En el año 1996, Aaron Monte, catedrático de Química en la Universidad UW-La Crosse, sintetizó una nueva versión modificada de la famosa droga psicodélica 2C-B, que había sido creada décadas antes por Alexander “Sasha” Shulgin. Concretamente, Monte incorporó un sistema ciclado de anillos dihidro-difuranos (unas estructuras químicas con forma de alas) al núcleo fenetilamínico de la molécula de 2C-B, y esto hizo que la molécula se volviese un psicodélico más potente. Tanto Sasha como su esposa Ann tuvieron la oportunidad de probar y estudiar esta nueva versión de su antigua creación, y tanto la disfrutaron que llegaría a convertirse en una de las drogas de diseño favoritas de Ann.
Dos años más tarde, en 1998, Matthew Parker, investigador en el laboratorio del famoso catedrático de bioquímica de la Universidad de Purdue, David E. Nichols, aplicó una modificación estructural parecida a otra de las moléculas creadas por Sasha: el DOB, obteniendo igualmente una molécula mucho más potente (y tóxica) que la original.
Debido a que estas nuevas moléculas se asemejaban visualmente a pequeños insectos alados, surgió la original idea de nombrarlas añadiendo al nombre de la molécula original el sufijo fly (‘mosca’ o ‘volar’), butterfly (‘mariposa’) o dragonfly (‘libélula’), para resaltar la presencia de esas “alas” en su estructura. Así que estas nuevas versiones fueron bautizadas como 2C-B-FLY (la versión “alada” del 2C-B) y el Bromo-DragonFLY (la versión “alada” del DOB).

Esta modificación de la estructura no solo confiere a la molécula esa apariencia que puede evocar a las alas de una mosca, mariposa o libélula, sino que también modifica significativamente sus propiedades farmacológicas, aumentando considerablemente su potencia farmacológica, su efecto psicodélico y, desgraciadamente, también sus riesgos. Esto sucede porque la incorporación de estas “alas furánicas” actúa aumentando la rigidez de la molécula (lo que se conoce como un bloqueo conformacional), impidiendo que se “doble”, y esto aumenta su atracción (afinidad) por determinados receptores neuronales, sobre todo los serotonérgicos, como el famoso receptor 5-HT2a, muy relacionado con los efectos psicodélicos o alucinógenos de las drogas. Mientras que las moléculas originales como el 2C-B son más “flexibles” porque pueden doblarse y adoptar múltiples formas (conformaciones), las variantes fly son más rígidas y presentan una única forma, que se ajusta casi perfectamente al sitio activo del receptor, lo que se traduce en una potencia elevada incluso a dosis muy bajas.
Efectos y riesgos generales de las drogas ‘fly’
Debido a su mayor afinidad por los receptores neuronales 5-HT2a, las drogas fly tienen potentes efectos psicodélicos, lo que se traduce en que tienden a producir poderosos cambios en el pensamiento, las emociones y la percepción, que pueden manifestarse en forma de visuales extremadamente vívidos, distorsiones profundas en la percepción del tiempo y del espacio, mezcla de sentidos (sinestesia), intensificación de las emociones y sensación de euforia o miedo. Estos efectos son comunes a todas las drogas psicodélicas, pero en el caso de las drogas fly son más intensos y duran más tiempo o, en algunos casos, muchísimo más tiempo, que sus versiones no-fly como el 2C-B, el DOB o incluso las drogas psicodélicas clásicas como psilocibina, DMT o LSD.
Además de los clásicos riesgos psicológicos (como experiencias difíciles) y psiquiátricos (manifestaciones psicóticas en personas con predisposición) que pueden presentar todos los psicodélicos, algunos compuestos fly (como DOB-FLY y Bromo-DragonFLY) muestran actividad en receptores adrenérgicos periféricos (α₁), lo que significa que pueden producir efectos adversos en el sistema cardiovascular, como taquicardia e hipertensión, aumentando el riesgo de complicaciones cardiovasculares en casos de sobredosis y evidenciando la necesidad de extremar la precaución en su dosificación.
