California es el estado más importante de Estados Unidos de América, tanto por su posición geográfica, que le permite producir una gran cantidad de productos, como por su influencia económica a nivel mundial. Es la sexta economía mundial, el tercer estado más grande de Estados Unidos, uno de los más progresistas y el más poblado, con un cuarto de la población que habla español.
En recientes noticias, el gobernador del estado, Jerry Brown, ha advertido a Trump que California no se convertirá en un estado retrógrado y defenderá sus avances en medioambiente, ciencia y sobre todo a los inmigrantes, ya que el treinta por ciento de la población californiana vienen de otros países. “Defenderemos a cada hombre, mujer y niño que haya venido aquí por una vida mejor y que han contribuido al bienestar de nuestro estado”, refirió el gobernador en respuesta a la orden ejecutiva presidencial de prohibir la entrada a ciudadanos de siete países del Medio Oriente. Así que tenemos un gobernador con un equipo de congresistas demócratas en pleno enfrentamiento con el nuevo Gobierno federal, lo que se podría traducir en confianza para el movimiento cannábico, ya que en caso de que Sessions, Pence y pandilla quieran aplicar todo el peso de la ley federal a los marihuanos, el gobernador defenderá la autonomía del estado para acatar sus propias leyes.
Por otro lado, ya hay iniciativas que se podrían poner a votación en el 2018 o 2020 donde se propondrá la independencia de California. Es una idea extravagante, pero ya una de las iniciativas ha sido aceptada y ahora necesita juntar 600.000 firmas. Hay mucho revuelo alrededor de esta idea, ya que el descontento contra la nueva Administración es enorme. Si Trump decide ir contra la marihuana, el pueblo se levantará en “armas” o firmas y se separarán para crear su propia nación. Las consecuencias y las probabilidades de éxito son materia de otro artículo.
Hemos pintado un panorama moderno del estado que ha votado por legalizar la marihuana recreativa convirtiéndose en el quinto en hacerlo. Con un cincuenta y cinco por ciento de votos a favor de la Proposición 64, los mayores de veintiún años pueden poseer hasta una onza de flor y tener hasta 3,5 gramos de extractos y comestibles, que estarán regulados para no contener más de 100 mg de THC, y se pueden sembrar seis plantas por casa. El Gobierno piensa dar licencias para las tiendas cannábicas, que ya podrían estar funcionando el primero de enero de 2018. Por el momento no se puede consumir en público, lo mejor es hacerlo dentro de las residencias privadas; en el futuro se prevé que haya cafeterías como en Ámsterdam, y lugares donde se pueda consumir marihuana.
Para Jolson las nuevas leyes de California están hechas para beneficiar a las grandes farmacéuticas y corporaciones amigas del gobierno
Hasta acá todo bien. Pero, se preguntarán algunos: ¿por qué California tardó tanto en legalizar después de que fue el primer estado en tener un programa de marihuana medicinal pionero hace veinte años?
Michael Jolson, uno de los herederos del pensamiento de Jack Herer, no está muy satisfecho. Michael es una de las cabezas de California Cannabis Hemp Initiative (CCHI), la plataforma que intentó pasar su iniciativa en el 2012 con más de cien mil firmas. En exclusiva para Cáñamo nos da su opinión acerca de la victoria californiana. Michael ve un panorama sombrío, y por eso sigue adelante con sus compañeros para intentar refrendar la iniciativa CCHI en el 2018 o 2020 a más tardar.
“Para empezar –nos dice Jolson–, bajo la nueva regularización hay límites de THC en el cultivo de cáñamo industrial, nosotros no queremos que haya esos límites, pues se reduce la calidad de lo que produzcan los granjeros. El límite para ellos sería de 0.1% de THC”. El principal problema para Jolson es que habrá demasiadas regulaciones que se traducirán en impuestos de hasta el treinta por ciento sobre la venta al menudeo: “La mayoría de estos impuestos se destinarán a la policía para que se cumplan las leyes. Nuestra iniciativa quiere que el dinero se vaya a un fondo común para construir carreteras, escuelas y otros servicios sociales importantes. Nosotros queremos poner un techo a estos impuestos, ya que no hay límites como está ahora escrita la Proposición 64”.
El otro problema grave que la organización de Jolson ve es que las nuevas leyes de California están hechas para beneficiar a las grandes farmacéuticas y corporaciones amigas del gobierno. “Cuanto más lo regules y más impuestos pongas, menos personas podrán participar. En California se quieren hacer monopolios que serían controlados por gente como el billonario George Soros o Montsanto, quienes ya están comprando o adquiriendo a grandes productores y granjeros. La Proposición 64 fue escrita para controlar la industria, quitársela a los trabajadores y pequeños negocios, a las organizaciones sin ánimo de lucro, al movimiento grassroots de la industria cannábica, para dársela a los grandes jugadores que estarán en línea con las leyes del estado. Es que van a hiperregular quien pueda producir, tener un café o distribuir la marihuana, y no han consultado a los que tienen pequeños negocios ni a los consumidores del producto ni a los enfermos”, nos dice preocupado Jolson desde su casa en Santa Cruz.
Pero ahora se puede sembrar y tener hasta una onza y ya no te van a arrestar, le refuté. ¿No es eso una victoria?
“Sí, en comparación con otros lugares, pero las leyes a mi parecer aún son draconianas, por ejemplo, no se permitirán los cultivos de exterior, todas las plantas tienen que estar ocultas, tienes que registrar tus plantas y los inspectores pueden ir a tu casa a inspeccionar tus plantas. En estas circunstancias, si vivimos cuatro o cinco enfermos en una casa, pues seis plantas no será suficiente”.
“Por otra parte, los doctores ya no pueden dar recomendaciones ni recetar marihuana a menos que sean enfermedades graves, no podrán para dolores de cabeza, estrés, insomnio, nausea, etc. Los dispensarios y organizaciones sin fines de lucro tendrán que cambiar su giro y convertirse en negocios y pagar las grandes tarifas. Ya no habrá el modelo colectivo donde los pacientes podían vender sus sobrantes o dárselos a los clubs. Algunas de las multas para los que no cumplan con las regulaciones será de 30,000 dólares al día en algunos casos, para granjeros y dispensarios. En pocas palabras adiós al programa medicinal. Habrá muchas tarifas y pagos, cada condado y ciudad podrá hacer sus propias leyes y cobrar sus propios impuestos, así que habrá condados donde no permitirán dispensarios y otros donde será muy caro comprar, aunque la gente no vaya a la cárcel por fumar no tendrán donde adquirir, bueno también podrían ser multados si fuman en público o si conducen bajo la influencia, en fin, la prohibición aún no se acaba y podrían convertirte en criminal por fumar”.
¿Y cómo crees que afectará la presidencia de Trump? Le pregunto por último a Michael Jolson.
“No se sabe aún como van a reaccionar los nuevos capos, Sessións dijo que los congresos son los que hacen las leyes y no está en su lista de prioridades la marihuana, pero pueden ir hacia los dos lados, perseguir la ley federal o dejar que los estados hagan valer sus leyes. La Propuesta 64 fue escrita para que los federales puedan tomar la industria”.
Jolson se despide con un deseo: “Esperemos que haya más resistencia a esta centralización que beneficia a las corporaciones”.