Septiembre, el último empujón
En septiembre engordan los cogollos de la mayoría de las variedades cannábicas; las más tempranas se cosecharán a finales de mes y el grueso de variedades, en octubre. Solo las sativas lentas o superlentas se recogen en noviembre o diciembre
A lo largo de las próximas semanas, las plantas irán entrando en el tercer tiempo de la floración: la fase floral cumbre. En esta fase, la floración se acelera al máximo y los cogollos brotan flores sin parar. Ya hay algunos estigmas marchitos, aunque la mayoría siguen blancos y fértiles. Si la planta hubiera sido polinizada, en esta fase se dedicaría a madurar las semillas, pero si se trata de un cultivo sinsemilla el cannabis sigue produciendo flores, engordando los cogollos más y más.
La floración es un proceso largo que dura un mínimo de siete u ocho semanas en las variedades más rápidas y se alarga hasta no menos de veinte semanas en las sativas puras de maduración más tardía. Cuando la floración comienza, las plantas empiezan a producir flores, primero lentamente y luego con mucha mayor rapidez. En la primera fase de la floración, llamada fase prematura, surgen unas cuantas flores en las puntas de las ramas, a la vez que la planta pega un gran estirón, llegando, incluso, a doblar su tamaño. A continuación viene la fase de floración temprana, en la que brotan muchas más flores y comienzan a vislumbrarse los futuros cogollos, a la vez que se reduce la distancia internudos. La tercera fase se llama fase cumbre, y en ella se generan la gran mayoría de las flores, que comienzan a crecer cada vez más densamente. La producción de resina se intensifica y los estigmas de algunas flores comienzan a marchitarse. La mayoría de las variedades se cosechan al final de la fase floral cumbre o al principio de la fase floral tardía, que es la siguiente. En esta última fase la producción de flores se detiene o se reduce mucho, y la mayoría de los estigmas se van marchitando. La planta se debilita y, si no se cosecha, acabará por morir.
THC Máximo
El cannabis se cultiva por el tetrahidrocannabinol o THC, principal cannabinoide responsable del efecto psicoactivo de la planta. Además del THC, la resina cannábica contiene cerca de 500 moléculas diferentes, entre las que se cuentan 80 cannabinoides y 140 terpenos. Este cóctel de productos químicos contenido en la resina se elabora a partir de numerosas reacciones químicas de síntesis, que acontecen principalmente durante la floración.
Los cannabinoides son moléculas orgánicas pertenecientes al grupo de los terpenofenoles, que activan los receptores cannábicos presentes en el organismo humano. Pero, ¿por qué fabrican cannabinoides, y más específicamente, THC, las plantas de cannabis? ¿Qué ventajas les aporta como para que dediquen tanta energía a su elaboración? Hay varias hipótesis, pero la más aceptada es que el THC protege al cannabis de la radicación ultravioleta. La radiación ultravioleta es dañina para los seres vivos, y el cannabis ha creado una protección en forma de resina. La hipótesis se confirma cuando comprobamos que las variedades cannábicas que han evolucionado cerca del ecuador o a gran altitud, zonas que reciben gran cantidad de radiación ultravioleta, son las que tienen un mayor contenido en THC. El THC podría tener también una utilidad secundaria, protegiendo al cannabis frente a hongos e insectos perjudiciales.
¿Qué medidas puede tomar el cultivador para obtener cogollos con un alto contenido en THC? Lo más importante es usar buenas semillas. La genética de la planta es el principal determinante en la cantidad de THC que tengan los cogollos. En cuanto al cultivo, las plantas que reciben mucho sol producen más THC que las que pasan parte del día a la sombra. El calor también favorece la secreción de resina, seguramente para evitar la deshidratación de las flores. Mantener las plantas sanas y bien alimentadas con los nutrientes adecuados es vital para que fabriquen el máximo de resina. Nunca se deben cosechar las plantas antes de tiempo. En los últimos quince días de maduración se produce la gran mayoría del THC, por lo que no hay que apresurarse ni cortar las plantas antes de tiempo.
