La fase de crecimiento del cannabis es uno de los momentos más importantes a pesar de que la atención se suele centrar en la fase de floración y la producción de cogollos. Durante el crecimiento vegetativo, se establecen las bases para el éxito futuro de la planta. En las primeras semanas de vida, las plantas desarrollan su sistema de raíces, que les proporcionará los nutrientes necesarios durante toda su vida, y crean la estructura de ramas que soportará los cogollos. Un crecimiento deficiente puede afectar significativamente a la cosecha y a la calidad del producto final. Aprender algunos trucos efectivos nos ayudará a asegurarnos de que nuestras plantas lleguen a la fase de floración en óptimas condiciones.
La intensidad de la iluminación es un factor clave para el crecimiento saludable de las plantas. En un día soleado de verano, la superficie terrestre recibe alrededor de 50.000 lux (lúmenes/m2). Las plantas de cannabis pueden aprovechar entre 30.000 y 50.000 lux, dependiendo de su lugar de origen. Sin embargo, durante las primeras semanas de crecimiento, tanto las plantas de semilla como los esquejes se desarrollan mejor con una iluminación bastante menos intensa. Bajando la potencia de las lámparas se reduce el consumo de electricidad sin afectar negativamente a su crecimiento. Muchos cultivadores cometen el error de utilizar una iluminación más intensa de la necesaria durante la fase de crecimiento, lo que no solo aumenta el consumo de energía, sino que también estresa a las plantas, al someterlas a un exceso de luz. Las plantas crecen bien en la fase vegetativa con una iluminación de alrededor de 20.000 lux.
Uso de distintos fotoperiodos
"Muchos cultivadores cometen el error de utilizar una iluminación demasiado intensa durante la fase de crecimiento, lo que aumenta el consumo de energía y estresa a las plantas"
El cannabis tiene la capacidad de mantenerse en fase vegetativa bajo diferentes fotoperiodos. En la naturaleza germina en primavera y continúa en crecimiento hasta que las noches alcanzan una duración específica, que varía según la variedad y generalmente oscila entre 10 y 12 h. En la península Ibérica, por ejemplo, durante la primavera el número de horas diarias de sol se va alargando durante toda la primavera, pasando de 12 h de luz el 21 de marzo a 15 h de luz el 21 de junio. Esto significa que, al cultivar en exteriores, las plantas crecen con un fotoperiodo de entre 12 y 15 h de luz, considerablemente menos que las 18 h del fotoperiodo de crecimiento comúnmente utilizado en interior.
Los cultivadores de interior suelen mantener las plantas bajo un fotoperiodo de 18/6 debido a la costumbre y porque, con noches tan cortas, se aseguran de que cualquier variedad (excepto las autoflorecientes) permanezca en crecimiento. El fotoperiodo de 24/0 también es bastante popular, y muchos cultivadores lo utilizan creyendo que las plantas crecerán más rápidamente al tener acceso a más horas de luz. Sin embargo, esto no suele cumplirse. Por encima de 18 h diarias de luz, no se acelera el ritmo de crecimiento, pero sí aumenta el consumo de electricidad y el estrés al que se someten las plantas. Existe un fotoperiodo que no se usa mucho pero que también va muy bien y consume menos electricidad: 16 h de luz y 8 de oscuridad. Las plantas crecen muy bien y el consumo de electricidad es un once por ciento menor que con 18/6. En floración, casi todos los cultivadores de interior usan el fotoperiodo 12/12. Sin embargo, hay ocasiones en que puede ser útil aumentar un poco la duración de las noches hasta 11/13 o 10/14. Con noches más largas, la duración de la floración se reduce y las plantas tardan en madurar algo menos, aproximadamente una semana menos, aunque depende de cada variedad.
Densidad de plantación
Como regla general, cuantas más plantas pongamos mayor será la cosecha y algo más complicado el cultivo. Si el objetivo es obtener la mejor producción posible, nos interesa que el espacio de cultivo esté completamente lleno de cogollos. Siempre es más fácil lograrlo si hay muchas plantas muy juntas entre sí. El problema viene porque la alta densidad de plantación dificulta la ventilación de las plantas, lo que puede ocasionar la aparición de hongos y otras plagas. Además, las zonas bajas de las plantas se ven sombreadas por las ramas superiores y, ante la falta de luz, se van secando. No es grave que las ramas bajas se sequen, al fin y al cabo nunca darán mucha producción por falta de luz y las plantas reaprovechan los nutrientes que extraen de las ramas secas para redirigirlos a los cogollos mejor iluminados.
