoja, se empezó a consumir mayoritariamente marihuana, tal y como demostraban los crecientes decomisos. De unos años a esta parte, la revolución de las extracciones ha puesto de nuevo en valor los concentrados. Y la mejora de las técnicas de cultivo y extracción han hecho que nunca hayamos disfrutado de un hachís mejor que el que ahora se fuma, en algunos casos caseros, y, en la mayoría, de origen rifeño. “A ver si con esto de las máquinas electroestáticas separadoras de tricomas van a dejar de sonar los tambores en Ketama”, pregunta José Luis Martín de Exotics Seeds, que acaba de comprar una máquina de diez mil euros para cribar semillas.

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona
La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

Con uno de los trabajadores de Exotics Seeds, un banco mediano cuyas principales ventas se realizan a través de la web en Alemania, me acerco al estand de Bio Back Up Lab, empresa que ofrece cursos de cultivo in vitro para la conservación y propagación de genéticas. El experto formado en Estados Unidos nos ofrece una demostración bajo una cámara de mirada microscópica, con pinzas y bisturí cuyo uso requiere un pulso de cardiocirujano para extraer el meristemo apical de una pequeña brizna de la planta. El objetivo es rescatar las células del crecimiento vegetal de cada variedad, para conservar y replicar el ADN limpio de todo ese ruido de enfermedades y envejecimiento que se va acoplando con los años a las plantas madres, perturbando su descendencia. Con esta técnica es posible rejuvenecer viejas genéticas y conservarlas en una probeta.

Lo del cultivo in vitro ya se vio el año pasado en la feria. Lo que no había este año, o al menos yo no lo vi, fue el HHC, un cannabinoide que está presente en cantidades ridículas en la planta y que se consigue mediante síntesis química. En el 2023 y en el 2024 fue la sensación, ¿por qué? Por la sencilla razón de que no estaba en la lista de sustancias fiscalizadas. Ahora están a punto de incluirlo como el THC en el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971, lo que hará seguramente que caiga en el olvido. Porque, en igualdad de condiciones ilegales ¿quién prefiere el HHC al THC?

Un día menos para el fin de la guerra

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona

Sobre los enredos y paradojas de la prohibición se habló una vez más en las World Cannabis Conference, las charlas que en paralelo a la feria se han repetido con ligeras novedades cada año. Llevo diez años asistiendo a Spannabis y, aunque en alguna ocasión han traído a ponentes internacionales de prestigio, el plantel de conferenciantes ha variado menos de lo deseado. Lo cual también tiene sus ventajas, pues se convierte en una cita para los amigos que año tras año coinciden en el escenario dando cuenta de las novedades de sus respectivas áreas de estudio. Como estuve haciendo fotos para este reportaje, me perdí algunas ponencias, pero pude ver a ratos a Ana Afuera y a Patty Amiguet, en una mesa, y a Òscar Parés con Mireia Ambròs y Núria Calzada en otra, hablando de actualidades, luchas, cambios y decepciones de las políticas en relación al cannabis. También disfruté del final de la ponencia sobre MDMA de José Carlos Bouso, Fernando Caudevilla y Raúl del Pino, lamentando no haber podido ir el pasado noviembre a Fuertedélica, la Conferencia Internacional sobre Psicodélicos que se celebra en la isla canaria de Fuerteventura y que todos cuanto asisten recomiendan. Me habría encantado escuchar a Manuel Guzmán y a Carola Pérez hablar sobre cannabis medicinal y a Araceli Manjón-Cabeza, Bernardo Soriano y Giacomo Bulleri sobre la guerra de la Agencia del Medicamento contra las sumidades floridas, pero aún no se ha inventado poder estar en dos sitios a la vez. 

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Al final de cada conferencia se repitió dar las gracias a la organización por tantos años. En algunos casos hubo lágrimas, y no es para menos. El crecimiento y triunfo apoteósico de Spannabis es una muestra más del gran avance que supondría acabar con la prohibición del cannabis en España. Como recordó Òscar Parés al final de su conferencia, no hay que olvidar que cada día que pasa falta un día menos para el fin de la guerra contras las drogas.

¿Nos vemos el año que viene en Bilbao? 

La nostalgia adelantada de la última Spannabis en Barcelona
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Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #328

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