El cultivo orgánico es el que más se asemeja a la forma natural en que crecen las plantas, y se basa en incorporar distintas fuentes de materia orgánica al sustrato. La calidad de los cogollos está directamente relacionada con la alimentación que reciben las plantas y la vitalidad que tiene el suelo. Veamos varias técnicas y productos destinados al cultivador experimentado que busca lograr ese toque especial de máxima calidad en sus cogollos.
Los cultivadores de exterior que plantan en el suelo, en un huerto o en un jardín, pueden realizar un cultivo completamente orgánico y ecológico simplemente añadiendo abonos orgánicos al terreno antes de la siembra, y regar las plantas solo con agua durante toda la temporada. Las potentes raíces de la marihuana exploran el terreno y penetran hasta capas profundas en busca de los nutrientes y el agua necesarios para su desarrollo.
Mucho más complicado es aportar todos los nutrientes necesarios cuando las plantas viven en macetas, especialmente cuando estas son pequeñas, como suele suceder en los cultivos de interior. Por lo general, en macetas es necesario añadir nutrientes a lo largo del ciclo de vida de las plantas, y la forma más sencilla y práctica de hacerlo es disolviendo un abono líquido en el agua de riego. Los nutrientes en forma líquida llegan con rapidez a las raíces y están disponibles para las plantas desde el primer momento, sin que haya que esperar a que los microorganismos descompongan la materia orgánica. La mayoría de los abonos orgánicos líquidos suelen contener una parte de los nutrientes en forma directamente asimilable y otra parte en combinación con humus y materia orgánica que alimenta a las plantas a medio plazo.
Una vez que un cultivador domina los elementos básicos de la nutrición, cuando sus plantas maduran sin graves deficiencias, los cogollos engordan llenos de resina y el sabor final es aceptable, puede empezar a afinar aún más el proceso y añadir otros elementos que pueden mejorar los resultados. A continuación veremos algunos de ellos.
La enzima limpia
Las enzimas potencian la descomposición de los restos de materia orgánica y las raíces muertas de la tierra
El único producto que suelo usar siempre, además del abono, son las enzimas. Se ha convertido en una costumbre añadir siempre alrededor de un mililitro por litro de algún producto rico en enzimas tipo Cannazym de Canna, Power Zyme de Hesi, Pro-Zyme de Humbolt Nutrients o similares. Las enzimas son moléculas formadas por la unión de aminoácidos cuya misión es acelerar determinadas reacciones biológicas como catalizadores. Los seres vivos producen y usan muchísimas enzimas, porque cada una solo sirve para un proceso muy concreto. Normalmente, los seres vivos producen enzimas en cantidades muy pequeñas, pero a nivel industrial se han desarrollado técnicas de biotecnología que permiten producirlas fácilmente en biorreactores. Casi todos los fabricantes de abonos tienen algún producto rico en enzimas. Por lo general, estas enzimas son especialmente útiles para potenciar la descomposición de los restos de materia orgánica y las raíces muertas que hay en la tierra. Al descomponerlos se liberan nutrientes, que quedan disponibles para las plantas. Además, las enzimas facilitan la disolución de los nutrientes minerales acumulados en el sustrato, reduciendo su salinidad. Los microorganismos que viven en el suelo también se benefician y estimulan con las enzimas. Añadiendo enzimas en cada riego se reduce el riesgo de que fermenten los restos de las raíces muertas y aparezcan pudriciones y otros problemas similares.
Humus, el jugo de la vida
En la descomposición de la materia orgánica que sucede en los suelos de cualquier terreno donde crecen plantas se genera humus, una sustancia de color oscuro muy beneficiosa para la salud de la tierra y el desarrollo vegetal que suele ocupar la capa más superficial del suelo. El humus actúa como un depósito de nutrientes, los elementos minerales se ligan a los compuestos orgánicos y forman moléculas que impiden que la lluvia los arrastre. Además, el humus mejora la absorción de agua del terreno, facilita el drenaje y la oxigenación de las raíces, evita la compactación del suelo y estimula los microorganismos que viven en él.