Si queremos un cultivo sencillo de mantener, de buena calidad y que no dé problemas, aunque su producción no sea tan elevada, sembraremos una cantidad moderada de plantas para que estén bien iluminadas y no compitan por el espacio entre sí. En cambio, si ya tenemos experiencia cultivando, nuestro objetivo es maximizar la producción y no nos importa que las plantas necesiten más cuidados, aumentaremos la densidad. En un metro cuadrado se pueden cultivar seis plantas muy cómodamente o nueve un poco más juntas y no habrá problemas de espacio o, si lo hay, se podrá resolver fácilmente cortando las ramas más bajas y menos vigorosas de cada planta. Un cultivador centrado en la producción sembrará casi con toda seguridad un mínimo de doce o dieciséis plantas, pero le tocará estar muy pendiente del cultivo.
Tamaño de las plantas
Una decisión importante es determinar la altura a la que se pondrán las plantas a florecer. Durante las primeras semanas de floración, las plantas suelen crecer mucho. Según la variedad y la intensidad de la luz que reciban, pueden llegar a doblar o incluso triplicar su tamaño. Por otro lado, hay variedades que solo aumentan su altura de un treinta a un cincuenta por ciento. Si se está cultivando una variedad desconocida por primera vez, es preferible quedarse un poco corto en el crecimiento, ya que el único inconveniente de tener plantas un poco más pequeñas es que la producción puede ser ligeramente menor. Por otro lado, si las plantas se vuelven demasiado grandes, pueden surgir varios problemas, como el riesgo de que las plantas se quemen al chocar con la lámpara, la luz no llegue bien a las partes bajas o que las ramas se hagan tan largas que luego no puedan aguantar el peso de los cogollos.
Temperatura y humedad
"Como regla general, cuantas más plantas pongamos, mayor será la cosecha y algo más complicado el cultivo"
La temperatura ideal para el desarrollo del cannabis oscila entre 22 y 25 ºC si se usan lámparas de alta presión y tres o cuatro grados más con lámparas de led. En mi opinión, si no hay prisa por acelerar el crecimiento de las plantas, es preferible mantenerlas en la parte más baja de este rango durante la fase de crecimiento. Aunque el desarrollo puede ser ligeramente más lento, esta temperatura permite un buen desarrollo del sistema de raíces sin un aumento excesivo en la altura de las plantas y favorece una distancia internodal más corta.
Los cultivadores suelen preocuparse mucho por mantener la humedad en la sala de cultivo baja, idealmente por debajo del cincuenta por ciento, para prevenir la aparición de hongos. Sin embargo, en realidad, las plantas prefieren una humedad más alta, entre el sesenta y el setenta por ciento. Durante la etapa de crecimiento e incluso en las primeras semanas de floración, las plantas crecerán más exuberantes y vigorosas con una humedad relativa cercana al setenta por ciento. Solo al final de la floración es importante reducir la humedad para evitar el riesgo de moho en los densos cogollos. Cuando las plantas son muy pequeñas, es común que transpiren muy poco y, debido a la ventilación y al calor emitido por las lámparas, la humedad ambiental disminuye rápidamente. En condiciones de baja humedad, las plantas tienden a reducir el tamaño y número de hojas para minimizar la pérdida de agua por transpiración. Con menos hojas y de menor tamaño, las plantas realizan menos fotosíntesis, lo que resulta en una menor obtención de energía y un crecimiento más lento.
La importancia de la poda
Una de las técnicas más útiles en el cultivo de interior es la poda y manejo de las plantas para lograr una buena ramificación que favorezca el desarrollo de un gran número de cogollos a la misma altura y del mismo tamaño. El despuntado consiste en cortar la punta del tallo central (unos 5 cm) para eliminar el brote principal y provocar su bifurcación en dos puntas y la estimulación del crecimiento de las ramas laterales de la planta.
Esta sencilla técnica varía completamente el patrón de crecimiento de la planta, que cambia su forma por la de un arbusto mucho más redondeado y frondoso. La nueva forma es más adecuada para el cultivo de interior, pues los cogollos crecen a una altura similar y se pueden acercar más a la lámpara. La poda de las ramas bajas poco iluminadas también es útil, pues permite que la planta concentre toda su energía en las puntas, donde se producirán los mejores cogollos.
Calcula la producción anual
Al final, al cultivador interesado en lograr una buena producción no le interesa tanto la producción por cosecha como la producción anual. A veces es más fácil hacer una cosecha más al año para aumentar la producción que volverse loco metiendo más y más plantas en el cuarto de cultivo para incrementar la producción por cosecha. Poniendo más plantas en macetas más pequeñas se puede acortar la fase de crecimiento y lograr ocupar el espacio en solo tres semanas. Si, además, la variedad es de floración rápida y madura en ocho semanas, el ciclo total (crecimiento más floración), solo durará once semanas.
Siempre que sembremos una nueva tanda de semillas inmediatamente después de la cosecha de la anterior, podríamos hacer tres cosechas anuales en tan solo treinta y tres semanas o cuatro en cuarenta y cuatro semanas. Muchos cultivadores pierden varias semanas desde que hacen una cosecha hasta que germinan la siguiente y acaban haciendo una entre el verano y Navidad y otra entre Navidad y verano. Con un poco de planificación no es difícil hacer una o dos cosechas más cada año.