La participación de las tribus en el mercado de cannabis ha dejado de ser anecdótica para consolidarse como un factor estructurante. La Asociación de la Industria del Cannabis Indígena (ICIA, por sus siglas en inglés) se ha posicionado como articuladora de redes, formación y defensa política. Liderada por figuras como Mary Jane Oatman (Nación Nez Perce) y Rob Pero, la ICIA trabaja por una industria con arraigo cultural, economía comunitaria y marcos normativos adecuados. Su presencia en la feria MJBizCon 2025, con el primer "Indigenous Cannabis Village", confirma que las naciones soberanas ya son protagonistas del relato cannábico nacional.
Uno de los pilares del avance indígena son los compacts, acuerdos de colaboración entre tribus y estados. Washington fue pionero en 2015 con la tribu Suquamish, habilitando un circuito regulado dentro de la reserva. Pero ha sido Minnesota quien ha roto moldes: en mayo de 2025, firmó un pacto con White Earth que permite abrir dispensarios fuera del territorio tribal bajo reglas equivalentes o superiores a las estatales. Mille Lacs replicó el modelo semanas después. Estos instrumentos no eluden la regulación estatal, sino que generan un marco híbrido que da seguridad jurídica y permite a las tribus desarrollar cadenas productivas completas con reglas claras.
Las empresas tribales también han demostrado una notable capacidad de innovación. NuWu Cannabis, del Pueblo Paiute de Las Vegas, opera una sala de consumo y un autoservicio cannábico 24/7 que se ha convertido en referente del retail en Nevada. En Minnesota, Red Lake realizó la primera venta legal para uso adulto el 1 de agosto de 2023, antes que cualquier operador no tribal. Este tipo de anticipación responde a la soberanía regulatoria y a una gestión más ágil de los procesos internos, algo que otras tribus también están aprovechando en diversos estados.
La apertura de MJBizCon al ecosistema indígena representa un cambio de época. No se trata de una cuota simbólica, sino del reconocimiento a una forma de regular con base en principios de sostenibilidad, control comunitario y responsabilidad social. Las experiencias tribales están marcando un rumbo propio que podría inspirar a todo el sector: menos extractivismo, más gobernanza.
La experiencia de las naciones indígenas con el cannabis legal ofrece una ruta alternativa al prohibicionismo que conjuga autodeterminación, justicia económica y salud pública. Frente a la indefinición federal, las tribus están demostrando que otro modelo de regulación no solo es posible, sino que ya está en marcha.