El humus es orgánico, aporta nutrientes y microelementos, y cada gramo tiene millones de microorganismos
El humus aporta beneficios por las sustancias que contiene (ácido húmico, ácido fúlvico, huminas) y por las sustancias que generan los microorganismos del suelo, básicamente enzimas, auxinas y vitaminas.
En el cultivo de cannabis se emplea mucho el humus de lombriz, un producto que se genera al alimentar lombrices rojas con materia orgánica. Las lombrices comen la materia orgánica y excretan humus, que no es otra cosa que excrementos de lombriz. Es un abono fantástico: es orgánico, aporta muchos nutrientes y microelementos, y cada gramo de humus tiene millones de microorganismos de numerosas especies.
Siempre aconsejo añadir humus de lombriz al sustrato como seguro contra carencias nutritivas; como mínimo se añade un veinte por ciento, aunque se puede usar más. Para compensar la mayor absorción de agua, se puede añadir algo de perlita extra para aportar drenaje. Algunas marcas de tierra para macetas ya vienen preabonadas con humus y no hace falta añadirlo después; deberemos fijarnos en la composición que indica la etiqueta.
Auxinas estimulantes
Las auxinas son un tipo de hormonas vegetales que la planta utiliza para enviar un mensaje a los tejidos, les dice que alarguen las células, que crezcan. El cultivador puede usarlas para potenciar este mensaje, estimulando el crecimiento de las plantas.
Se fabrican en los brotes de los extremos de los tallos y, desde allí, viajan al resto de la planta. Regulan el metabolismo de la planta estimulando o deteniendo el crecimiento según el momento. Las auxinas participan en la floración, hacen que la punta de la planta sea la parte que más crece o que las plantas crezcan en dirección a la luz. También influyen en la maduración de las semillas o la aparición de raíces en un esqueje. Las hormonas de enraizamiento que se aplican a los esquejes y muchos estimuladores de raíces contienen auxinas. También son de una gran ayuda para la revegetación de las plantas, ya que estimulan la aparición de nuevos brotes de crecimiento. La aplicación de auxinas disueltas en el agua de riego estimula de manera general el metabolismo de la planta. Se pueden emplear a lo largo de todo el ciclo vital de la planta. Forman parte de la composición de muchos booster o estimuladores del crecimiento y la floración.
Absorción de grandes moléculas
Aunque la mayoría de los nutrientes que absorben las raíces son simples elementos minerales, también están capacitadas para absorber moléculas más grandes, como son los aminoácidos y los carbohidratos.
Los aminoácidos se emplean en la fabricación de proteínas, vitaminas, enzimas y alcaloides, por lo que son muy útiles para las plantas y los animales. Normalmente, las plantas los fabrican a partir de elementos simples como el fósforo o el nitrógeno, que absorben del suelo; pero también pueden captarlos directamente, ahorrándose el trabajo de sintetizarlos. La aportación de aminoácidos en el riego facilita la síntesis de proteínas, incrementa la producción de clorofila, mejora la utilización de los fertilizantes y estimula el crecimiento.
Las hormonas de enraizamiento que se aplican a los esquejes y muchos estimuladores de raíces contienen auxinas
Cuando las plantas florecen y los cogollos están engordando al máximo, lo que suele suceder entre la tercera y la sexta semana, las plantas dedican mucha energía a hacer flores y dejan un poco abandonado el sistema de raíces; viven sobre todo de las reservas de nutrientes que han ido guardando en las hojas y los tallos pero agradecen mucho cualquier aporte, especialmente de nutrientes semielaborados como los aminoácidos. Además de alimentar, los aminoácidos potencian la respuesta y la resistencia de la planta frente a situaciones estresantes, como sequías, riego excesivo, heladas, temperaturas muy altas, enfermedades, plagas, exceso de sales... Los aminoácidos son muy útiles en situaciones de estrés y cuando la planta tiene mermadas sus capacidades, ya que potencian la resistencia y aceleran la recuperación. Los aminoácidos se pueden absorber directamente a través de las hojas, por lo que resulta muy útil fumigarlos para fortalecer una planta cuyo sistema de raíces no está muy sano.
