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El cultivo de marihuana medicinal

Producción de cannabis terapéutico, sano y seguro

Los efectos medicinales del cannabis son cada día más conocidos por el público. El número de usuarios terapéuticos no para de crecer y muchos no tienen acceso a una fuente de confianza donde proveerse, por lo que optan por el autocultivo. Veamos la mejor manera de hacerlo de una forma sencilla y segura.

Cannabis medicinal y seguridad

Los efectos medicinales del cannabis son conocidos desde hace miles de años. Cannabis sativa es una planta que se puede consumir con mucha seguridad, ya que tiene pocos efectos secundarios negativos y su toxicidad es mínima.

El mayor peligro que tiene el cannabis para un enfermo no viene de su composición sino de su situación legal, que tiene principalmente dos problemas. El primero es que no puede ir a la farmacia a comprar cannabis. Si pudiera tendría acceso siempre a un producto de máxima calidad, con una dosis exacta y siempre igual de THC y otros cannabinoides. El segundo es que el cannabis que hay disponible a la venta se cultiva en condiciones clandestinas y sin ninguna garantía. A veces, cultivadores sin escrúpulos aplican pesticidas tóxicos a las plantas sin ninguna consideración hacia los consumidores. Si la producción del cannabis estuviese legalizada, se podría fiscalizar a los productores y exigirles que emplearan prácticas de cultivo seguras, impidiendo la utilización de pesticidas peligrosos y comprobando que el producto llega al consumidor en las mejores condiciones, tal y como se realiza con otros cultivos. Los productores de tomates no pueden fumigar las plantas con cualquier pesticida, pero esto no solo sucede con los cultivos destinados a la alimentación. El vino o el tabaco también deben cumplir unas condiciones mínimas que aseguran su salubridad. Además de evitar la aplicación de pesticidas durante el cultivo, el procesado del cannabis (su secado, curado y almacenamiento) también debe hacerse en buenas condiciones para que no aparezcan hongos o bacterias que pueden causar problemas al consumidor.

"La mejor forma de procurarse cannabis medicinal estando completamente seguro de que no tiene pesticidas tóxicos u hongos peligrosos es autocultivándolo"

Hoy en día, los clubes de consumidores de cannabis se han convertido en la principal fuente de abastecimiento de los usuarios de cannabis medicinal y, sin duda, son mucho más fiables que comprar marihuana a un camello en un callejón oscuro, ya que la mayoría de los clubes intentan disponer de cannabis de calidad cultivado correctamente. Pero no todos lo hacen y el consumidor raramente tiene capacidad para analizar el producto y comprobar su idoneidad.

No debemos olvidar que muchos usuarios de cannabis medicinal lo consumen porque tienen alguna enfermedad o dolencia grave, a veces su sistema inmunitario no está al cien por cien y son más propensos a sufrir problemas si el cannabis no ha sido bien cultivado, procesado o almacenado.

Por eso, la mejor forma de procurarse cannabis medicinal estando completamente seguro de que no tiene pesticidas tóxicos u hongos peligrosos es autocultivándolo.

El cultivo de cannabis con fines terapéuticos no es muy distinto del cultivo con fines recreativos, pero es conveniente prestar especial atención a ciertos aspectos que detallamos a continuación.

Genética y variedades

Hasta hace pocos años solo había dos tipos principales de genéticas: índicas y sativas. Las índicas tienen un efecto más relajante y narcótico, por lo que suelen recomendarse contra el dolor, la ansiedad, el estrés o el insomnio. Las sativas, con un efecto más activo, son las preferidas para estimular el apetito, alegrar la vida, combatir el abatimiento y la desmotivación y, aunque de forma diferente a las índicas, también sirven para relajarse y combatir el estrés.

Ahora tenemos también acceso a variedades ricas en CBD con o sin THC. Las genéticas con CBD y THC tienen un efecto psicoactivo suave, por lo que son las recomendadas para los consumidores que quieren disfrutar de las propiedades terapéuticas del cannabis sin experimentar una fuerte psicoactividad. La ratio entre THC y CBD determina el nivel de psicoactividad, siendo esta más alta cuanto más THC hay con relación al CBD (aunque siempre menor que en las variedades sin CBD). Por ejemplo, una planta con una ratio THC:CBD 1:1 es más psicoactiva que una con una ratio 1:2 o 1:3.

Las genéticas solo con CBD y sin THC (o con niveles de THC muy bajos) no son psicoactivas. De hecho, las tiendas que venden cannabis legal comercializan variedades ricas en CBD y con niveles de THC inferiores al 0,2%, que es lo que la ley considera cáñamo y no marihuana. Para que sea considerada marihuana, el nivel de THC debe alcanzar o superar el 0,3%. Hay variedades que, aun teniendo un nivel de THC superior a 0,3% pero no mucho, casi siempre inferior a 1%, no son psicoactivas porque su nivel de CBD es diez o veinte veces mayor que el de THC.

El cultivo de cannabis medicinal

"Intentando cultivar una medicina, resulta absurdo y contraproducente fumigar venenos sobre las plantas que pretendemos que nos sanen"

Las plantas medicinales no se cultivan de forma distinta a las recreativas, pero para obtener todas sus propiedades beneficiosas conviene intentar que las plantas crezcan lo más sanas y vigorosas posibles, no solo para que no desarrollen ninguna enfermedad, sino también para que puedan alcanzar su máximo contenido en principios activos. Los consejos más importantes a tener en cuenta van encaminados en esta dirección: no se trata tanto de lograr la máxima producción de cogollos por metro cuadrado, sino que es más importante conseguir plantas sanas.

