Abonos en pulverización
Las ventajas de la fertilización foliar
La fertilización foliar es la aplicación de nutrientes disueltos en agua pulverizados en forma de pequeñas gotas sobre las plantas. La absorción se realiza directamente por los tejidos aéreos (hojas y tallos) de las plantas y sin la intervención de las raíces.
La fertilización foliar es la aplicación de nutrientes disueltos en agua pulverizados en forma de pequeñas gotas sobre las plantas. La absorción se realiza directamente por los tejidos aéreos (hojas y tallos) de las plantas y sin la intervención de las raíces. Esta capacidad de las plantas para absorber nutrientes a través de las hojas proviene de las primeras especies de plantas, que se desarrollaron en el mar y que captaban los elementos minerales directamente por sus tejidos. Los cultivadores de cannabis tienen en la fertilización foliar una potente herramienta con la que nutrir sus plantas cuando las raíces no son suficientes, y que les aporta numerosas ventajas.
Alta eficiencia
Cuando se aplican los abonos disueltos en el agua de riego solo se llega a absorber una pequeña parte, a menudo no más del diez por ciento. En cambio, hasta el noventa por ciento de los nutrientes aplicados foliarmente son aprovechados por la planta. Los nutrientes secundarios (calcio, magnesio y azufre) y los microelementos (hierro, zinc, cobre, manganeso, molibdeno y boro) son necesarios en cantidades pequeñas o medias, razón por la que la fertilización foliar se erige como una de las mejores técnicas para aportarlos a las plantas. El magnesio, por ejemplo, se absorbe cien veces mejor vía foliar que a través de las raíces. Esto quiere decir que se logra la misma absorción con cien veces menos magnesio si se aporta a través de las hojas que a través de las raíces. En cultivos de interior es muy frecuente que se produzcan carencias de magnesio que, a menudo, no resultan fáciles de corregir fertilizando con el agua de riego, ya que los distintos nutrientes interaccionan entre sí. Por ejemplo, un exceso de calcio contribuye a que aparezca una carencia de magnesio y viceversa. Aplicando los nutrientes foliarmente se evita no solo esta interacción entre elementos, sino también sobrecargar el sustrato de sales.
Soluciona carencias nutritivas
La fertilización foliar permite solucionar deficiencias minerales en las plantas con gran rapidez. En suelos o sustratos con un pH elevado hay ciertos micronutrientes que cuesta mucho que lleguen a ser absorbidos por las raíces, ya que se vuelven insolubles a causa de la alcalinidad. Cuando aparece una deficiencia de alguno de estos nutrientes resulta mucho más efectivo intentar solucionarlo por medio de la fertilización foliar que aplicando el fertilizante disuelto en el agua de riego.
Una situación parecida se da cuando hay muchas sales acumuladas en el sustrato. La alta salinidad también complica la absorción, en cuanto los fertilizantes entran en contacto con el sustrato reaccionan con las sales presentes y precipitan, con lo que las raíces no pueden absorberlos. En este caso conviene regar las macetas con agua sin abonos en gran cantidad para que arrastre las sales acumuladas, corregir el pH y que el sistema radicular vuelva a funcionar correctamente pero, mientras tanto y para corregir la carencia cuanto antes, se pueden fertilizar las plantas foliarmente. La carencia de hierro, muy frecuente cuando el pH del sustrato es superior a 7, mejora enseguida tras pulverizar hierro quelatado
Ayudar a plantas débiles.
La fertilización foliar está especialmente recomendada en aquellas situaciones en que el sistema radicular no funciona correctamente y no es capaz de absorber suficientes nutrientes: si hace mucho frío, las sales se han acumulado en el sustrato, el pH es demasiado ácido o alcalino, las raíces son débiles o poco desarrolladas. Como no requiere la participación de las raíces, resulta un sistema inmejorable para alimentar plantas con un sistema radicular débil o enfermo. También en aquellas situaciones en que las raíces no funcionan bien por causas externas. Tras un trasplante o cuando las plantas son muy jóvenes y tienen un sistema de raíces poco desarrollado, la tierra de la maceta puede permanecer húmeda durante muchos días. En estas condiciones no conviene regar hasta que el sustrato se ha secado bastante para potenciar el desarrollo de las raíces pero, si las plantas necesitan alimento, se puede aplicar el abono foliarmente sin necesidad de rehumedecer la tierra. Aunque la fertilización foliar ayuda, no es posible aportar todos los nutrientes necesarios por esta vía. Si queremos buenos resultados es imprescindible que las plantas desarrollen un buen sistema radicular.