Si los cannabinoides son los responsables principales de la psicoactividad cannábica los terpenos son las moléculas responsables de su aroma. La mayoría de los terpenos del cannabis son líquidos aceitosos, y muchos terpenos son moléculas volátiles que se evaporan a baja temperatura. Los terpenos muy volátiles se evaporan rápidamente y su olor desaparece durante el secado de los cogollos, dejando paso a nuevos aromas de terpenos más estables que antes quedaban camuflados. Esto explica el diferente olor que puede tener la misma variedad de cannabis antes y después del secado o según se cultive en interior o en exterior. Los jardines que viven al aire libre están sometidos a las inclemencias del tiempo, y la lluvia, el viento y el fuerte sol hacen que muchos de los terpenos más volátiles de la resina desaparezcan de esta antes incluso de la cosecha. En cambio, la marihuana de interior, protegida de cualquier agresión, conserva en su resina una mayor cantidad de estos terpenos volátiles. Por eso tiene un olor diferente, más intenso, y una resina más abundante y menos densa.
Nutrientes para grandes cosechas
La alimentación de las plantas es muy importante para lograr que produzcan al máximo y con la mejor calidad. Septiembre corresponde en muchas variedades al mes en que más engordan los cogollos. Un mes en el que el cannabis utiliza grandes cantidades de fósforo y potasio para fabricar las flores. Es importante nutrir las plantas muy a menudo, especialmente si crecen en macetas, con un abono líquido completo para floración que contenga microelementos. Casi todas las marcas de abonos para cannabis fabrican abonos específicos para estimular la floración y engordar los cogollos. Si al principio de la floración las plantas crecían en altura a la vez que desarrollaban flores, ahora ya no hay crecimiento y el nitrógeno se vuelve innecesario. Los estimuladores, boosters y engordacogollos pueden resultar muy útiles para mejorar algo la producción si las plantas han sido poco abonadas, pero su efecto se nota bastante poco si las plantas se abonaron frecuentemente con el fertilizante normal de floración. Para los cultivadores biológicos, el guano de murciélago o el de aves marinas es el mejor equivalente a un booster químico tipo PK 13-14. Los abonos no deben usarse en dosis mayores de lo recomendado por el fabricante. Las plantas no crecerán más por regarlas con una dosis mayor de fertilizante. Abonar mucho significa hacerlo muy frecuentemente, pero no con dosis muy altas que puedan quemar las raíces y acabar con la cosecha.
Momento óptimo de cosecha
Determinar el día de la cosecha no siempre es fácil. Algunas variedades florecen de golpe y sus flores maduran, más o menos, todas a la vez, pero en la mayoría de las variedades de cannabis las flores nacen por tandas, de modo que cuando las primeras tandas de flores están madurando, las últimas aún siguen inmaduras. En este caso se suele esperar a que esta última tanda de flores alcance su madurez.
La mayoría de las variedades híbridas de los bancos de semillas se cosechan entre finales de septiembre y finales de octubre. Existen dos métodos para decidir el mejor momento para cortar las plantas. El método más fácil consiste en fijarse en los estigmas de las flores. Estos pelitos blancos o rosados cambian de color a marrón o naranja cuando se marchitan y la flor está madura. Normalmente, cuando más de la mitad de los estigmas están marrones, la planta está lista para ser cosechada. Se cortan las plantas por la mañana, cuando la resina es más potente, pero no antes de que el sol haya secado el rocío por completo.
La mayoría de las variedades se cosechan entre finales de septiembre y finales de octubre
El momento óptimo de la cosecha tiene una duración de unas dos semanas. Antes de este momento la planta no habrá alcanzado su máxima potencia y después habrá empezado a reducirse. Pero no todo es cuestión de potencia. Por distintas razones se puede cosechar antes o después del momento óptimo. Por ejemplo, una índica demasiado narcótica puede ser mucho más alegre si se cosecha dos semanas antes, o una sativa supereléctrica no lo será tanto dos semanas después del punto supuestamente óptimo. También se puede usar para potenciar las cualidades típicas de índicas y sativas: índicas cogidas tarde para que sean aún más narcóticas o sativas cosechadas algo antes para potenciar sus cualidades estimulantes.
