Un pueblo originario de EEUU ha recibido una subvención federal de 1.6 millones de dólares (1.4 millones de euros) para llevar adelante un estudio científico sobre el potencial del cáñamo para remediar los suelos contaminados con sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), más conocidos como “químicos eternos”. Estos no solo son extremadamente perjudiciales para la salud, sino que además es muy difícil conseguir su degradación. Este proyecto es liderado por investigadores de la comunidad Aroostook Band of Micmacs, en el que se pretende absorber mediante la fitorremediación las toxinas que se encuentran en unas tierras que fueron entregadas a los indígenas hace quince años.
En 2009, el gobierno de EEUU le concedió a los Aroostook Band of Micmacs unas tierras donde funcionaba la base aérea militar de Loring y que estaba abandonada hacía más de treinta años, en el estado de Maine. El predio de unos 36 kilómetros cuadrados ha sido utilizado para almacenar desechos peligrosos, por lo que sus tierras se encuentran altamente contaminadas con las PFAS. Desde que la comunidad indígena tiene el control de las tierras ha colaborado con la limpieza del lugar que buscan que sea un sitio de desarrollo comunitario y económico.
Los fondos para la fitorremediación del suelo con el cáñamo en la antigua base de Loring fueron entregados por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU. La idea de esta iniciativa también es desarrollar un protocolo estandarizado para que los diferentes proyectos agrícolas del país utilicen la planta en la rotación de sus cultivos para desintoxicar los suelos.