Épocas de gran consumo
Los nutrientes primarios –nitrógeno, fósforo y potasio– son requeridos por el cannabis en dosis muy elevadas que no pueden aportarse en su totalidad vía foliar, aunque sí es posible completar foliarmente lo que las plantas absorben por las raíces cuando las plantas pasan por un periodo de gran necesidad de nutrientes. En ciertos momentos del desarrollo del cannabis, la capacidad de consumo de nutrientes por parte de las plantas es mayor que su capacidad de captarlos por medio de las raíces. Esto sucede principalmente durante la floración, sobre todo en su segunda mitad. Las plantas en plena floración dedican casi toda su energía a fabricar flores, por lo que el sistema radicular no funciona a pleno rendimiento. En buena medida sortean esta limitación utilizando los nutrientes que han almacenado previamente a modo de reserva en sus tejidos durante el crecimiento y la primera mitad de la floración. Sin embargo, aprovecharán encantadas una pulverización fertilizante semanal. Por lo general, si se fertilizan foliarmente plantas en floración conviene lavar los restos que puedan quedar sobre las hojas pulverizando agua pura un par de horas después. La fertilización foliar de los cogollos debe hacerse teniendo en cuenta que no deben permanecer mojados mucho rato, pues se podría potenciar la aparición de hongos como la botritis. Emplea una botella pulverizadora de calidad que alcance una presión lo suficientemente alta como para generar una nube de pequeñas gotitas. Hay que tener cuidado al aplicar foliarmente nutrientes primarios, ya que si se usa una solución demasiado concentrada aumenta el riesgo de provocar fitotoxicidad (quemar las hojas).
¿Cómo potenciar la efectividad de la fertilización foliar?
La absorción de la fertilización foliar depende de factores como la humedad, la temperatura, la hora del día o la concentración de la solución pulverizada. Distintos estudios científicos han demostrado que en ciertas condiciones los nutrientes se absorben mejor. Veamos qué medidas podemos tomar para que las plantas aprovechen al máximo cada lluvia de nutrientes.
En general, cuando más concentrada sea la solución que pulverizamos mayor es la absorción de nutrientes, pero mayor es también la probabilidad de quemar las hojas. Haz siempre una prueba sobre una rama de una planta y espera 24 horas a ver si hay fitotoxicidad antes de fumigar toda la plantación. Es importante tener en cuenta que la solución nutritiva pulverizada se va concentrando conforme se va evaporando parte del agua. Si la humedad ambiental es baja, la evaporación sucede con mayor rapidez y conviene usar una concentración menor que en climas húmedos, donde la planta tiene más tiempo para absorber los nutrientes antes de que se seque.
La absorción de nutrientes es máxima cuando el pH de la solución se encuentra entre 5 y 6. También ayuda mucho añadir a la solución un producto mojante o humectante que reduzca la tensión superficial del agua y facilite su penetración en todos los rincones. Si no disponemos de un producto específico, basta con añadir un par de gotas de jabón concentrado para platos tipo Fairy o similar. Los nutrientes quelatados tienen una forma química que facilita su absorción en un rango más amplio de pH e impide que se insolubilicen fácilmente. Busca siempre abonos quelatados para aplicar foliarmente.
Las gotas deben ser lo más pequeñas posibles. Usa un buen pulverizador con suficiente presión como para generar una nube de finas gotas que moja sin chorrear y que llega a todos los rincones de la planta.
Nunca hay que fumigar a pleno sol ni con las luces encendidas. Si salpicamos una bombilla de alta presión encendida podría estallar, con el riesgo que eso supone. Además, las pequeñas gotas sobre las hojas actúan como lupas, magnificando la radicación y provocando quemaduras. La situación ideal es al atardecer (o después de que se apaguen las luces en un cultivo de interior), para que las plantas permanezcan húmedas más tiempo. Hay que tener en cuenta que los nutrientes solo se absorben mientras permanecen disueltos. Una vez se secan las hojas la absorción se detiene. Este punto puede ser conflictivo: aunque la absorción es mayor si las plantas se secan lentamente, también es mayor la probabilidad de que aparezcan hongos. En plantas en crecimiento esto no debe preocuparnos demasiado, pero si es en plena floración seguramente sea más sensato intentar que se sequen rápidamente, aun a costa de que la absorción de nutrientes no sea tan efectiva.
Las condiciones ideales se dan cuando la humedad ambiental es relativamente alta y las temperaturas son frescas. El calor excesivo y la baja humedad ambiental hacen que la planta cierre sus estomas para evitar deshidratarse. Con los estomas cerrados la absorción es mucho menor. En cultivos de interior e invernaderos, las condiciones ambientales de las plantas favorecen que estas desarrollen hojas más finas y porosas que absorben mejor los nutrientes. En cambio, en climas muy secos o con vientos frecuentes las hojas suelen ser gruesas y duras para reducir la deshidratación, lo que dificulta la absorción de nutrientes foliarmente.
No fumigues abonos al final de la floración. Deja al menos tres semanas entre la última pulverización y la cosecha para que no queden restos de fertilizante en las hojas. Para facilitar el lavado y arrastrar los restos, hay quien realiza una última pulverización con agua destilada (o de ósmosis).
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