Cultivo en macetas
La marihuana cultivada en contenedores necesita bastantes cuidados al final de la floración. Hay que abonarla con frecuencia, por lo menos cada dos o tres días, hasta una o dos semanas antes de la cosecha. Es fundamental vigilar que no aparezcan plagas o, más peligroso aún, hongos en los cogollos. Si aparecen hay que actuar enseguida. Con la floración tan avanzada no se pueden fumigar las plantas con insecticidas ni fungicidas tóxicos, por lo que resulta muy importante tomar medidas lo antes posible para que el problema no vaya a más. Entre el calor y su tamaño, las plantas consumen mucha agua y hay que vigilar que no se sequen demasiado, pues la deshidratación las debilita y favorece la aparición de plagas chupadoras como la araña roja.
Muchos cultivadores optan por improvisar toldos o invernaderos artesanales, que colocan sobre las plantas cuando amenaza tormenta y los retiran en cuanto vuelve el sol. Hay que tener presente que, bajo un plástico, hay poca ventilación, las plantas transpiran mucho y acaban provocando una gran humedad ambiental. Por ello, si se dejan permanentemente cubiertas puede ser peor el remedio que la enfermedad y acabar con las plantas enmohecidas. Los cultivadores con unas pocas plantas en macetas pueden optar por meterlas dentro de casa los días de lluvia. Si no son muchas ni muy grandes, es la mejor opción y la que más garantías de éxito tiene.
Cultivo en el suelo
En el suelo las cosas cambian y las plantas se desarrollan casi sin intervención humana. Si se acondicionó bien la tierra antes de la siembra, prácticamente no hay que hacer nada. Quizás un riego ocasional con algún abono de floración pueda contribuir a engordar un poco más los cogollos. Las ramas más bajas, a causa del peso de los cogollos, pueden acabar tocando el suelo e infectándose por hongos. Es posible evitarlo cortándolas antes de que engorden los cogollos o sujetándolas con cuerdas o tutores para mantenerlas alejadas de la tierra.
Cultivo de guerrilla
El mes de septiembre es para los guerrilleros uno de los más peligrosos, y las plantas se encuentran indefensas frente a una terrible plaga: el humano ladrón. En algunos círculos cultivadores circulan trucos para evitar los robos y dar su merecido a los chorizos. Desde poner cuchillas de afeitar dentro de los cogollos hasta esconder cepos para osos en el camino a la plantación, todo vale contra esa plaga repugnante. Los menos agresivos aumentan las precauciones al acercarse al cultivo, para evitar ser vistos, y procuran cosechar tan pronto como sea posible. Hay quien se traslada a vivir junto a las plantas durante los últimos días, una medida quizás excesiva para quien tenga tres o cuatro plantas, pero muy comprensible en una gran plantación. En cualquier caso, ¡cuidado!, los ladrones pueden ser agresivos o peligrosos.
Es raro que un cultivo de guerrilla tenga secadero. Lo normal es que el cultivador corte las plantas y las lleve a otro lugar para secarlas. Es muy importante cortarlas en un día de sol y cuando estén bien secas, nunca conviene transportarlas mojadas. El cultivador de guerrilla debe prestar mucha atención a la predicción meteorológica y ajustar sus cuidados de acuerdo con ella. Más vale coger las plantas en buen estado, aunque sea una o dos semanas antes del momento óptimo. Si por esperar les toca sufrir fuertes lluvias, madurarán algo, pero el agua arrastrará una buena parte de la resina, sin contar con que el agua puede provocar la aparición de hongos y arruinar los cogollos.