Usaremos siempre macetas tan grandes como sea posible o, aún mejor, plantaremos en el suelo. Un sistema de raíces grande y bien desarrollado es la mejor garantía de que las plantas no tengan deficiencias nutritivas ni necesiten riegos y abonados muy frecuentes. El sol es el principal alimento de los cogollos, no sembraremos las plantas muy juntas entre sí para que la luz llegue a todas partes: desde las puntas principales hasta las ramas más bajas. Cuando las plantas están muy cerca, deben competir por el sol y los cogollos bajos no se desarrollan igual de bien. Si las ramas de unas plantas no tocan a las de la planta vecina, las plagas no pueden contagiarse tan fácilmente. Por la misma razón, conviene podar las ramas más bajas, aquellas que brotan en los primeros veinte o treinta centímetros del tallo o que tocan el suelo. De este modo, aumenta la circulación de aire y la ventilación en las zonas que suelen ser más húmedas y sombrías y se reduce el riesgo de aparición de hongos y otras plagas.

La ventaja del cultivo de interior es que tenemos un mayor control sobre las condiciones en que crecen las plantas.
La ventaja del cultivo de interior es que tenemos un mayor control sobre las condiciones en que crecen las plantas.

Las plantas cultivadas con abonos orgánicos suelen tener mejor sabor y acumulan menos minerales de reserva en sus tejidos, algo que también beneficia el sabor final y hace que el humo de los cogollos resulte menos irritante para la garganta y provoque menos tos. La mejor forma de abonar orgánicamente las plantas es preparar una tierra fértil antes de sembrar. Añadiremos abonos orgánicos sólidos como el humus de lombriz, el estiércol o el guano de aves a la tierra y los mezclaremos bien con ella. Los microorganismos beneficiosos del suelo ayudan a la descomposición de la materia orgánica y estimulan el sistema inmunitario de las plantas, ayudando a que se mantengan sanas y vigorosas. Mezclaremos micorrizas, Trichoderma y bacterias beneficiosas cuando preparemos la tierra y llenaremos las macetas unas semanas antes de sembrar, luego humedeceremos el sustrato y dejaremos que los microorganismos se vayan reproduciendo. De ese modo, cuando sembremos las semillas ya tendremos todo un ecosistema vivo bajo el suelo. Los microorganismos de la tierra cumplen una función análoga a nuestra flora intestinal: ayudan a descomponer los alimentos para que podamos asimilarlos más fácilmente. Los abonos químicos, sobre todo si se utilizan en dosis altas, son bastante incompatibles con los microorganismos del suelo. Si necesitamos añadir algo de abono líquido, elegiremos uno orgánico siempre que sea posible.

La prevención de plagas es la mejor manera de evitar usar plaguicidas tóxicos cuando las plantas están en floración. Eliminaremos enseguida las hojas que se vayan secando y las plantas enfermas para que no contagien al resto, pulverizaremos las plantas una vez por semana con jabón potásico, aceite de nim o algún otro insecticida permitido en agricultura ecológica. Una vez que las plantas lleven dos o tres semanas en floración, dejaremos de fumigarlas completamente para evitar que puedan quedar restos de pesticidas en los cogollos cuando los cosechemos. Nunca, bajo ningún concepto, usaremos insecticidas tóxicos como los que sirven para las plantas ornamentales. No están pensados para plantas que van a ser consumidas y pueden causar graves problemas a la salud. Mi consejo es que tampoco usemos ningún tipo de insecticida que no sirva para agricultura ecológica, sobre todo durante la floración de las plantas. Estamos intentando cultivar una medicina y las medicinas deben curar, no hay que arriesgarse a que causen ningún daño. Por eso resulta absurdo y contraproducente fumigar venenos sobre las plantas que pretendemos que nos sanen.

Durante las dos últimas semanas de la floración, las plantas deben regarse solo con agua y sin ningún abono para que puedan consumir los nutrientes de reserva que tienen almacenados en las hojas. Esta regla es fundamental y muy sencilla pero, aun así, son muchos los cultivadores que no la aplican. El resultado suelen ser cogollos de sabor fuerte, que hacen toser e irritan las vías respiratorias.

Secado y curado

Cosecharemos antes o después para potenciar el efecto deseado. La regla general es cosechar cuando las glándulas de resina empiezan a cambiar de color, de transparente a ámbar. Pero cortando las plantas una semana antes se potencia el efecto estimulante y creativo, mientras que haciéndolo una semana más tarde los cogollos serán más narcóticos y relajantes.

Cuando cosechemos, lo haremos siempre que podamos en un momento del día en que las plantas estén bien secas, ya que esto reduce el riesgo de aparición de hongos durante el secado. Hay que manicurar los cogollos recortando todas las hojas grandes y sin resina, vigilando que estén sanos, no tengan bichos ni crecimiento de moho u otro tipo de hongos en las hojas o el interior de los cogollos. Si encontramos cogollos infectados por hongos, hay que tirarlos a la basura. Fumar hierba enmohecida puede ser peligroso para la salud en todos los casos, pero, especialmente, cuando el consumidor está enfermo o tiene el sistema inmunitario debilitado. Colgaremos los cogollos en un lugar seco, oscuro, fresco y ventilado para que se sequen. Es mejor que los cogollos cuelguen suficientemente separados para que no se toquen entre sí y el aire circule libremente. Una vez que estén completamente secos (se sabe porque los tallos se quiebran con un chasquido cuando los doblamos), hay que guardarlos en recipientes herméticos para que el aire no los degrade y en un lugar oscuro y frío como la nevera. Así se mantienen sus propiedades intactas durante meses o, incluso, años.

 

Este contenido se publicó originalmente en la Revista Cáñamo #280

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