Por ello, la mayoría de los compuestos fly tienen un estrecho margen entre la dosis efectiva y la dosis tóxica. Esto se debe a que, al incrementar sus alas la potencia y toxicidad, se reduce el margen de seguridad entre la dosis activa (que baja) y la dosis tóxica (que también baja).
Por ejemplo, en el caso de Bromo-DragonFLY, una dosis recreativa alta (por encima de 0,5 mg) podría llegar a resultar muy tóxica e incluso letal si se redosifica erróneamente, pudiendo causar:
- Sobredosis aguda: dada la potencia, un error en la medición puede llevar a efectos descontrolados, con síntomas como confusión, alucinaciones intensas, taquicardia, hipertensión y, en casos extremos, colapso cardiovascular.
- Vasoconstricción prolongada: la activación de los receptores α₁ puede inducir vasoconstricción severa, lo que en casos extremos puede llegar a causar necrosis de extremidades y la necesidad de amputaciones.
- Redosificación: la latencia en la aparición de los efectos (especialmente, en Bromo-DragonFLY, donde pueden tardar hasta siete horas en aparecer) a menudo lleva a que los usuarios consuman dosis adicionales, aumentando exponencialmente el riesgo de toxicidad y de vivir una experiencia psicodélica que puede durar hasta cuatro días.
- Efectos crónicos: aunque la mayoría de los estudios se han centrado en la toxicidad aguda, existe preocupación sobre los efectos a largo plazo, como la posible activación crónica de receptores 5-HT2b, asociada con riesgos de fibrosis cardiaca.
Por lo tanto, fly no es solo un adjetivo decorativo para estas moléculas, sino una indicación de una estructura química que potencia el efecto psicodélico de una droga y prolonga su duración, al mismo tiempo que reduce el margen de seguridad entre una dosis activa y una potencialmente tóxica o incluso letal.
Teóricamente, se podrían sintetizar versiones “aladas” (es decir, incorporación de este sistema ciclado de anillos furanos o difuranos al núcleo fenetilamínico) de cualquier droga de la familia 2Cx/DOx. Por ejemplo, el 2C-B-FLY representa la versión dihidro-difuránica del 2C-B; su análogo 8-yodado, denominado 2C-I-FLY, correspondería a la versión dihidro-difuránica del 2C-I, y de igual modo, el equivalente 8-metil, 2C-D-FLY, sería la versión dihidro-difuránica del 2C-D. Pero solo algunas de estas moléculas han llegado a sintetizarse y/o popularizarse. Veamos las más relevantes.

2C-B-FLY
El 2C-B-FLY es probablemente el representante más conocido de esta familia alada. Se trata de la versión fly de la 2C-B, es decir, 4-bromo-2,5-dimetoxifenetilamina, en la que se ha incorporado este sistema dihidro-difuránico a modo de “alas”.
2C-B-FLY
Si la dosis del 2C-B original oscila entre 15 y 25 mg y tiene una duración de efectos de entre cinco y siete horas, la del 2C-B-FLY oscila entre 10 y 15 mg y tiene una duración de efectos de entre siete y doce horas.
Dado que su margen de seguridad es muy estrecho, un error de dosificación puede llevar a experiencias adversas. Hasta la fecha, la literatura no documenta muertes atribuidas directamente al 2C-B-FLY, pero la variabilidad en la composición y pureza de los lotes producidos de manera clandestina suponen un riesgo considerable.
Bromo-DragonFLY
Quizás el compuesto fly que ha generado más alarma es el Bromo-DragonFLY. Su nombre se debe a que a su estructura molecular, compuesta por DOB (4-bromo-2,5-dimetoxianfetamina), se han incorporado dos anillos furanos fusionados al anillo bencénico (formando un sistema benzo-difuránico, muy rígido y, por tanto, muy potente), y a una cadena de isopropilamina, lo que se asemeja a la figura de una libélula con las “alas” extendidas.
