Diez pasos para organizar una plantación de cannabis
El cultivo de una planta de cannabis es muy sencillo: basta sembrar una semilla y regar. Pero si se quiere además lograr una buena cosecha en cantidad y calidad, más vale seguir los pasos esenciales para que las plantas se desarrollen sanas y vigorosas.
Desde fuera, el cultivo de cannabis parece complicado. En realidad es mucho más sencillo de lo que la mayoría se cree. El cannabis es una planta que crece con facilidad, es fuerte, vigorosa y resistente. Además, puede hacerse muy grande en unos meses y llegar a producir una gran cantidad de cogollos. Con un poco de cuidado y dedicación, siempre que se cuente con un lugar adecuado, es bastante fácil producir suficiente marihuana para cubrir las necesidades de un consumidor medio.
Por lo general, si el cultivador se lo toma en serio y prepara la plantación correctamente, tiene muchas posibilidades de conseguir el éxito. De todos los elementos necesarios el más importantes es disponer de un jardín, balcón, huerto o terraza que reciba mucho sol. Si el lugar no tiene cinco horas de sol directo cada día, más vale no molestarse porque el resultado nunca será bueno. Además, hay que comprar buenas semillas, sustrato de calidad y un abono especial para cannabis. Esencialmente, eso es todo. Luego es cuestión de no cagarla, de no olvidarse de regar, de abonar las plantas dos veces por semana y poco más. Si no le faltan agua ni nutrientes, la planta crece con tanta rapidez que es difícil que las plagas acaben con ella. Sin embargo, fumigar cada semana con algún preventivo siempre ayuda a mejorar los resultados.
Lo más importante es disponer de un jardín, balcón, huerto o terraza que reciba mucho sol
La mayoría de los cultivadores que no tienen éxito no siguen estas recomendaciones, riegan a destiempo o demasiado a menudo, no se acuerdan de abonar o lo hacen con una dosis excesiva de fertilizante. En demasiadas ocasiones cuidan poco las plantas, y por eso no crecen mucho, pero luego, intentando arreglarlo, acaban sobrefertilizándolas a base de añadir estimuladores de la floración o productos para engordar los cogollos. No hay magia en los botes de abono: las plantas solo pueden aprovechar una cierta cantidad, y si nos pasamos las empachamos y pueden incluso llegar a morir. El truco para tener éxito es darles lo que necesitan y cuando lo necesitan, es decir, desde el principio de la plantación, y no solo al final de la floración cuando vemos que no engordan lo suficiente.
Germinación sin problemas
Muchos cultivadores se preocupan mucho por la germinación cuando no tiene ninguna complicación. Lo único importante es sembrar las semillas a poca profundidad y usar semillas frescas, que no tengan más de uno o dos años. Si se cumplen estas características, veremos que las plántulas brotan de la tierra en una semana o menos, y lo hacen con fuerza. Hay que cuidarlas bastante en la primera semana, pues son muy delicadas y una lluvia intensa, un viento fuerte o cualquier plaga puede acabar con ellas. Pero si no las agobiamos con riegos constantes, dejamos que reciban muchas horas de sol y somos pacientes, veremos cómo en unas semanas se transforman en plantas fuertes y hermosas capaces de resistir sin problemas las inclemencias del tiempo.
El ciclo de vida del cannabis hace que crezca durante la primavera y hasta mediados del verano, cuando los días que se acortan dan la señal a la planta de empezar a florecer. La floración suele comenzar en julio o agosto y se alarga hasta septiembre, octubre o noviembre, según la variedad. Las plantas deben recibir abono de crecimiento al principio y cambiar al abono de floración en cuanto aparecen las primeras flores. Durante las dos últimas semanas antes de la cosecha hay que dejar de abonar las plantas y regarlas solo con agua para que consuman los nutrientes que tienen acumulados en los tejidos, lo que mejora notablemente el sabor de los cogollos.
Autoflorecientes
Desde hace unos años, las variedades de cannabis autoflorecientes están cambiando la forma de cultivar de mucha gente, ya que se siembran en cualquier época del año, no requieren trasplante, ni un fotoperiodo especial, ni separar machos y hembras, ni tampoco grandes cantidades de abonos. Basta con regarlas, añadir periódicamente un fertilizante líquido y estarán listas para la cosecha entre dos y tres meses después. La principal ventaja de las variedades automáticas es que se puede planificar el cultivo para que la cosecha suceda en el mejor momento del año, es decir, en pleno verano y antes de que lleguen las lluvias, que tanto perjudican a los cogollos.
La mayoría de los cultivadores que no tienen éxito riegan a destiempo o demasiado a menudo, no se acuerdan de abonar o lo hacen con una dosis excesiva
Por ejemplo, si se siembran a principios de mayo, estarán listas para cosechar durante el mes de julio, cuando los días son larguísimos y el tiempo seco y soleado. No solo permiten evitar el mal tiempo, también son la solución para que aquellos que se van de vacaciones en agosto puedan cosechar las plantas antes y ya no tengan que preocuparse de encargar a algún amigo que riegue la plantación mientras están de vacaciones. Como el ciclo de vida de las automáticas es muy corto, su producción depende en gran medida de las horas de sol que reciban. Por eso, si se plantan en un lugar que reciba sol todo el día, producirán mucho más que si las plantas solo tienen cinco o seis horas de sol. La mayoría de los cultivadores urbanos de exterior están limitados por el espacio de balcón o terraza del que disponen, y que determina cuántas plantas pueden cultivar a la vez. Una gran ventaja de las autoflorecientes es que no se hacen muy grandes, una característica que las hace especialmente adecuadas para el cultivo en balcón. Además, como su ciclo es tan corto, se pueden realizar varias cosechas por temporada. La talla de las variedades automáticas difiere mucho entre unas genéticas y otras. Hay plantas que llegan a la cosecha sin superar los cincuenta centímetros, mientras que otras triplican esa altura. Por lo general, las variedades que tardan cerca de tres meses en realizar todo el ciclo suelen ser más altas y productivas que las que solo requieren dos meses para desarrollarlo.