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Confunde pinos con marihuana: el desfase de Quién quiere casarse con mi hijo.

En el capítulo de ayer nos dieron una lección de botánica cannábica de campeonato.


Quién quiere casarse con mi hijo, uno de los programas culturales de referencia en la televisión española, nunca defrauda con sus minuciosos castings y profundos guiones. En el capítulo de ayer nos dieron una lección de botánica cannábica de campeonato.

María, la madre de uno de los concursantes, llevó su pretendienta favorita al teleférico de Madrid. Este teleférico comunica dos partes con arboledas de la capital compuesta por el árbol por excelencia del centro de la Península: el pino. En un momento dado, María se queda mirando los pinos y dice: “¡Mira las plantas de marihuana! Ah, no… son pinos”.

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Nadie tiene la culpa de confundir un roble con un haya, incluso tomillo con marihuana… lo sorprendente es que alguien en su sano juicio piense que hay plantas de marihuana del tamaño de pinos, que se vean desde el teleférico y que estén plantadas por todo Madrid.

En un país en donde Gran Hermano ha sobrevivido mucho más que en cualquier otro país (vamos por la 16ª edición… O a saber…) Cuatro se ha convertido en la cadena de la telerrealidad y de los programas “tróspidos” (advertencia: palabra en desuso). Quién quiere casarse con mi hijo y First Dates los dos programas más finos en cuanto a personajes y situaciones de vergüenza ajena. Saben que los españoles tendemos a sentir la vergüenza que el otro debería sentir pero que no la siente y se aprovechan con sujetos dignos de estudio bajo microscopio.

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