Autocultivo en interior: organización del espacio (Parte 1)
El cultivo en interior permite obtener cogollos de una gran calidad en un pequeño espacio y en cualquier época del año. Da igual que en el exterior nieve o haga calor, en un buen cuarto de interior el cultivador controla a la perfección las condiciones en que se desarrollan las plantas, a la vez que las mantiene ocultas a la vista de los demás.
El cultivo en interior permite obtener cogollos de una gran calidad en un pequeño espacio y en cualquier época del año. Da igual que en el exterior nieve o haga calor, en un buen cuarto de interior el cultivador controla a la perfección las condiciones en que se desarrollan las plantas, a la vez que las mantiene ocultas a la vista de los demás.
El autocultivo de cannabis en interior podría haber sido legalizado por la nueva Ley de Seguridad Ciudadana que entró en vigor el 1 de julio. Según opinan algunos juristas, la redacción de la ley lo deja claro cuando dice que será falta grave “la ejecución de actos de plantación y cultivo ilícitos de drogas tóxicas, estupefacientes o sustancias psicotrópicas en lugares visibles al público, cuando no sean constitutivos de infracción penal”. De estas palabras se deduce que el cultivo no será ilícito si se realiza en un lugar no visible al público y no es constitutivo de infracción penal, o dicho de otro modo, un cultivo es legal si se halla en un lugar no visible al público y no está destinado al tráfico sino al autoconsumo. El cultivo en interior es el sistema más discreto de obtener cannabis para el autoconsumo sin llamar la atención de vecinos o policías, sin molestar a nadie y sin riesgo de que algún desalmado robe las plantas.
La plantación de cannabis en interior implica una mayor preparación que en exterior, ya que hay que crear un espacio donde las plantas puedan crecer y desarrollarse bien. Para ello requieren unas condiciones de luz, temperatura, humedad y ventilación que no se dan normalmente dentro de una casa y que el cultivador debe recrear por medio de lámparas, extractores, etc.
a clave del éxito en el cultivo de interior se encuentra, precisamente, en crear un medioambiente en el que se den unas condiciones adecuadas para las plantas. En el entorno idóneo, el cannabis se desarrolla fácilmente, el cultivo es una tarea fácil, agradable y satisfactoria. En cambio, si la iluminación, la temperatura, la humedad ambiental o la ventilación fallan, el cultivador vivirá una pesadilla y siempre tendrá plantas débiles, enfermas o poco productivas. Ni los mejores abonos orgánicos, ni los estimuladores de la floración más potentes, ni los productos fitosanitarios de última generación pueden sustituir o compensar unas malas condiciones medioambientales. Es muy importante organizar bien el cuarto de cultivo desde el principio y sin saltarse ningún elemento importante.
Sistema de iluminación
Los cultivos de interior se pueden iluminar con cuatro tipos distintos de lámparas: ledes, fluorescentes compactos, halogenuros metalizados (HM) y alta presión de sodio (APS). Cada una de estas lámparas tienen ventajas e inconvenientes. Los ledes desprenden poco calor y dan bastante luz pero son muy caros. Los fluorescentes compactos son más baratos y tampoco dan mucho calor, pero su luz no es demasiado intensa. Las HM dan mucha luz de color blanco día, por lo que son perfectas para la fase de crecimiento, aunque desprenden mucho calor y no van tan bien para la floración. Por último, las APS son las lámparas más eficientes, es decir, las que más lúmenes generan por cada vatio de electricidad consumido, y desprenden una luz amarillenta ideal para la floración pero que también va bien en crecimiento, pero su inconveniente es que generan mucho calor. Las lámparas de alta presión se componen de tres partes: el balastro, la bombilla y el reflector. Hay balastros magnéticos y digitales. Los magnéticos son más baratos y menos eficientes, pero también se estropean menos y aguantan mejor en lugares donde el suministro eléctrico es de peor calidad, con subidas de tensión en la red, etc. Los balastros digitales tienen varias ventajas: las bombillas duran más y alcanzan su máxima luminosidad en mucho menos tiempo que con los balastros magnéticos, y algunos modelos permiten bajar o subir la intensidad de luz producida a voluntad del cultivador. Es una buena forma de bajar el gasto eléctrico durante las primeras semanas de crecimiento, cuando las plantas no requieren tanta luz, o de reducir la temperatura en los días más calurosos sin necesidad de apagar la lámpara completamente.
os reflectores sirven para dirigir toda la luz generada por la bombilla hacia la planta, evitando que una parte se pierda en dirección al techo o las paredes. Hay muchos tipos de reflectores, pero se pueden dividir en dos clases principales: con o sin refrigeración por aire. Los reflectores más sencillos son los no refrigerados, y el calor que desprenden se dispersa por el cuarto de cultivo. Los refrigerados se conectan a un extractor mediante un conducto de ventilación, de manera que se extrae directamente el aire caliente que produce la bombilla. Este sistema permite reducir la distancia entre la lámpara y las plantas, lo que aumenta el crecimiento y la producción de cogollos, y resulta muy práctico en espacios pequeños como un armario de cultivo.
Las lámparas APS son las más adecuadas para cultivar desde el punto de vista del rendimiento y la calidad de los cogollos, pero debido al calor que generan necesitan siempre un sistema de ventilación capaz de sacar el aire caliente y sustituirlo por aire fresco.
Hoy en día, las lámparas led y los fluorescentes de bajo consumo ya se pueden usar para cultivar cannabis en interior con éxito, aunque a menor escala que las lámparas de alta presión. Los espacios de cultivo de menor tamaño son los que más se benefician con la utilización de fluorescentes y ledes. Los consumidores más moderados, aquellos que no necesitan más que unos pocos gramos por semana, pueden llegar a producir todo el cannabis que requieren en un pequeño espacio iluminado con luz fluorescente. Un sencillo armario de 60 x 60 centímetros, con un fluorescente de 150 vatios, puede dar una cosecha de 100 gramos cada tres meses con una dedicación mínima y un consumo eléctrico de menos de 10 euros mensuales.
La segunda y última entrega de este artículo puede verse en Autocultivo en interior: organización del espacio (Parte 2).
Imágenes de José T. Gallego.