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Robo de marihuana en Uruguay reabre debate sobre su modelo de regulación

Un robo de casi medio millón de dólares, de la variedad Épsilon, deja en entredicho las actuales políticas de control en la producción y distribución del cannabis legal uruguayo. 

El robo de 130 kilogramos de marihuana desde las instalaciones de la empresa Simbiosys (Uruguay), ha generado preocupación en los sectores vinculados a la regulación del cannabis y ha reavivado el debate sobre los desafíos de seguridad que enfrenta el modelo legal.

La sustracción, ocurrida en los predios de esta firma habilitada para operar en el mercado regulado del cannabis, fue calificada como “altamente preocupante” por el secretario general de la Secretaría Nacional de Drogas (SND), Gabriel Rossi.

El lote sustraído correspondía a la variedad Épsilon y, según datos oficiales, su valor superaría los 400.000 dólares en el circuito legal y deja en evidencia la vulnerabilidad en la cadena de producción y distribución del cannabis regulado en este país.

Actualmente, Épsilon es la variedad más consumida en el mercado regulado uruguayo y, además, la más potente, ya que posee hasta un 20% de THC a diferencia de las otras variedades disponibles: Alfa, Beta y Gamma.

Si bien Uruguay ha sido pionero en legalizar el uso adulto y recreativo de la planta –una política aplaudida internacionalmente–, este tipo de incidentes expone las tensiones más complejas del modelo uruguayo de regulación: cómo garantizar que la producción legal no termine alimentando circuitos clandestinos.

“Para nosotros es central la seguridad. La regulación busca precisamente sacar a la marihuana del mercado ilícito, y aquí se produce lo inverso”, señaló Rossi durante una entrevista en el programa Nada que Perder, de la radio rioplatense M24.

Desde la SND se insiste en que este tipo de episodios deben marcar un punto de inflexión. “Tenemos que reforzar las capacidades de control, pero también debemos avanzar hacia un sistema que ponga el foco en el tratamiento y en la salud”, dijo Rossi.

Este incidente no solo pone el foco en los fallos operativos del sistema, sino que también reaviva discusiones internas en el seno del gobierno sobre la perspectiva a adoptar en materia de drogas y lo sucedido con Simbiosys es una llamada de atención para no descuidar los pilares del modelo regulado, y una oportunidad para revisar los mecanismos de control, prevención y tratamiento.

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