Su primera aparición en informes forenses se sitúa a principios de la década del 2000. A medida que se difundieron casos de emergencias médicas, especialmente en Escandinavia, el Bromo-DragonFLY se consolidó como una sustancia extremadamente peligrosa. Se le atribuyen múltiples casos de intoxicación severa, donde incluso dosis mínimas provocaron efectos letales.
Si la dosis del DOB original oscila entre 0,75 y 1,75 mg y tiene una duración de efectos de entre catorce y veinticuatro horas, la del Bromo-DragonFLY oscila entre 0,3 y 0,5 mg, y puede tardar hasta siete horas en empezar a hacer efecto, pero luego tiene una duración de efectos de entre ¡uno y cuatro días! Además, como mencionamos anteriormente, esta droga tiene una notable actividad agonista en los receptores α₁ adrenérgicos, lo que induce vasoconstricción prolongada. Estos efectos combinados pueden desencadenar complicaciones graves, como taquicardia, hipertensión, vasoespasmos extremos, y en casos de sobredosis, necrosis de las extremidades, que puede conducir a amputaciones. Su estrecho margen de seguridad y la larga duración de sus efectos la convierten en una de las drogas fly más peligrosas documentadas.
DOB-FLY
Otra variante importante es el DOB-Fly, también conocido como 3C-B-Fly. Se trata del análogo fly de DOB (4-bromo-2,5-dimetoxianfetamina), en el que se añade un grupo metilo en la cadena lateral (diferenciándolo de 2C-B-Fly) y se incorporan las “alas” (el sistema dihidro-difuránico, más rígido y potente que en el DOB pero menos rígido y potente que el sistema benzo-difuránico del Bromo-DragonFLY).
Su aparición en el mercado se ha documentado de forma puntual y tal vez accidental: en algunos casos, lotes ilícitos etiquetados como 2C-B-FLY resultaron contener una mezcla de DOB-FLY y 2C-B-FLY, lo que contribuyó a incidentes de sobredosis accidentales.
El DOB-FLY se caracteriza por una mayor potencia en comparación con el 2C-B-FLY. Los estudios en modelos animales sugieren que su dosis activa es incluso menor, en torno a 1 mg, lo que significa que el margen entre la dosis efectiva y la dosis tóxica es muy reducido. Los efectos subjetivos son similares a los de otros psicodélicos de la serie DOx: intensas alteraciones sensoriales, efectos eufóricos y cambios en la percepción del entorno, pero con una mayor inclinación hacia la estimulación física. La adición del grupo metilo también incrementa la actividad en receptores adrenérgicos periféricos, aumentando los riesgos cardiovasculares anteriormente explicados.
2C-B-DragonFLY
Este compuesto es una variante intermedia que combina características de 2C-B-FLY y Bromo-DragonFLY. Los estudios preliminares sugieren que 2C-B-DragonFLY posee una potencia intermedia, con efectos que oscilan entre los de 2C-B-FLY y Bromo-DragonFLY. Sin embargo, su presencia en el mercado recreativo es escasa y su perfil toxicológico aún no se conoce bien.
2C-B-ButterFLY
Otra modificación interesante es la del 2C-B-ButterFLY, donde se alteran las dimensiones de los anillos furanos para obtener una estructura “expandida”. Aunque los efectos y la potencia parecen comparables a 2C-B-FLY, algunos estudios in vitro indican una ligera variación en la afinidad hacia diferentes subtipos de receptores serotoninérgicos, lo que podría traducirse en un perfil de efectos psicodélicos subjetivos distinto. Por el momento, 2C-B-ButterFLY es un compuesto de interés principalmente académico.
