Marruecos, uno de los principales productores de hachís del mundo, está en el inicio de un proceso que podría transformar sus formas de producción del cannabis y su relación con la planta. El año pasado el Gobierno aprobó una regulación de la producción de cannabis no psicoactivo para fines medicinales e industriales que podría sacar a los productores tradicionales de cannabis de la ilegalidad, pero entre las promesas de cambio hay más dudas que certezas.

Todo este proceso ha sido transformado en un buen documental de una media hora de duración producido por el canal de televisión fracoalemán ARTE. Desde la producción tradicional de hachís hasta los primeros laboratorios farmacéuticos dedicados al cannabis en el país: Marruecos, los nuevos reyes del Rif.

El pasado octubre, la Agencia Nacional de Regulación de las Actividades Cannábicas, el organismo encargado de controlar la producción de cannabis en Marruecos, entregó las primeras licencias de producción de cannabis. Y, en ese momento, dijo que iniciaría el proceso de autorización a los agricultores ubicados en las provincias en las que se permite el cultivo legal por el momento: Al Hoceima, Chefchaouen y Taounate. “Los agricultores serán autorizados gradualmente en función de las necesidades expresadas por los fabricantes autorizados”, aseguró entonces la agencia reguladora.

Aún es pronto para saber el impacto que la regulación tendrá sobre la producción de cannabis, pero desde un primer momento la regulación ha generado suspicacias, y algunos grupos de campesinos dedicados al cannabis tradicionalmente se mostraron desconfiados ante el proyecto desde un inicio. Estos se manifestaron en contra del proyecto porque temían que la regulación provoque que sus pobres ingresos se vean aún más reducidos.