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El proceso final del cultivo se puede dividir en tres fases: el lavado de las raíces, la cosecha de las plantas y el secado de los cogollos.
Lavado de raíces
El propósito del lavado es que la planta utilice sus reservas internas de nutrientes. Se hace una o dos semanas antes de la cosecha. Primero se lixivia, es decir, se hace un riego muy abundante con agua de ósmosis para eliminar los nutrientes acumulados en el sustrato, dejándolo lo más limpio posible. A continuación, se dejan de aplicar fertilizantes y se riega exclusivamente con agua para que las plantas usen los nutrientes almacenados en los tejidos. La duración del período de riego con agua puede variar ampliamente según las preferencias de cada cultivador. Los cultivadores comerciales a menudo utilizan periodos muy cortos, que duran apenas dos o tres días, y en algunos casos siguen aplicando fertilizantes hasta el último día. Por otro lado, los cultivadores más enfocados en las características organolépticas de sus cogollos pueden extender el período de riego solo con agua hasta tres semanas.
Cosecha de las plantas
"Un secado lento mejora la calidad de los cogollos, pues permite que la clorofila de los tejidos se vaya descomponiendo"
Cuando llegue el día designado, esperaremos a que las plantas estén secas para cosecharlas. Las plantas pequeñas se pueden cosechar enteras cortando el tallo principal cerca del suelo. En cambio, con las grandes es más práctico ir cortando rama por rama. A continuación, debemos manicurar todas las hojas grandes y pequeñas que sobresalgan de los cogollos. Si hay hojas pequeñas que tienen mucha resina, podemos dejarlas unidas al cogollo o cortarlas y secarlas aparte para luego hacer hachís con ellas. Manicuraremos cuidadosamente y revisaremos bien los cogollos para asegurarnos de que no tienen orugas ni hongos. Luego se cuelgan las ramas o las plantas en el secadero procurando que no se toquen y que el aire del ventilador pueda circular bien alrededor de ellas.
La manicura es un proceso muy lento y laborioso que puede llevar muchas horas. Por esta razón, hay cultivadores que deciden hacer una manicura previa de las hojas más grandes mientras las plantas están todavía vivas para que luego el proceso tras la cosecha sea mucho más rápido. Otros ponen a secar las plantas sin manicurar y esperan hasta que estén secas para poder manicurarlas tranquilamente y sin prisas. La manicura posterior al secado es más lenta, pero se puede hacer a lo largo de varias semanas sin que la calidad de los cogollos se resienta.
Condiciones del secadero perfecto
El ambiente óptimo para un secadero debe ser oscuro, seco y bien ventilado. La exposición a la luz degrada los cannabinoides y puede causar el amarilleamiento de las plantas, especialmente, la luz solar directa. Para mantener la potencia y lograr cogollos de un verde claro y atractivo, es aconsejable evitar secar las plantas al sol o en áreas demasiado abiertas. Lugares como una habitación, un garaje o un trastero son opciones preferibles.
El nivel bajo de humedad en el ambiente es otro factor clave, ya que influye en la velocidad del secado. En climas muy húmedos, las plantas pueden secarse demasiado lentamente o incluso no llegar a hacerlo completamente, lo que aumenta el riesgo de desarrollo de hongos en los cogollos, uno de los peligros principales del secado. En general, hay que mantener la humedad en torno al cincuenta por ciento para lograr un secado sin complicaciones.
"Los cultivadores más exigentes pueden extender el período de riego solo con agua hasta tres semanas"
En ciertos momentos puede ser necesario usar un deshumidificador o un calefactor eléctrico para mantener la humedad baja y evitar que el secado se frene demasiado. En áreas con clima seco, donde la humedad del ambiente supera el sesenta por ciento solo en días lluviosos, es probable que no necesitemos un deshumidificador, a menos que tengamos una cosecha grande y un secadero pequeño donde la humedad liberada por los cogollos pueda acumularse. Sin embargo, en zonas costeras con alta humedad constante o en zonas de lluvias frecuentes, podría ocurrir que los cogollos se secaran solo hasta cierto punto y luego el proceso se detuvieran, aumentando el riesgo de moho. Si la humedad supera el sesenta o setenta por ciento, los cogollos no se secarán completamente.
En esta situación, tenemos dos opciones: reducir la humedad con un deshumidificador o elevar la temperatura con un calefactor eléctrico (lo que indirectamente disminuye la humedad). Sin duda, la elección preferida es el deshumidificador, ya que las altas temperaturas no son ideales para el secado, pero también se obtienen buenos resultados con el calefactor si la temperatura no supera los 30 ºC. La principal ventaja de los deshumidificadores, además del secado sin calor, es la capacidad de regular con precisión el nivel de humedad del secadero y llevar a cabo un secado gradual. Al principio, se puede ajustar al sesenta o setenta por ciento, y luego reducirlo gradualmente hasta alcanzar alrededor del cuarenta por ciento entre siete y diez días después.
Secar lento y a temperatura moderada para una mayor calidad
Un secado lento mejora la calidad de los cogollos, pues permite que la clorofila de los tejidos se vaya descomponiendo, mientras que si es demasiado rápido estas reacciones químicas no suceden. Siempre que sea posible, se mantendrá una temperatura baja en el secadero para preservar los terpenos responsables del aroma. Secar a 15 °C conservará aromas más frescos y florales en comparación con hacerlo a 25 °C. Hay que asegurarse de mover el aire en el secadero por medio de un ventilador para prevenir hongos, pero evitaremos corrientes directas sobre los cogollos.
El secado lento es preferible, pero, si en algún momento detectamos hongos en los cogollos, hay que olvidarse de secar despacio: subiremos la temperatura y bajaremos la humedad ambiental todo lo posible para acelerar el proceso y así evitar que los hongos se extiendan por la cosecha.