2C-B-Fly-NBOMe o NBOMe-2C-B-Fly
Una de las variantes más sofisticadas es la incorporación de un grupo N-benzil (NBOMe) a la estructura de 2C-B-Fly, dando lugar al 2C-B-FLY-NBOMe. Este compuesto fue desarrollado en el contexto de estudios de neuroimagen, para usarse como marcador en tomografías PET del receptor 5-HT2a y poder estudiarlo. Aunque no se ha documentado su uso recreativo, su alta potencia y eficacia agonista del 5-HT2a lo convierten en una herramienta valiosa en la investigación y otro ejemplo del potencial de modificación estructural en esta familia.
2C-C-FLY, 2C-D- FLY, 2C-E- FLY, 2C-I- FLY...
Existen reportes experimentales sobre análogos fly derivados de otras 2C (como 2C-C, 2C-E, 2C-D y 2C-I). Aunque la información es limitada y la literatura se basa en estudios forenses y de síntesis analítica, estos compuestos se consideran teóricamente viables y se han detectado en algunos paneles de análisis de drogas emergentes. En general, suelen compartir propiedades similares a otros miembros de esta familia: alta potencia alucinógena, dosis activas muy bajas y un estrecho margen de seguridad.
TFM-FLY
Este es otro compuesto relacionado con las fenetilaminas psicodélicas, similar al 2C‑B‑FLY y 2C‑TFM. Fue descrito por primera vez en el 2005 por el equipo de la Universidad de Purdue encabezado por David E. Nichols. Al igual que los demás, funciona como un potente agonista del receptor de serotonina 5‑HT2a.
En conclusión, podemos decir que las drogas fly son un claro ejemplo de cómo pequeñas modificaciones estructurales pueden transformar radicalmente la actividad y potencia de una sustancia. Con compuestos como 2C-B-FLY, DOB- FLY y Bromo-DragonFLY, la química de diseño ha logrado producir psicodélicos de una potencia extraordinaria, en ocasiones con efectos que se extienden por más de un día y con mayores riesgos de toxicidad, como ese estrecho margen de seguridad entre la dosis activa y la tóxica.
Estas moléculas son un buen ejemplo de los peligros inherentes al consumo de nuevas drogas. Su elevada potencia, larga latencia, duración prolongada de efectos y estrecho margen de seguridad hacen que no sean aptos para un consumo improvisado o desinformado, sino que requieren una aproximación basada en la reducción de riesgos y en la educación del usuario. Es fundamental que tanto la comunidad científica como los sistemas de salud pública trabajen conjuntamente para proporcionar a los consumidores información precisa, desarrollar protocolos de emergencia en casos de sobredosis y promover la investigación sobre estas sustancias, siempre con el objetivo de minimizar los daños o explorar sus utilidades terapéuticas potenciales.
Desde el punto de vista de la reducción de daños, es imperativo que los consumidores de estas sustancias tengan acceso a información veraz y actualizada. La impredictibilidad de la composición y pureza de las drogas en los mercados clandestinos aumenta el riesgo de errores fatales, como se ha documentado en incidentes como los producidos por el Bromo-DragonFLY. La necesidad de análisis de laboratorio, un pesado adecuado de la dosis, educación sobre riesgos y todas las posibles estrategias de mitigación son fundamentales para reducir los daños asociados a estas drogas en la medida de lo posible. En este sentido, es imprescindible la labor de los servicios de análisis de drogas y reducción de riesgos como Energy Control, y la vigilancia de los sistemas de alerta temprana, como los implementados por la Agencia de la Unión Europea sobre Drogas (European Union Drugs Agency, EUDA) y otros organismos internacionales, ya que han sido cruciales para detectar y evaluar estos compuestos, así como para alertar sobre sus riesgos.
Afortunadamente, la comunidad científica continúa investigando estos compuestos como herramientas para comprender mejor la fisiología del receptor 5-HT2a y la neurobiología de la percepción. Los estudios con 2C-B-FLY-NBOMe, por ejemplo, han aportado información valiosa sobre la dinámica receptor-receptor y la señalización intracelular, lo que podría traducirse en un mejor conocimiento del cerebro y nuevas aplicaciones terapéuticas en un futuro.