Los hidratos de carbono son también moléculas orgánicas como los aminoácidos, pero en lugar de actuar como ladrillos con los que construir tejidos funcionan como almacenes de energía. Los carbohidratos o glúcidos son azúcares compuestos de carbono, hidrógeno y oxígeno, más o menos complejos. Aplicados en el riego aportan dos beneficios: alimentan directamente a las plantas pero también activan y alimentan los microorganismos del suelo, potenciando su multiplicación y desarrollo.
Ayudan a engordar los cogollos en las fases finales de la floración, aumentan el peso de la cosecha y endulzan el sabor de la marihuana. La mayoría de los famosos estimuladores de floración contienen carbohidratos, junto con importantes dosis de potasio y fósforo, los dos nutrientes más necesarios para la producción de flores. Potencian el metabolismo. Se pueden aplicar en el riego o en pulverización. Favorecen el enraizamiento de los cultivos y estimulan el sistema defensivo inmunitario de las plantas.
Hay muchos abonos comerciales que contienen algún tipo de hidrato de carbono, normalmente melaza en el caso de abonos orgánicos, pues contiene microelementos además de los azúcares. Una forma sencilla de aportarlos es añadir una cucharada de miel, azúcar moreno, panela o, incluso, azúcar blanco a la regadera junto con el abono de floración. Es muy importante no aumentar demasiado las dosis, pues si se aplican en exceso pueden favorecer la aparición de bacterias patógenas en la tierra.
Un caso práctico
La clave del cultivo ecológico y orgánico es conocer cómo funciona la naturaleza y aprovechar los elementos de los que disponemos. Toda fuente de materia orgánica puede servir para abonar las plantas o mejorar la fertilidad del suelo. Quien tiene animales puede usar su estiércol y quien tiene un huerto puede hacer compost con los restos. Pero también se pueden usar otras fuentes de nutrientes, como recoger humus en el bosque, compostar los restos de cocina o, simplemente, comprar los distintos productos en el grow shop.
Conozco un cultivador de exterior que ha perfeccionado un sistema que le permite fabricar un fantástico abono líquido orgánico y ecológico para sus plantas y, al mismo tiempo, mantener un precioso estanque lleno de coloridas carpas koi japonesas. En lugar de instalar un caro filtro para mantener el agua del estanque limpia de los excrementos de los peces, coge el agua para regar las marías del estanque y luego lo rellena con agua del grifo. De ese modo el agua del estanque se mantiene bien y él aprovecha los nutrientes que hay disueltos en el agua para abonar las plantas.
Sus plantas no solo obtienen nutrientes del agua del estanque. Prepara un sustrato para las macetas rico en nutrientes, con una buena proporción de humus de lombriz, y, además, lo completa esparciendo un puñado de guano en polvo alrededor del tallo de cada planta dos o tres veces durante la floración. Pero, aparte de eso, el agua del estanque es el principal nutriente que reciben las plantas. El agua biológicamente activa de un estanque no solo es agua: millones de microorganismos viven en ella y se alimentan de los nutrientes que contiene. Esta sopa viva aporta muchos beneficios a las plantas y al sustrato, muchos más que el agua del grifo.
Al principio usaba el agua directamente, la sacaba del estanque justo en el momento de regar las plantas, y le daba buen resultado. Pero últimamente me cuenta que ha mejorado la técnica. Llena un bidón de cien litros con agua del estanque, le añade una cucharada de melaza y le conecta una bomba de aire de las de los acuarios para que burbujee y oxigene la mezcla durante veinticuatro horas; pasado este tiempo, riega las plantas. Las horas de oxigenación estimulan la reproducción de los microorganismos del agua y favorecen la posterior absorción de los nutrientes. Sus cogollos son siempre muy aromáticos y de sabor suave, y la producción de sus plantas es considerable.