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"Tras el despuntado, la planta pasa de tener una rama central principal a una multitud de secundarias potentes"
Las plantas de cannabis son muy versátiles y pueden podarse y manipularse de formas diversas para lograr manejar su crecimiento, estructura y la forma en que ocupan el espacio. En el cultivo de interior, el espacio disponible suele ser limitado y la luz viene de un punto concreto, la lámpara, que ilumina un área determinada. El cultivador intenta situar las ramas dentro del haz de luz y lo más cerca posible de la bombilla para que los cogollos reciban la máxima intensidad posible.
Cada técnica se usa en un momento determinado o en un tipo de cultivo diferente. El despunte es, sin duda, la técnica más habitual y casi todos los cultivadores la emplean, ya que permite lograr plantas más ramificadas y con menor altura, algo muy positivo en un cultivo de interior. Prácticamente, las únicas plantaciones de interior en las que no se despunta es cuando se emplea la técnica sea of green, donde se usan muchas plantas de pequeño tamaño, o sembrando variedades autoflorecientes, que tienen un ciclo de vida tan corto que los cultivadores no quieren que las plantas pierdan días recuperándose de una poda.
El brote que hay en la punta de la rama más alta es el que recibe la mayoría de las auxinas, que son las hormonas de crecimiento que produce la planta, por eso siempre sigue siendo la rama más alta. Cuando cortamos ese brote, las auxinas se reparten por el resto de las ramas, que se empiezan a desarrollar a mayor velocidad. Tras el despuntado, la planta pasa de tener una rama central principal rodeada de secundarias, a que todas esas ramas secundarias compartan la energía de la principal. Las plantas sin despuntar tienen forma de abeto de Navidad, mientras que las despuntadas parecen un arbusto: más anchas y redondeadas. En cuanto a los cogollos, en lugar de uno principal enorme y muchos secundarios pequeños, obtendremos muchos cogollos de tamaño medio. El despunte repetido es clave en los cultivos screen of green, en los que se potencia mucho la ramificación de las plantas para luego enredarlas en una malla horizontal que mantiene todos los cogollos a la misma distancia de las lámparas.
"Limpia de ramas el sector inferior del tallo principal, entre diez y treinta centímetros, dependiendo de la altura total"
El nombre de la técnica FIM viene de la expresión en inglés Fuck I miss!, que se podría traducir como ‘¡Joder, me equivoqué!’, ya que su descubridor intentaba despuntar la planta pero realizó el corte a mitad del brote. Pocos días después descubrió que su error había provocado una producción de nuevos brotes más numerosa que la técnica habitual. Es útil para crear plantas con forma de candelabro, con varias ramas principales que producen un número elevado de cogollos de tamaño medio, que no tienen tantos problemas de hongos como los cogollos de tamaño gigante.
Las técnicas de formación de plantas que implican cortar brotes principales tienen un inconveniente: solo pueden aplicarse durante la fase de crecimiento si no queremos retrasar la floración. Las plantas miden la duración del fotoperiodo en los brotes más altos y, si los cortamos al cambiar al fotoperiodo de floración, no se darán cuenta del cambio en las horas de luz y la floración no comenzará hasta que los nuevos brotes hayan nacido.
Durante la floración, las plantas crecen y se estiran mucho, por lo que no es raro que el cultivador descubra que se están acercando demasiado a las lámparas en un momento en que ya no debe podarlas. En esas situaciones, lo mejor es recurrir a técnicas de formación que no implican poda, como el supercropping o atar las puntas de las plantas. Como no se cortan los brotes, las plantas siguen pudiendo medir la duración de los días y dar la orden de empezar a formar flores. En general, en interior, el supercropping da mejor resultado porque permite un control más preciso de las ramas, simplemente, se crea un codo en la rama deseada y a la altura precisa, colocándola en horizontal, de manera que se mantiene a la distancia idónea de la lámpara. Se puede realizar tantas veces como sea necesario y en cualquier momento de la floración, sin ningún perjuicio, aunque, pasado el primer mes, cuando cesa el crecimiento en altura, ya no suele ser necesario repetirlo.
Entre la segunda y la cuarta o quinta semanas de floración, si se observa una gran densidad de ramas en el cuarto de cultivo, puede ser una buena idea aligerar las zonas bajas de las plantas para permitirles concentrar su energía en las ramas altas que están más cerca de las lámparas, que son las que darán los mejores cogollos. Por lo general, las ramas más bajas no reciben mucha luz, lo que provoca que se desarrollen poco y los cogollos no engorden. Además, muchas veces se secan por falta de luz y son proclives a desarrollar hongos. Mi consejo es limpiar completamente de ramas el sector inferior del tallo principal, entre diez y treinta centímetros dependiendo de la altura total de las plantas. Si logramos que haya una zona libre de ramas entre las macetas y las primeras ramas por la que pueda circular el aire (de hecho, podemos poner un ventilador oscilante soplando en esta zona), evitaremos problemas de hongos y plagas sin perder producción.
Una técnica parecida a la poda de ramas bajas pero más radical y aplicada a todas las ramas es el lollipopping. También sirve para concentrar la energía en las zonas más productivas de la planta y evitar los cogollos pequeños y poco atractivos. Si se cultiva un gran número de plantas por metro cuadrado y se realiza un lollipopping extremo, se puede facilitar mucho la cosecha y la manicura, pues solo habrá que cortar cogollos grandes y se evitará el laborioso trabajo de manicurar las zonas bajas. Es importante no eliminar todo el crecimiento bajo demasiado pronto, pues a la planta también le sirve para hacer fotosíntesis. Como regla general, se pueden limpiar las zonas bajas de las ramas en la tercera o cuarta semana de floración.
Si el clima del interior es demasiado húmedo al final de la floración y tememos la aparición de hongos, podemos eliminar parte de las hojas más grandes para reducir la capacidad de transpiración de las plantas y bajar la humedad. En cambio, si el clima es demasiado cálido, no deberíamos quitar hojas, pues ayudan a conservar la planta fresca e hidratada.